A partir de este jueves 5 comenzó a emitirse “Alegría y Dignidad”: crónicas sobre cultura popular y resistencias en barrios del Gran Buenos Aires. Continúa todos los jueves de abril y mayo, a las 20, por Canal Encuentro, con la conducción del poeta Camilo Blajaquis. Marcha dialogó con el director de la serie, Cristian Jure.
8 capítulos. Zona Sur, Norte, Oeste y Capital: los diferentes puntos cardinales y territorios donde el discurso dominante produce marginación. Los mismos puntos donde, a través de la organización, se refleja la resistencia popular, la creatividad alegre. Esa es la apuesta que “Alegría y Dignidad” -la serie dirigida por Cristian Jure y con producción general de Emilio Cartoy Díaz- intenta llevar a la pantalla chica. Pantalla que muchas veces resulta ajena y marginaliza a los sectores populares.
“Lo que queríamos contar con el equipo es, justamente, toda la potencia de la sustancia cultural en los barrios. Nosotros considerábamos que los pibes de los barrios estaban estigmatizados, estaban mal representados, siempre se los mostraba y testimoniaba a partir de lo que faltaba, y muchas veces echándoles la culpa por las cosas que les faltan” manifestó a Marcha Cristian Jure.
Afuera de las pantallas, en las barriadas de barro, cartón y chapas, hay otra alegría. Una que resulta aún a pesar de esas cosas que faltan. Que es lejana a la que muestra el relato dominante. Que se manifiesta con diferentes formas, pero que tiene como expresión muchas veces la actividad en la militancia cultural y social. Que tiene nombres, voces y cuerpos.
Cesar tiene 21 años. Pasó 5 de esos años preso en institutos y cárceles. No hace mucho tiempo renació como Camilo Blajaquis, tras romper con el sistema de marginación a través del arte, con dos libros en su haber -escrito uno desde el encierro-. Él estará a cargo de la conducción. Por eso Jure señaló que “Lo que buscamos es contar a partir de lo que se tiene. Obviamente reflejando las desigualdades y las cosas que sabemos, pero poniendo el eje en la potencialidad transformadora. En ese sentido el nombre de Camilo Blajaquis salió casi por decantación. Es el tipo que mejor expresaba lo que queríamos contar”.
La alegría entonces se transforma en manifestaciones de la resistencia, del compromiso y la organización para, con entusiasmo, cambiar un estado de cosas. Pero no desde afuera o desde arriba, con una mirada ajena. Sino con una mirada propia de alguien que la conoció, salió y sufrió una metamorfosis: tal como se presenta el joven conductor.
“Basicamente porque no queríamos que nadie traduzca nada. Que no haya un pibe de clase media que va a ver como vive la gente en el barrio. Los codigos de los barrios son representados tal cual porque Camilo no traduce nada. Es de igual a igual la cosa”, concluyó Jure.