Por Redacción Marcha. Finalizó la segunda jornada del juicio contra Yanina González en los Tribunales de San Isidro. Con muchas incertidumbres y testigos por presentar se acrecienta la expectativa para hoy, el último día de declaraciones. Gran operativo policial y persecución a quienes reclaman justicia y libertad para la joven.
En el segundo día de la audiencia donde se debate la acusación a Yanina González por abandono de persona seguido de muerte contra su hija Lulú en el año 2013, la recepción por parte de los integrantes del Tribunal Oral en lo Criminal 2 de San Isidro fue distinta a la acontecida el día anterior.
La denuncia a las fallas del sistema judicial ante su forma de operar en el caso de Yanina se reflejó en el día del inicio del juicio, tanto en el impacto periodístico como en la permanencia y escrache realizada por parte de movimientos sociales y feministas en los tribunales. Este accionar fue utilizado como argumento de los integrantes del tribunal quienes decidieron acrecentar la presencia policial, la persecución y el control de las participantes como así también se convirtió en parte del discurso del tribunal que pidió desde el comienzo que se “mantenga la calma que el caso requiere” ya que las “características de ciertas protestas deslegitiman la causa”, en referencia indirecta al público que se encontraba en la sala como así también a la abogada defensora, Gabriela Conder.
En esa línea, la fiscal Carolina Carballido Calatayud de la Unidad Funcional Especializada en Violencia de Género del Departamento Judicial de San Isidro aprovechó la instancia para denunciar las agresiones y escraches contra su persona. Justamente por su rol, la fiscal fue acusada por el movimiento de mujeres por criminalizar a Yanina González sin contemplar su lugar de víctima de violencias y a la par encubrir al presunto femicida de Lulú, Alejandro Fernández. Mientras tanto, se escuchaba en los pasillos del tribunal: “para Yanina, la Libertad; a Carballido el escrache popular” es así que, entre tensiones y disconformidades se dio inicio a la audiencia.
“¿Acaso la medicina no era objetiva?”
Las palabras de una de las integrantes de la Comisión por la Libertad de Yanina González, en la realización de uno de los cuartos intermedios propuestos por el tribunal luego de la declaración del último perito convocado a dar testimonio, no pudieron ser más oportunas. Con la participación de los peritos del caso se puso de manifiesto una vez más, que no es posible la objetividad y que por el contrario la moralidad invade cualquier intento de declaración neutral.
Tanto el perito del Cuerpo Médico Forense de San Isidro como el forense de la Unidad Pericial de San Isidro explicaron ante el tribunal el procedimiento realizado por los mismos a la hora de precisar la situación de Yanina y Lulú. En ese marco, la audiencia presenció dos formas habituales de accionar por el cuerpo médico ante determinadas situaciones.
Por un lado, el primer perito realizó una mínima declaración en la que lejos de comprometerse con la situación, afirmó que su trabajo es de “rutina” con las personas detenidas, las cuales “pasan continuamente” sin aportar mucho al caso. Confirmó que según su informe “en ese momento” en el que Yanina es detenida y él debe proceder, ella “accionó de forma coherente, ubicada en tiempo y espacio.”
La exposición médica, necesaria para el juicio rozó con la morbosidad y por ende operó contra la integridad de cualquier persona. Particularmente, en el caso de Yanina quién siendo víctima de violencia machista tuvo que atravesar el asesinato de su propia hija, la opción de presenciar la lectura de la autopsia con las fotos correspondientes a la misma no podían ser tomadas con liviandad. En ese contexto, indignada ante la insistencia de la fiscalía de releer y repasar foto por foto la autopsia que se encontraba archivada y de la cual todos los integrantes del tribunal tenían conocimiento, se exigió el permiso de retirar a González .
Seguido del pedido de la defensa, se dio lugar a la participación del segundo perito, doctor y forense que interpretó la autopsia al cuerpo de Lulú ya que el médico que la realizó no se encontraba en el país para declarar. De forma muy detallista, el doctor desarrolló la explicación de las lesiones que se encontraban en el cuerpo y desplegó su interpretación al respecto, contemplando solamente como víctima a Lulú.
El doctor introdujo nueva información y puso en conocimiento el proceso de violencia que sufrió el cuerpo de la niña. Si bien ahondar en los detalles no es necesario, si remarcar que en dicha introducción de datos hay una nueva causal de muerte que no se contemplaba en la pericia confirmada por el forense, por lo que una vez más Gabriela Conder, la abogada defensora demostró las improlijidades con las que se procede en la causa.
La lógica comunitaria versus la lógica judicial
Tanto Cecilia Raspeño como Clara Alemán, dos de las tres testigos compartidas por la fiscalía y la defensa que llegaron a declarar en la jornada de ayer, son parte del Centro Comunitario Gallo Rojo del Barrio Obligado en el Partido de San Miguel, del cual Yanina González participó activamente durante su residencia en dicho barrio.
Las interlocutoras intervinieron en la sala con una lógica comunitaria que rompió la forma de entender los procedimientos y los procesos por parte del tribunal. En ese marco, la deslegitimación de las testigos y su tarea de educadoras populares pasó a ser moneda corriente; sin embargo y sin importar las intenciones de la fiscal Carolina Carballido Calatayud, las testigos relataron el acompañamiento que realizaron y realizan con Yanina desde el Centro.
“A Yanina la conozco desde el 2007 aproximadamente, nosotros estamos en una organización barrial desde donde hacemos actividades para jóvenes y Yani empieza a participar del espacio de chicas; al principio participaba de forma más esporádica pero luego con el embarazo de Lulú la comenzamos a acompañar más seguido” explicó Raspeño. “Lulú era hermosa, una nena super alegre; nació en el 2012 y aprendió a caminar con nosotros en un campamento que realizamos a Santiago del Estero, la nena era muy apegada a ella”.
