Por María Cheb. El dirigente de los Sin Tierra explica la reevaluación que el movimiento hará sobre su postura frente al gobierno de Dilma tras la designación de varios ministros conservadores. También describe las tareas en esta etapa para el movimiento popular latinoamericano.
En entrevista con el programa Estación Latinoamérica de la radio comunitaria Che Barracas (ubicada en la villa 21 de Buenos Aires), Miguel Stedile, de la Coordinación Nacional del Movimiento Sin Tierra (MST) de Brasil, se refirió a las críticas y reparos que las organizaciones sociales vienen haciendo sobre el gabinete designado por Dilma Rousseff para su segundo período de gobierno, sobre todo del ortodoxo Joaquim Levy en el Ministerio de Economía y Katia Abreu, representante del agronegocio, en la cartera de Agricultura. Además, asegura que “el gobierno de Dilma fue peor que los gobiernos militares en cuanto al índice de reforma agraria de asentamientos de familias” y explica las razones del acercamiento al papa Francisco.
– En las elecciones de octubre, el MST y buena parte del movimiento popular brasileño acompañaron la candidatura de Dilma frente a la opción neoliberal. ¿Cómo tomaron la designación del nuevo gabinete que incluye varios ministros con un claro perfil conservador?
– Es cierto, nos movilizamos mucho para apoyar la candidatura de Dilma porque se trataba de impedir el retorno de un proyecto neoliberal y una candidatura socialdemócrata que iba a hacer ajustes fiscales y reducir derechos. Por eso el movimiento social se sorprendió con estos anuncios porque parece que el gobierno no está apuntando a desarrollar el programa con que ganó en las urnas. Es cierto que los ministerios estratégicos, Economía, Industria, Agricultura, Desarrollo, Planeamiento, quedaron en manos de quienes están más a la derecha, incluso sectores vinculados al capital financiero. Entonces, son señales confusas para saber cómo será este mandato.
– Recientemente tuvieron una reunión con Dilma, ¿le plantearon estas críticas?
– Por supuesto, sobre todo en relación al Ministerio de Agricultura. Sabíamos que ese ministerio quedaría cerca del agronegocio, pero la elección de la senadora Katia Abreu, que es la principal referente del agronegocio, es muy simbólica. Es el peor representante del agronegocio que se podría colocar y por supuesto acercamos nuestra crítica. Igualmente, el movimiento no entra en cuestiones de nombres o de indicar quién debe estar en cada ministerio, esto le cabe al PT y al gobierno.
– Ante este escenario, ¿el MST ratifica el apoyo crítico al gobierno o evalúan un cambio de postura?
– Hasta ahora seguimos pensando que el enemigo principal del movimiento y de la reforma agraria es el agronegocio y el capital financiero en el campo. El Estado o el gobierno brasileño no es el enemigo. Pero lo que nos parece ahora es que tampoco es aliado, porque hace las cosas aún más complejas. En las próximas semanas tendremos la reunión de la Coordinación Nacional del movimiento en la que profundizaremos la discusión sobre estos temas y esperamos que quede más claro cuál será la posición del gobierno para el próximo período. Veremos si sigue, de hecho, una línea más conservadora o si, como las elecciones apuntaron, deberá acelerar los derechos y conquistas sociales.
Hay algo central en este momento, para que podamos entender el contexto brasileño y también de algunos países de Latinoamérica. El gobierno de Lula tenía una coyuntura internacional muy propia en que era posible tomar medidas sociales sin reducir las ganancias del capital financiero. Había tanto capital financiero circulando en el mundo y con las tasas de interés se podía recortar y pasar una pequeña parte a los derechos sociales. Estaba esta idea de que todos podían ganar. Pero desde la crisis del 2008 eso ya no es más posible. Los gobiernos tienen que tomar una posición: o llevan adelante un desarrollo nacional sin el capital financiero y lo enfrentan o abandonan los derechos de los trabajadores para privilegiar al capital financiero. No hay una tercera opción. O los derechos o el capital. De esa decisión del gobierno dependerá que el apoyo crítico del MST pueda pasar a ser sólo crítico, sin el apoyo.
– ¿Qué otros temas hablaron con la presidenta?
– Le entregamos un documento de cuatro puntos con nuestras reivindicaciones para este período de gobierno: el asentamiento de todas las familias que hoy acampan y siguen luchando por la tierra, que hoy son unas 100 mil familias; un programa para la producción agroecológica, para la producción de alimentos sanos; otro para la comercialización de los productos, no sólo para los Sin Tierra sino para los campesinos en general; y que el gobierno pueda fortalecer la educación en el campo con la apertura de por lo menos 300 nuevas escuelas en el país, ya que en los últimos 10 años se cerraron más de 37 mil escuelas en el campo brasileño. Esos fueron los puntos principales en una primera etapa de presentación al gobierno, para iniciar un dialogo. Ahora se trata de que el gobierno haga efectiva su política para el campo.
