Por Ricardo Frascara. El cronista, acaso por la fiaca veraniega, envía aquí un desafío a los lectores. Es un juego original, que sirve para convertir de alguna forma en cómplices a quienes lean de esta nota, que da una rápida visión sobre los mega negocios de la FIFA.
Propongo al lector/a un juego de verano: buscar un título para este relato. Esto, que implica una confesión, sucede de alguna manera con toda crónica. Porque al escribir para que lo lea otro, uno está confesándose, está exponiendo su pensamiento sobre algo, o su gusto. Y como parte de este acto, les digo que no es que me falte un título para la nota. El inconveniente es que me sobran. Le encontré la solución: elíjanlo ustedes. Adáptenlo a su preferencia. Como dijo la escritora Anaïs Nin (1903/1977): “No vemos las cosas como son, las vemos como nosotros somos”. De ahí mi duda: no sé cuantos de ustedes hay como yo, así que… invoco al gusto de cada uno. Claro que esta propuesta de deducir el título actúa como gancho para que lean la crónica. Pero, bueno, esto forma parte del juego. Entonces, aprecien mi desconcierto. Tengo: “Zafarrancho en la FIFA”, “La terra trema” (*), “Una marca tóxica” o “¿Cierran la caja de Pandora?”
El caso es que al cambiar de año y con las mentes relajadas por el champagne con el que festejaron no sólo la Navidad, sino especialmente las ganancias del Campeonato Mundial de Brasil, el suizo Joseph Blatter (78) y su gente han recibido un golpe brutal, que pone en peligro el equilibrio de su trono. Es que la FIFA está fofa. Luce frágil, desgastada al máximo desde que comenzaron las acusaciones de corrupción. Esos vientos han conmovido sus velas y el crucero que parecía eternamente plácido recibe los embates de una tormenta no anunciada. Un tornado sin precedentes en el reino del fútbol-negocio. Un rayo cayó sobre sus finanzas a futuro, provocando un espectacular zafarrancho en la FIFA. Dos de sus más prominentes sponsors, Sony y Emirates (**), anunciaron su retiro de la sociedad mundialista, lo que hace que se agiten aterradas en el pecho de Blatter las dos docenas de condecoraciones cosechadas en 17 años de mandato. La noticia de Sony –recupera los 277 millones de dólares del próximo contrato– llegó a Zurich apenas apagado el brillo de la fiesta por el Balón de Oro. En tanto Emirates había confirmado su retiro en noviembre, aclarando que actúa por razones éticas. Obviamente Blatter ya está en conversaciones con Qatar Airways, para recuperar una compañía aérea de primera línea. Con el agravante de que ya hablaban de la caída de sus contratos con la FIFA las compañías británicas Castrol, Continental y Johnson and Johnson (***). Es que los ingleses quedaron muy contrariados por el sorteo que dio a Qatar el campeonato de 2022.
El diputado conservador inglés, Damian Collins, sentenció, refiriéndose a la FIFA, es claro: “Es una marca tóxica”. Y las empresas británicas, a las que ya no les entusiasmaba aparecer como sostenes del Mundial de 2018 en Rusia, dieron un paso hacia el rompimiento con la sede central de este espectáculo-pasión. Mientras esto ocurre, ponen las barbas en remojo Adidas, Visa, Hyundai: ordenaron una encuesta profunda de imagen de la entidad “rectora” (¡!) del fútbol con epicentro en la corrupción de sus dirigentes, acusados de haber favorecido al poder árabe, como se publicó en todo el mundo tras la elección de la sede de 2022, a la que también aspiraba Estados Unidos, que sufrió la derrota en el alma y el bolsillo.
Y acá no se habla de pavadas como las que suceden en los sectores puros de la pelotita, aquí se habla de millones. La Caja de Pandora de la FIFA recibió por derechos de marketing para el Mundial de Brasil unos nada despreciables 404 millones de dólares. Ingreso que fue a sumarse al de los derechos de TV ya vendidos para el período 2015-2022, por 1.850 millones contantes y sonantes. De este rincón del cofre, Blatter saca los pergaminos que garantizan sus negocios futuros. De manera que todavía falta ver hasta qué punto los grandes conglomerados económicos –por ejemplo Coca Cola o Adidas– dejan de usar una pantalla tan tentadora para exhibir sus marcas. La hoy tremenda frase de Collins, puede transformarse mañana en atractiva y sonora retórica.
(*) Film clásico de Luchino Visconti, 1948
(**) Componen el conglomerado más valioso para la FIFA, que recibe de cada grupo empresario del “big five” entre 25 y 50 millones de dólares anuales.
(***) Integrantes de la segunda línea de aportantes, con una cuota anual de entre 10 y 25 millones cada uno.