Por Facundo Merlán. Uno de los hijos pródigos volvió a su hogar. Daniel Gastón “el Rolfi” Montenegro, luego de desvincularse del Rojo de Avellaneda, regresó a Huracán.
Jueves 19 de febrero. Daniel Rolfi Montenegro, desde sus inicios, ya no estaba en los planes de Jorge Almirón, técnico del Club Atlético Independiente. En declaraciones cruzadas, el presidente del Globo, Alejandro Nadur, afirmaba que Huracán “no contrataría jugadores mayores a los 28 años”, mientras el DT Néstor Apuzzo no negaba ante las cámaras que “sólo un loco discutiría a Montenegro”. Por la noche el presidente de Nueva Chicago, Sergio Ramos, afirmaba a través de Twitter que Daniel Montenegro vestiría la camiseta del “Torito de Mataderos” en el flamante campeonato de 30 equipos.
Nunca sabremos si fue una jugada intencional, pero lo cierto es que el Globo se encontró con una carta más y el viernes, cuando todo parecía que el Rolfi terminaría en el verdinegro, luego de rescindir con el Rojo de Avellaneda se dirigió a la Avenida Caseros al 3100, sede social de Huracán, y estampó su firma. Lo cierto es que el Rolfi Montenegro regresa luego de 13 años, concretando así su tercera etapa en la institución. Ya no es aquel jovencito de arranque furioso y gran gambeta en velocidad que debutara con el Globo en el pecho el 7 de abril de 1997, con 18 años recién cumplidos, en la victoria 3-1 frente a Vélez Sárfield. Por aquellas épocas el presente de Huracán no era el mejor. A pesar de las importantes apariciones en el primer equipo, como Sixto Peralta, Antonio Barijho, Gastón Casas o el propio Rolfi, el club no pudo revertir su mal presente y 6 fechas antes de finalizar el Torneo Clausura del año 1999, descendió por segunda vez a la Primera B Nacional. Montenegro, luego de disputar 79 partidos y convertir 19 goles, emigró al Olympique de Marsella.
En las retinas quemeras quedaban su gran pegada, aquellas asociaciones con Peralta, sus asistencias al Chipi Barijho o sus grandes partidos, como aquella histórica remontada frente a River Plate en el Monumental que terminó 4-3 en favor del Globo, con una gran actuación suya. Pero este no sería el final de la historia. Montenegro volvería al país por 6 meses en el Clausura 2000, para vestir la camiseta del Rojo por primera vez. El precio elevado de su pase lo catapultaría nuevamente a Europa a mitad de año. Al mismo tiempo, Huracán retornaba, luego de un año, a la Primera División del Fútbol Argentino. Pasaron dos temporadas hasta que el destino volvió a unirlos.
Montenegro alternó buenas y malas en el Olympique, en el Real Zaragoza y en el Osasuna, estos últimos de España. Huracán intentó afirmarse nuevamente en la máxima categoría con campañas irregulares. Y en el Clausura 2002, el Rolfi volvió a “su casa”. Fueron únicamente 6 meses que, sin embargo, estuvieron lejos de ser menores. El enorme rendimiento que mostró en el torneo potenció el nivel de jugadores que ya estaban en el club, como Luis González y el delantero uruguayo Gerardo Morales. La dupla que formó con “Lucho” fue superlativa, llevando al Globo al cuarto puesto y dejándolo en las puertas de la Copa Libertadores. Sin embargo, el presente económico de Huracán era muy similar al de Independiente 2 años antes y por tal motivo, el Rolfi no pudo seguir en la institución.
Del amor al odio El camino posterior de Montenegro tuvo muchas más alegrías que el de Huracán.Salió campeón con el Independiente de Gallego al torneo siguiente y, a pesar de la baja en su rendimiento, al año próximo fue cedido a River Plate donde logró recuperarse. En su derrotero de clubes fue vendido en el 2009 al América de México. Ese año, Montenegro convirtió por primera vez un gol enfrentando a Huracán en la victoria del Rojo 2-1, marcando el primer punto de inflexión con la parcialidad quemera. Si bien Montenegro apeló las demostraciones de respeto utilizadas por los futbolistas en estas situaciones y no gritó el gol, no cayó del todo bien entre los hinchas del Globo. En el 2012, el Rolfi quedó en libertad de acción en la institución de México. Este momento marca el segundo punto de quiebre con los fanáticos del club de Parque Patricios. Los cruces periodísticos mediáticos dijeron que Montenegro había sido “sondeado” por Huracán y que este había descartado la oferta debido a que el club militaba en la B Nacional.
Finalmente, el jugador acordó su cuarta etapa en Independiente. El presente del Rojo no era el mejor y a mediados del 2013 descendió por primera vez en su historia a la Segunda Categoría del Fútbol Argentino. Montenegro se quedó en el club y en la 6 fecha del campeonato le tocó volver una vez más al Ducó para jugar contra Huracán. La parcialidad local, presa de las versiones mediáticas sin confirmación, cargó contra él durante todo el partido. La relación con aquellos hinchas que años atrás lo habían aplaudido hasta el hartazgo, estaba quebrada. Pero faltaba la estocada final. Un año después de aquel partido, el destino quiso que el Globo y el Rojo definieran el tercer ascenso en un partido desempate por igualdad de puntos en el torneo. Independiente se impuso por 2-0 y la imagen del efusivo festejo del Rolfi de cara a la parcialidad roja fue el punto de quiebre final con el hincha de Huracán. Su apellido se había convertido en mala palabra en Parque Patricios. Sin embargo, el desplante a Chicago y la decisión de volver al club que él reconoce “de sus amores” generó fuertes repercusiones y un gran sacudón entre los hinchas quemeros.
Daniel Montenegro es una de las últimas grandes apariciones nacionales importantes del club. Quizá para los hinchas más grandes represente simplemente la imagen de un buen jugador, producto de la magia que la edad les permitió ver con la camiseta del Globo. Sin embargo, para los hinchas más jóvenes que no han podido disfrutar las glorias deportivas de la institución, el Rolfi es uno de los pocos jugadores que han sabido generar ese romanticismo deportivo luego de haberlo visto desparramar rivales en el Ducó. Esas cosas no se olvidan. Así como tampoco la pasión olvida lo que representa, en el susceptible ámbito futbolístico, una herida al corazón del hincha. Y ese grito aguerrido con golpe en el pecho incluido, en la tarde lluviosa de La Plata, mientras sufrían aquellos que, a pesar de los recientes maltratos, habían sabido sonrojarse las manos con aplausos, significa una herida pasional difícil de olvidar. Pero esto no es motivo en lo absoluto para menospreciar la calidad y la jerarquía de Montenegro. No hay que mezclar peras con tomates. Sería un error histórico para el Club, en un momento en el cual la institución requiere aunar fuerzas y tirar todos para el mismo lado, anteponer el dolor personal por sobre el beneficio colectivo. Si a Montenegro le va bien, a Huracán le va a ir bien. Será cuestión de asistir al primer partido en la tercera y ¿última? etapa del Rolfi en la institución y ver por qué opción opta el hincha.
Desde estas líneas, quien escribe elije usar las buenas épocas de Montenegro en la Quema como un paliativo al dolor de las imágenes de la final con Independiente, apelar a la indiferencia cuando el jugador cruce la manga y apoyar a todo aquel que demuestre intenciones de aportar el grano de arena a este momento único en la historia del Club. Bienvenido, Rolfi. Estás de vuelta en casa.