Por Sebastián Orrego desde Uruguay. Ya se empieza a delinear lo que será el gobierno de Tabaré Vázquez desde el 1º de marzo. Un análisis sobre la etapa que atraviesa el país, signada por la ambigüedad de medidas progresivas junto a un modelo que no propone cambios estructurales.
Uruguay, según los índices de desarrollo de la ONU y el Banco Mundial, viene muy bien rankeado en los últimos años y promete seguir siendo vanguardia internacional con la implementación de ciertas medidas progresistas como lo fueron la regulación estatal de la producción y venta de marihuana y la despenalización del aborto.
A su vez, hay otra cara que contrasta con esa nación sobrevalorada mundialmente. Por un lado, sigue persistiendo un profundo nivel de desigualdad; además, la importante dependencia de la inversión extranjera directa, la cual financia principalmente la matriz extractivista exportadora que hoy domina en la región, estando atada principalmente a unos pocos bienes primarios como la soja, la carne bovina y los lácteos.
Es visible en Uruguay, y hasta notorio, el dinamismo económico que se acompasa continentalmente. Si bien las tasas de desempleo muestran un decrecimiento constante durante los últimos años, la mayor cantidad de mano de obra desocupada fue absorbida por el sector informal, configurando hoy casi el 25% de la población económicamente activa según el último informe de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal). Por su parte, la Ley de Responsabilidad Penal recientemente aprobada marca una conquista del sector sindical, el cual se vio sumergido durante gran parte del año pasado en la lucha por esa reivindicación y los consejos de salarios.
Algunos analistas estiman que, al igual que el resto de la región, el país vivirá una desaceleración del crecimiento económico y, tal como ya se viene sintiendo en los bolsillos, una suba de la inflación cuyos índices se verán afectados por los paliativos que el gobierno esté dispuesto a desarrollar para evitar que la inflación supere el par de dígitos.
Es interesante ver al respecto como la baja del 5,5 en la tarifa del servicio de luz (UTE) que el ente implementó por orden del Ejecutivo en julio de 2014 ayudó a regular los índices inflacionarios durante el segundo semestre. Paradójicamente, se esperaba que la tarifa continuara bajando progresivamente (tal como lo había señalado el propio ministro Kreimerman pometiendo hasta un 20% escalonado hacia finales de 2015), pero a mediados de enero se anunció una suba del 6,9% en el servicio. El oficialismo defiende la medida argumentado que las tarifas “evolucionan por debajo de la inflación” y que es necesaria dicha recaudación para compensar el déficit fiscal. No obstante, el servicio de agua también se incrementó en un 9,2%, mientras que los combustibles no vieron reflejada en sus tarifas la caída a pique del precio del petróleo. También aumentó el precio del boleto llegando a valer un dólar el viaje común en ómnibus de línea.
Veremos en el futuro qué sucede y qué efectos se dispararán si el presidente electo lleva cabo, entre otras, su promesa de quitar el IRPF (Impuesto a la Renta de las Personas Físicas) a los aguinaldos y el salario vacacional, producto de una campaña que pretendió sobre todo captar votantes de la clase media (sector que se mostró hostil para el Frente Amplio durante toda la campaña).
El equipo de Tabaré
En cuanto al gabinete anunciado que asumirá el 1º de marzo, la sorpresa fue que hubo pocas sorpresas. Repitió varios apellidos de su mandato anterior, mientras que otros continuarán la función que desempeñan en la actualidad. Con este panorama, se fortalecen los argumentos de quienes tildan a la clase política uruguaya de tender a la “gerontocracia”. El promedio de edad del flamante gabinete supera los 65 años. El Movimiento de Participación Popular (MPP), con tres integrantes, y el Frente Liber Seregni, con cuatro, son los sectores FA con más presencia ministerial.
A modo de resumen, resaltaremos algunas designaciones de relevancia que agreguen elementos de análisis a la reflexión.