En el año 2013, Yanina se mudó a la localidad de Derqui con Alejando Fernández su pareja en ese momento e imputado actualmente como “homicida” de Lulú. Las educadoras relataron que es entonces cuando pierden contacto por tres meses con Yanina y Lulú quienes se acercaron al Gallo Rojo días antes de la muerte de la beba. “Yani vino una tarde al espacio de chicas, ahí nos cuenta que vivía con Fernández, que no conocía a nadie, y ahí si nosotros la vemos a la gorda más decaída; siempre estaba alegre pero ese día no”, manifestó Raspeño.
Luego de estas afirmaciones y sin intentar comprender el trabajo comunitario, la fiscal insistió en preguntar por qué desde el Centro no realizaron las denuncias por violencias, a lo que Cecilia respondió contextualizando que el tipo de acompañamiento que Yanina requería tiene un tiempo de proceso que la justicia puede no llegar a entender, y para esto decide explicar a la fiscal que las mujeres en situación de violencias se encuentran en condiciones de vulnerabilidad, negación y miedo, factores que dificultan la rápida acción. “Esto no es así: yo lo veo y lo hago. Ella no estaba reconociendo la violencia que atravesaba, es un proceso. De hecho, con la ex pareja que también la violentaba, Yanina se acercó al Centro y después de varias veces de escucharla y acompañarla es que tomó coraje y decidió denunciarlo. Hacerle el frente a un violento no es fácil” expresó firme Raspeño.
Ante las repetidas preguntas de la fiscal, Cecilia Raspeño manifestó que a Yanina le llevó tiempo aceptar que Alejandro Fernández también era violento y para demostrar esto relató cómo en las primeras visitas a la Unidad 33 de Los Hornos, donde Yanina estuvo privada de su libertad por más de un año, “al principio no podía hablar”. Testimonió que “les costó mucho pero que al cabo de meses (Yanina) comenzó a relatar cómo había sido la situación; que él había querido tener relaciones sexuales con ella, a lo que se negó y que cuando se levantó a la madrugada a hacerle la leche a Lulú ve que él le estaba pegando”, es entonces cuando “ella lo saca y va a buscar ayuda con la beba”. Cecilia trató de disimular su llanto, pero a la par de Yanina, escondida tras un mojado pañuelo descartable, no se pudo contener.
Luego de unas horas Clara Alemán también fue convocada a declarar. Afirmó que conoce a Yanina desde el año 2005 por su participación en el espacio de mujeres en el Centro al igual que Cecilia. La fiscal de la Unidad Funcional Especializada en Violencia de Género del Departamento Judicial de San Isidro, Carballido, luego de volver a cuestionar y menospreciar el trabajo de las educadoras desde el “desconocimiento” por no ser “formal” interviene preguntando “pero este tipo de grupo, ¿qué era?, ¿de mujeres golpeadas?, ¿mujeres solas?”, a lo que Alemán respondió “la invitación es a mujeres jóvenes” dando cuenta a su vez de la importancia de trabajar integralmente con todas las mujeres en los barrios.
Sin comprender la explicación de la educadora, el tribunal volvió a insistir en si realmente Yanina sufría violencia, si se puede mencionar qué temas abordaban en los talleres de mujeres y cómo trabajan y denuncian las situaciones y fue allí cuando Alemán expresó “es común que pase en mujeres que reciben violencia de género que naturalicen o no registren la violencia, por ejemplo en un primer momento en el penal Yanina me dijo que él no era violento con ella pero después me relató una historia de violencias”.
Luego Alemán retomó la explicación diciendo, que “por el trabajo que realizamos en el Centro Comunitario Gallo Rojo y por la experiencia que tenemos, sabemos que muchas mujeres con baja autoestima se refugian y se relacionan con hombres violentos que las humillan. Son mujeres con características de sumisión a las que les cuesta dimensionar el peligro que corren tanto ellas como sus hijos al convivir con estas personas”. Y ante la pregunta de la abogada defensora Gabriela Conder sobre Yanina, la educadora afirmó, “en Yanina estas características estaban presentes. Se naturaliza la violencia como una forma de relacionarse. Y los pasos que se puedan ir dando con ellas en el grupo son muy lentos”.
El accionar de la fuerza policial y la complicidad con el poder judicial
La noche previa a que Alejandro Fernández, el presunto femicida de Lulú, se presentara a la primera jornada del juicio contra Yanina González tuvo frente a su domicilio dos patrulleros para “protegerlo”; sin embargo una ex pareja suya y quien se animó a denunciarlo, a declarar en la audiencia y quien piensa que Fernández es el asesino, quebró en llanto y abordada por el miedo a las represalias del violento pidió a la fiscalía custodia policial, solicitud que le fue negada.
En la segunda jornada y ante un impresionante operativo policial y vallado del edificio de los tribunales sanisidrenses, la policía volvió a actuar como brazo obediente de la justicia. Al finalizar la declaración de la última testigo, la fiscal Calatayud señaló a una integrante de la Comisión por la Libertad. Expresó que no “continuaría en la sala de seguir esa persona en la audiencia ya que la había violentado”, a lo que la joven decidió salir “sólo porque Yanina se lo merece”.
Hoy continúa la audiencia debate desde las 10 de la mañana. Se presentarán a declarar once testigos. Por un lado, la testigo común a la fiscalía y a la defensa que no llegó a declarar en el día de ayer y por el otro, cinco testigos convocados por la fiscalía y otros cinco por la defensa. En ese marco, es posible que no se pueda alegar hoy mismo realizando otro cuarto intermedio antes de la sentencia.