Por Nadia Fink y Andrea Sosa Alfonzo. El 11 de febrero víctimas de un enfrentamiento entre bandas y del accionar de Gendarmería Nacional en la villa 1-11-14, murieron Delia Herrera y Maximiliano Hernán Milesi. Lo que poco se dijo en los medios de comunicación.
Recientemente los medios de comunicación difundieron la noticia de un “violento episodio” entre bandas “donde resultó baleada una ambulancia del SAME”, en la Villa 1-11-14 del Bajo Flores. El resultado fue de dos muertos y dos heridos hospitalizados. El foco una vez más estuvo puesto en la violencia de las villas, sin embargo, versiones recientes de los familiares de las víctimas, que realizarán una marcha hoy por la mañana hacia la Fiscalía de Pompeya, ponen sobre la escena la desidia del Estado, el accionar impune de las bandas y los acuerdos de protección que les brinda Gendarmería Nacional.
La noticia trascendió con la imagen del director del Hospital Piñero, Damián Pagano, anunciando los hechos: “La ambulancia había quedado en el medio del tiroteo y recibió un impacto de bala. Luego, los familiares de los baleados fueron armados a la guardia del hospital Piñero a intimidar a los médicos”. Mientras, la Gendarmería, custodiaba la Guardia del centro de salud. En esa ocasión Pagano advirtió que “estamos perdiendo la capacidad de asombro sobre la violencia en los hospitales. Nos quieren acostumbrar. Cuando vamos a atender a un barrio carenciado, el profesional tiene que salir corriendo”.
Lo cierto es que el accionar de grupos delincuenciales y bandas narco-policiales en los territorios se da ante la desidia del Estado y ante la complicidad de las fuerzas de seguridad. El trabajo que antes hacia la Policía Federal tuvo su continuidad con la llegada de Gendarmería o Prefectura.
Según el testimonio de familiares y organizaciones sociales, el relato fue recortado por los medios y la construcción de la noticia unió, en un mismo hecho, diferentes sucesos con la intención de reforzar los imaginarios y estigmas sobre las villas. Delia Herrera, de 28, y Maximiliano Hernán Milesi, de 18 años resultaron muertos ese día producto de la balacera entre bandas, fue la noticia construida. La historia que se cuenta adentro del barrio y las denuncias de la familia de Maximiliano señalan que la bala que lo mató fue disparada por la Gendarmería horas antes de la llegada de la ambulancia, en otro sector de la 1-11-14. En cambio, para la fiscalía de Pompeya –que llevó adelante el caso de Kevin Molina y Fernando Carrera–, la balacera tuvo que ver explícitamente con un tiroteo entre bandas que se disputan territorio.
En diálogo exclusivo con Marcha, Juan Milesi, el padre de una de las víctimas, Maximiliano, asegura que el 11 de febrero entre las 12 y las 12.30 horas ocurrió “un tiroteo en el barrio a dos cuadras del sector en el que vivo”, pero aclaró que hay una confusión –en relación con lo publicado por los medios de comunicación semanas atrás– “porque el tiroteo en el que muere mi hijo es anterior al que se produjo cuando ingresó la ambulancia”.
En la reconstrucción de los hechos, Juan mencionó que de acuerdo al testimonio de sus vecinos previo a la llegada de la ambulancia al barrio (recordemos que fue baleada al quedar en medio de un tiroteo cuando personal del Piñeiro asistía a una persona que se había descompuesto en su propia vivienda), “decían que había tiros, muchos tiros, que él (Maximiliano) pasó con la moto, que se lo veía asustado”. Lo cierto es que ese día a los pocos minutos de lo sucedido, supo por sus propios vecinos “que le habían disparado y un auto particular lo había llevado hasta el Piñeiro”.
“A la hora u hora y media que ya estábamos en el Hospital”, continuó Juan, “entró una chica herida, transportada por una camioneta Kangoo”. Recién en ese momento, fue cuando “llegaron algunos familiares a amenazar a los médicos para que atendieran a algunos heridos”. Este tipo de accionar es común en las bandas narcos y delictivas que actúan en los barrios populares. Recordemos por caso en Rosario la filmación que retrata la llegada de un herido (El Quemadito Rodríguez) al Hospital de Emergencias Clemente Álvarez (HECA) y el despliegue de la banda del Quemado amenazando a los médicos, momentos antes de asesinar a tres jóvenes en lo que se conoció como el Triple Crimen de Villa Moreno.
“No quiero que el caso de mi hijo quede tapado como los demás”
Los familiares de Maximiliano convocaron a una marcha para hoy a las 11 horas, que partirá desde Cruz y Perito Moreno hacia la Fiscalía de Pompeya. Los docentes de la Escuela de Educación Media nº3, del distrito escolar 19, vecinos, amigos y organizaciones sociales, acompañarán la movilización. “Marchamos a la fiscalía para que la causa no quede archivada ahí y sea derivada a un tribunal, queremos verdad y justicia”, aseguró el padre de Maximiliano.
La preocupación reside en el accionar fuera de protocolo que antecede la reputación de la Fiscalía Descentralizada que corresponde a Nueva Pompeya y Parque Patricios, a cargo de Adrián Giménez, donde cayó este caso. Una fiscalía tristemente célebre por casos de cajoneo de expedientes (como el caso Kevin, de 9 años, asesinado de un balazo en la cabeza en el barrio Zavaleta) o por el caso de Fernando Carrera, tan irregular en su proceder que valió hasta una película, The Ratti Horror Show de Enrique Piñeiro.
Simplemente, para el fiscal Giménez lo que sucedió la madrugada del 11 de febrero fue “una lucha de poder en la villa, se trata de dos grupos que delinquen y el problema es el vecino que está ahí en el medio. Esto es habitual, lamentablemente. Solo en esta Fiscalía tenemos el record de homicidios de la ciudad de Buenos Aires”.
Desde el barrio, las respuestas no son las suficientes, así como tampoco ensanchar los índices de muertes en manos de las bandas que bajo el ala cómplice de las fuerzas de seguridad no hacen más que reflejar el abandono del Estado. El único déficit real y la noticia que contar es que una porción de territorio al sur de la Ciudad, no sirve más que para hacer un como si de la gestión macrista en las villas. En cambio, el proyecto de urbanización que permitiría integrar el barrio a la Ciudad, duerme cajoneado bajo el desinterés de los legisladores oficialistas y opositores.
Los hechos y la construcción de un relato, aún desde los medios, debe contarse desde los verdaderos protagonistas de la historia. De modo de confrontar con las voces de los de abajo, al encubrimiento y la estigmatización de las y los villeros.
El padre de Maximiliano intenta una y otra vez que “limpien el nombre” de su hijo. Cuenta que es pintor de casas, y que vive desde 1990 en el barrio que integra el Bajo Flores. Además de Maximiliano, tiene otros dos hijos. Maxi jugaba al fútbol desde muy chico, “nació jugando a la pelota”, dijo Juan evocando con emoción a su hijo, un buen número 5. Mientras los medios se preocupaban por construir una muerte en enfrentamiento más, en el Facebook de “Sábado Gol” puede leerse: “Lamentamos informar el fallecimiento del joven Maximiliano MILESI, volante de la 5ta División de SACACHIPAS F.C.”