El actual vicepresidente Danilo Astori retomará el cargo con el que acompañó la gestión anterior de Vázquez. Conducirá el Ministerio de Economía y Finanzas. Así, se puede prever una marcha económica que no modificará ni la estructura productiva ni la legislación actual que hoy apoya la capitalista acumulación por desposesión.
El actual y futuro ministro de Defensa, Eleuterio Fernández Huidobro, recibió el 2015 con una campaña vía redes sociales que se viralizó exigiendo su renuncia. Es que no fue menor su metida de pata, trató de “imbéciles” a los integrantes del Servicio de Paz y Justicia (Serpaj), quienes solicitaron que se aceleren las investigaciones sobre los desaparecidos durante la dictadura. El jerarca se mostró preocupado por el estado de salud de algunos represores que están encarcelados e ironizó al respecto diciendo que podría hallar mayor información si el Serpaj le autorizaba a torturar. Es que la verdad y la justicia son las grandes ausentes en el decálogo de logros frenteamplistas luego de que el plebiscito al respecto pareciera haber sepultado rotundamente el debate. La cúpula del FA se reunió rápidamente con Huidobro para expresarle su desagrado y poner paños fríos a los entredichos.
Marina Arismendi repetirá como ministra de Vázquez en Desarrollo Social, y ya desató la polémica antes de comenzar su gestión. Expresó que no estaba de acuerdo con anularle los subsidios sociales a quienes no manden a sus hijos a la escuela (condición que exige hoy el Estado a los beneficiarios de dichas políticas sociales). A raíz de este polémico comentario, la oposición salió con los tapones de punta, y sectores del FA también se mostraron en desacuerdo.
Un divertido variopinto
Un aprendizaje de las pasadas elecciones: todavía queda un largo camino por militar en materia de criminalización de la pobreza, sobre todo de la juventud. El plebiscito por bajar la edad de imputabilidad no triunfó, y eso fue una victoria del pueblo en su conjunto y de la “Comisión No a la Baja” que realizó una excelente “contracampaña”. Pero recordemos que se ganó por un mínimo porcentaje, una diferencia muy estrecha que evidencia la presión que ejerce el miedo en la opinión pública. Cabe señalar que más del 20% del electorado del FA introdujo la papeleta para que se bajara la edad de imputabilidad. Surge entonces la duda: ¿el país está realmente viviendo un giro hacia la izquierda?
Obviamente el reconocimiento mundial de algunas medidas progresivas no es caído del cielo, sino producto de un gobierno frenteamplista que se empeñó en gobernar reconstruyendo un aparato estatal muy castigado. Supo adjudicarse pequeñas victorias internas y grandes logros internacionales. Antes de despedir el año, el Pepe Mujica logró por fin dos metas que volvieron a ponerlo en las tapas de los diarios del mundo (sin contar cuando levantó a un trabajador que hacía dedo en la ruta): consiguió traer de la cárcel de Guantánamo a seis expresos a los que el país brinda asilo y, anteriormente, arribaron las primeras familias de un contingente de 120 refugiados sirios. Otra incógnita: ¿seguirá Vázquez la misma línea en política internacional?
Días pasados, la revista Caras y Caretas daba a conocer una lista con las 120 familias más ricas del Uruguay. Allí, un pintoresco detalle expone la contradictoria actualidad política del país: curiosamente quien ocupa el primer puesto de ese listado es el empresario Alberto Fernández, íntimo amigo del presidente “mas pobre del mundo”. El magnate colaboró económicamente antes y durante la gestión de Mujica y hasta prestó su avión privado al mandatario para viajes protocolares.
La realidad uruguaya atraviesa una transición signada por los aciertos y errores de una fuerza política que se va afianzando con cada año de gobierno, favoreciendo a su vez a empresarios de su círculo de confianza. El país vive una etapa que presenta notas de color y recovecos demasiado oscuros, pero que también presenta un panorama en el que poco se ha avanzado en cuanto a fortalecer acciones colectivas que abonen al crecimiento y desarrollo del poder popular. Los movimiento sociales, a diferencia de otros países latinoamericanos donde se esfuerzan por masificarse, están aquí todavía en una etapa de gestación incipiente.