Por Francisco Farina. Con la reapertura de las embajadas como eje y objetivo principal, arranca este viernes una nueva ronda de conversaciones entre los gobiernos de Cuba y Estados Unidos. Mientras, se multiplica el apoyo al reclamo por el fin del bloqueo.
Luego de las primeras reuniones realizadas los días 21 y 22 de enero, en las que se trabajaron ejes menos políticos -exceptuando el tema migratorio y el problema del narcotrafico-, en esta segunda ronda que inicia este viernes el punto central será avanzar en la reapertura de embajadas diplomáticas en ambos países.
La situación en este último mes tuvo algunas constantes negativas y cuestiones aún no resueltas. Por un lado, EEUU mantiene a Cuba en la lista de países que promueven y patrocinan el terrorismo. El Estado cubano había pedido en las distintas negociaciones su eliminación en dicha lista ya que, además de una falacia, entorpece e impide el financiamiento internacional hacia la isla. Otra situación clave a resolver es la resolución de la situación bancaria de la Oficina de Intereses de Cuba en Washington, que lleva casi un año sin estos servicios.
El bloqueo, madre de todas las batallas
La situación del bloqueo comercial y financiero que sufre Cuba desde hace más de medio siglo sigue siendo el tema más preocupante. El presidente Barack Obama, más allá de su potestad para levantarlo, decidió patear la pelota hacia adelante. Y hacia el Congreso. Raúl Castro no desperdició oportunidad para resaltar y sostener que el levantamiento del bloqueo es el objetivo más importante en la reapertura de las relaciones anunciadas el 17 de diciembre pasado. En el discurso de cierre de sesiones en la Asamblea de Poder Popular lo ratificó, pero hizo especial énfasis sobre esta cuestión en la última cumbre de la CELAC. Allí, todos los países se acoplaron al pedido y firmaron una declaración especial en la que se denunció esta situación, explicando que el bloqueo es “contrario al Derecho Internacional, causa daños cuantiosos e injustificables al bienestar del pueblo cubano y afecta la paz y la convivencia entre las naciones americanas”.
Estados Unidos cambió su táctica pero no su estrategia injerencista sobre la Isla. De diversas formas e iniciativas, desde el Norte tiran lazos o guiños a Cuba pero no pueden con su genio. Así es que no dejan de sorprender que hasta los más “bienintencionados” sigan hablando del bloqueo como una medida que fracasó para los intereses de estadounidenses, sin comprender la violación a los derechos humanos y a los tratados internacionales que eso implica. Así lo expresó Nancy Pelosi, líder de la minoría del Partido Demócrata en la Cámara de Representantes, en una visita de nueve legisladores a la isla la semana pasada: “Una de las razones por las que nos gustaría ver el levantamiento del embargo es que ha pasado mucho tiempo desde que fue impuesto y es una medida sin éxito”. El fracaso fue no poder derrumbar el “régimen” a costa del ahogo del pueblo cubano.
En la visita a la mayor de las Antillas, la comitiva de legisladores se reunió con dirigentes y altos cargos del gobierno cubano como el canciller Bruno Rodríguez, la directora general de Estados Unidos del Ministerio de Relaciones Exteriores de la Isla Josefina Vidal y la vicepresidenta de la Asamblea Nacional Ana María María Machado. También entablaron reuniones con parlamentarios cubanos, con la viceministra de Inversión Extranjera Ileana Núñez y con el Primer Vicepresidente de los Consejos de Estado y de Ministros, Miguel Díaz-Canel Bermúdez.
En este sentido, y como cercano antecedente, la semana pasada se presentó en el Congreso de Estados Unidos, a partir de una coalición bipartidista, un proyecto de ley que busca eliminar el bloqueo y, como expresa su nombre, “liberar la exportación a Cuba” (The Freedom to Export to Cuba Act). El proyecto está respaldado por la “U.S. Agriculture Coalition for Cuba”.
Así, queda al descubierto que detrás de estas muestras de dialogo e impulso al levantamiento del bloqueo de parte de funcionarios y legisladores de EEUU, se esconden los intereses de sectores empresariales de la industria alimenticia y de las telecomunicaciones que ven en Cuba un espacio para sus negocios. Estos objetivos son los principales fundamentos que exponía el New York Times en sus insistentes editoriales desde octubre de 2014 (“órgano de prensa que en determinadas circunstancias traza pautas sobre la línea política más conveniente a los intereses de su país”, según el propio Fidel Castro), en los que enunciaba por ejemplo que “Washington podría hacer más para respaldar a las empresas norteamericanas que tienen interés en desarrollar el sector de telecomunicaciones en Cuba. Pocas se han atrevido por temor a las posibles repercusiones legales y políticas”.
Las negociaciones continuarán en el país del Norte, con el tema clave de la instalación de las embajadas. Sutilmente, EEUU afloja con algunas limitaciones y flexibilizaciones del bloqueo, pero nada sustancial. Los intereses económicos de la carroña estadounidense no dejan de sobrevolar la isla desde hace más de medio siglo. La espina de las nacionalizaciones y la dignidad socialista, a 90 millas de distancia, aún desvela a los imperialistas. Quieren su patio trasero, sus prostíbulos y casinos que perdieron con la huida de Batista pero Cuba no retrocede ni compra espejos de colores. El avance será sobre el respeto y la hermandad de los pueblos o no será.