De todas maneras, creemos que el hecho de que nos haya recibido es muy importante. En los anteriores cuatro años de gobierno sólo nos recibió una vez. De hecho, esta es una crítica muy importante que se hacía al gobierno, que debía abrirse al diálogo con los sectores populares.
– Desde el MST han impulsado un encuentro mundial de movimientos sociales con el Papa. ¿Cuál es la apuesta en el acercamiento y el vínculo con Francisco?
– Creo que hay dos cuestiones para pensar. La primera es que nuestro continente está, hace algunos años, bajo una ofensiva de la derecha que combate a las experiencias de unidad e integración. El principal foco es las elecciones, pero no olvidemos el golpe en Honduras, en Paraguay. Hay un movimiento de los Estados Unidos para retomar su hegemonía en nuestro continente. Entonces, ante esta situación, la política del MST, de la Vía Campesina, de los movimientos del Alba, es que no es momento para más fragmentación. Es necesario tener unidad para poder enfrentar un enemigo tan fuerte como es el imperialismo, el gobierno norteamericano, el proyecto neoliberal. Entonces, todas las iniciativas que puedan construir unidad son bienvenidas.
Esta visita al Vaticano tiene que ver con eso. Para nosotros es algo nuevo, nuestra generación no tuvo papas más progresistas. Recientemente, alguien ha dicho que este es un papa que habla más de los hombres, de la humanidad, que sobre Dios. Esta señalización que hace para la base social de la Iglesia católica es muy importante, con todos sus límites y todos sus conservadurismos. Es la primera vez que un papa convoca, invita a los movimientos sociales. Acá hicimos un afiche con las palabras que se dijo en el encuentro: “El papa va a ser un compañero de ruta para que no haya ningún trabajador sin derechos y ningún trabajador sin techo”. Esto es muy progresista para la Iglesia, que estaba separada de las cuestiones sociales.
– ¿Cuánto se ha avanzado o retrocedido en estos años en relación a su reclamo histórico de reforma agraria?
– Para esclarecer: el gobierno de Dilma fue peor que los gobiernos militares en cuanto al índice de reforma agraria de asentamientos de familias. Lo que nosotros vemos claro es que todos los avances de reforma agraria en el mundo sólo fueron posibles con un movimiento social fuerte y un Estado que fuese sensible a las cuestiones sociales o a esta presión. Entonces, nosotros desde el MST sabemos que sólo será posible una reforma agraria si nosotros seguimos fuertes, presionando al gobierno y si el gobierno puede ser sensible a la presión. Hoy esto no está muy claro. En los últimos cuatro años, la reforma agraria no fue parte de la estrategia del gobierno y no parece que haya señales del gobierno para eso. Aún hay que esperar un poco pero la coyuntura apunta a días peores…
– ¿Cómo analizan la etapa que atraviesa América Latina y el Caribe en cuanto a lo que algunos analizan como una especie de retroceso en los procesos de integración y un avance de la “restauración conservadora a partir de la muerte de Chávez? Y, de la mano de esto, ¿cuáles son las principales tareas y desafíos, en esta etapa, para el movimiento popular en la región?
– Esta ofensiva conservadora no es de ahora, pero sin la figura de Chávez fue posible, por ejemplo, ampliar la ofensiva de la derecha financiada por Estados Unidos en Venezuela, y eso implicó que Venezuela, que siempre fue una locomotora empujando el tema de la integración regional, tuviera que ocuparse de temas internos, incluso para garantizar su gobernabilidad, y entonces fue un tiempo muy duro para todos nosotros. Tenemos que cuidar mucho este proceso para no retroceder.
En cuanto a los desafíos para el movimiento social, creo que en primer lugar está la unidad. No podemos quedarnos en divisiones por la pequeña política, pequeños temas. Es necesario unificarnos en lo estratégico, respetando la diversidad, las diferencias, pero es necesario golpear juntos. Entonces, la unidad en nuestros países y en Latinoamérica, a partir de acciones concretas, no en el discurso, es muy necesario. Ya sea compartiendo acciones, compartiendo escuelas de formación, intercambiando experiencias o lo que sea posible.
En segundo lugar, está la formación política. O formamos a las próximas generaciones preparándolas para los embates o estamos perdidos. Hay que responsabilizar a la juventud, hay que darle tareas, hay que invertir en la formación para que puedan seguir las luchas.
En tercer lugar, tenemos que desarrollar acciones concretas y mostrar, ahora, que otro mundo es posible, con las posibilidades que tenemos. Sea en la agroecología, sea en la economía solidaria, sea en la solidaridad entre nuestros pueblos, entre nuestros países y movimientos.
Creo que estas son tres ideas centrales: la unidad, la formación política y las acciones concretas, todo esto enlazado por la solidaridad y la acción internacionalista.