El líder de la Liga Norte, partido derechista italiano, Umberto Bossi, renunció ayer a la secretaría del partido en medio de un escándalo por el uso ilegítimo de los reembolsos electorales. El acusador de la corrupción de la ‘Roma ladrona’ cayó en el mismo pecado.
“Denunciaré a quien ha usado el dinero de la Liga para arreglar mi casa”. Aunque suene ridícula esa fue una de las frases ‘fuertes’ que el ex secretario de la Liga Norte, Umberto Bossi, pronunció en los últimos días. Es que hace un tiempo los vértices del partido derechista italiano estás sumidos en fuerte escándalo comenzado con una serie de investigaciones lanzadas por las fiscalías de Milán, Reggio Calabria y Nápoles. El principal acusado es el ex tesorero del partido, Francesco Belsito, quien habría utilizado indebidamente el dinero que el estado entrega a los partidos políticos para sanar sus cuentas luego de las elecciones. Belsito habría invertido en operaciones financieras en Chipre, Noruega y Tanzania. De allí, la plata se utilizó para pagar viajes, cenas y lujos de la familia de Bossi, incluida la reparación de su nueva casa en Varese.
Habiendo pasado a la historia, entre otras cosas, por su slogan ‘Roma ladrona’, creado para denunciar el supuesto abuso del estado italiano sobre los bolsillos del norte para pagar los subsidios de ‘los perezosos de sur’, hoy Bossi tiene que dar explicaciones por ser él quien se beneficia de la plata de los contribuyentes. Para solucionarlo todo, el ‘Senatur’, como se lo conoce en Italia, habría desembolsado grandes sumas de dinero para entregarlas sin declaración a su partido, con lo que engordó los ‘fondos negros’ investigados por el poder judicial.
Belsito está ahora siendo investigado por fraude, blanqueo de dinero, financiación ilegal y colaboración con la ‘Ndrangheta’ calabresa, mientras que el máximo líder de la Liga pasaría a ocupar el rol de ‘Presidente Federal’, un cargo más bien protocolar y sin poder de decisión real. Pero, más allá de las figuras puntuales, se trata de un durísimo golpe para un partido que ha sabido tener una gran fuerza electoral y ser el peso que hizo caer o sostener gobiernos en los últimos 20 años.
Xenófobos honestos
Es por lo menos curioso que un escándalo por fondos ilícitos sacuda hoy a la Liga Norte. No porque en sus filas se encuentren brillantes y honestos funcionarios o porque su militancia se precie de una conducta especialmente intachable. Todo lo contrario. Es que el éxito del partido está ligado al descreimiento generalizado que el italiano medio, especialmente en el norte, tiene respecto de la política. Sus principales victorias electorales se dieron una época muy caliente de la vida institucional italiana. En 1992, el caso ‘Mani Pulite’ explotó en la política de aquél país para dejar en pedazos a todos los partidos tradicionales. En ese año, la justicia ‘descubrió’ que todos los partidos se financiaban ilegalmente a través de coimas o sobreprecios, especialmente a través de las licitaciones públicas para el sector de la construcción. El entonces Primer ministro Craxi debió escapar a las apuradas de Roma para refugiarse en Libia, donde murió sin poder volver a la vida pública de su país.
En medio del rechazo general hacia la política, surgieron una gran cantidad de partidos locales y también se fortalecieron los movimientos sociales que venían denunciando la corrupción en el profesionalismo político ya desde los años 70. Ese fue el clima en el que se despedazó el Partido Comunista Italiano y surgió el movimiento liberal de Silvio Berlusconi.
Sin embargo, hubo un sector transversal, que iba desde los empresarios hasta el campesinado, sumamente conservador y regionalista que no tenía aún una representación política bien definida. La Liga Norte logró concentrar el descontento de estos sectores y proyectarlo hacia uno de los triunfos electorales más importantes de su historia. En las elecciones de 1992 el partido de Bossi logró conquistar 55 escaños en el Parlamento, convirtiéndose en la formación política de mayor crecimiento en pleno escándalo ‘Tangentopoli’.
En su trayectoria, la Liga pregonó la secesión del norte para constituir un estado independiente, la ‘Padania’. Con himno propio (el Va Pensiero, de Verdi), medios propios y símbolos creados ad hoc, los ‘padanos’ fomentaron todo tipo de discurso anti-inmigrante y anti-musulmán y varios fueron condenados por actos xenófobos y racistas. Pero además cuestionaron fuertemente el sistema político corrupto, la ‘Roma ladrona’, lo que le valió el apoyo durante varios años de buena parte de la clase media y de sectores populares del norte de Italia. Su alianza con Berlusconi y el sostenimiento del su gobierno durante tres periodos legislativos debilitaron un poco la participación en los actos por la independencia de la Padania, pero no el apoyo electoral, que se mantuvo relativamente estable.
El cimbronazo de ayer representa entonces no solamente un golpe muy duro a la leadership del partido sino que pone de relieve la contradicción interna de la Liga y de todo el arco político italiano, en un momento en el que el poder lo ejercen los ‘técnicos’.