Por Juan Manuel De Stefano. Daniel Osvaldo llega a Boca con una mochila completa de un sinfín de condimentos: pasiones, desventuras, goles, peleas, conflictos, y más goles.
¿Cómo catalogar a un jugador? ¿Habría que separar entre lo que ocurre dentro y fuera de la cancha? ¿Cómo pararse ante un jugador que discurre constantemente entre la genialidad y el escándalo? Va de suyo que, como primera medida, hay que reconocer la invaluable riqueza técnica y el peso específico que tiene como jugador. Un nueve de los buenos, que muta entre la definición exquisita y lujosa, y la pelea ante compañeros, hinchas o rivales.
Lo cierto es que Osvaldo es una mezcla entre todos estos condimentos. Pulula frecuentemente en la cornisa de los sentimientos más extremos y no reniega ni se arrepiente de ello. Vida de trotamundos incansable por la cantidad y la calidad de clubes en los que jugó: Huracán, Atalanta, Lecce, Fiorentina, Bologna, Español, Roma, Southampton Juventus, Inter. Y ahora Boca. Integró la Selección Italiana en reiteradas ocasiones y no jugó el último Mundial por los problemas disciplinarios en los que venía incurriendo: la combinación entre dos personas como Balotelli y el argentino nacionalizado no se veía como muy “saludable” para el resto del plantel.
Con condiciones futbolísticas que dan para que se mantenga en el más alto nivel del fútbol mundial, el nueve lujoso, potente, de buen cabezazo, de grandes condiciones técnicas y criterio para jugar, firmó con Boca. El equipo del Vasco Arruabarrena necesitaba jugadores de jerarquía como el ex jugador del Globo. Suena a poco la firma por sólo 6 meses con una cláusula para quedarse a jugar las instancias finales de la Copa Libertadores. Lo más lógico hubiese sido una permanencia de un año completo en el club. Pero las condiciones de Osvaldo ameritan las cláusulas de su contratación.
La historia del notable centrodelantero comienza en Huracán allá por el año 2005, cuando debuta en la Primera del Globo, y a fuerza de algunos goles y unas condiciones que avizoraban un gran futuro es vendido a Italia luego de un puñado de encuentros. Su participación en las juveniles italianas forjó a un muy buen delantero con movilidad, gol, buen cabezazo y una gran personalidad. Lo más destacado en sus comienzos lo mostró en Fiorentina con grandes actuaciones y una buena cantidad de goles. Uno muy recordado en 2008 ante el Milan que le dio a los de Florencia la chance de jugar la Champions League. En España llegaría otro punto alto del delantero. En el Español de Barcelona jugó un año y medio y demostró estar a la altura de los mejores del Planeta. En la Roma, la historia es más conocida: gran rendimiento junto a Totti y compañía pero la parte disciplinaria atentó contra un jugador que iba camino a convertirse en un ídolo eterno. La historia reciente muestra a un goleador con poco rodaje, algunas definiciones exquisitas y buenas actuaciones. Pasen y vean.
Las peleas del 9
Su discutida y polémica personalidad hace que el ex Huracán tenga en su foja de servicios un importante “prontuario disciplinario”. Jugando en Roma se encargó de recriminarle a Lamela –en un encuentro ante el Udinese– su poco juego en equipo al negarle un pase. El incidente motivó que en el vestuario golpeara al ex River, que contestó tirándole una botella. En el club lo suspendieron por su comportamiento. Al poco tiempo, y luego de otra derrota ante Juventus, volvió a tener un encontronazo, esta vez con Erik, que no llegó a los manotazos pero abundó en insultos y gritos. También estando en la Roma, fue suspendido por dos fechas por insultar a un árbitro en un partido ante Fiorentina. Luego ocurrió la discusión con el entrenador Aurelio Andreazzoli, que no lo incluyó como titular en el encuentro ante Lazio por la final de la Copa Italia. Tras el partido, el técnico dijo que el argentino “suele montar estas escenas delante de las cámaras, y luego va a llorar a su rincón”.
El comportamiento del delantero derivó en que el entrenador de la Azurra, Cesare Prandelli, en nombre de un código ético, no lo incluyera en la Copa Confederaciones ni en el Mundial de Brasil. Y del club romano se tuvo que ir –finalmente– tras varias discusiones con los Tifosi. Hubo silbidos, peleas y provocaciones de ambas partes. “Los peleo de a uno. Hice como 200 goles, ¿qué quieren?”, declaró enojado. El pase al Southampton en casi 20 millones de dólares fue el más elevado del club inglés en su historia. Osvaldo comenzó con las ilusiones bien arriba –le marcó un gol fantástico con su sello al City–, pero raudamente derrumbó todo lo bueno al pelearse en un entrenamiento con su compañero José Fonte. Venía de ser suspendido por la Federación Inglesa por una pelea en un encuentro ante el Newcastle. En su estadía en el Inter discutió con Icardi tras una jugada en el que Osvaldo pedía pase, y el discutido delantero intentó la individual. Después de la fuerte recriminación en público que le hiciera, sumado a la pelea con el entrenador, que lo dejó fuera del club italiano y posibilitó su desembarco en Boca.
Una historia que recién comienza y de la sólo el protagonista sabe su desenlace. Hincha confeso del club, el nueve de los goles lindos y que festeja con “la metralleta en la mano” tiene todo para ser ídolo. ¿Podrá? ¿O volverá a convertirse en su propio verdugo? Hay una opción que se descarta… Osvaldo jamás pasará desapercibido.