Por Mario Hernández. Entrevistamos a Julio Gambina y en esta primera entrega nos cuenta cómo afecta a la Argentina la crisis mundial de la economía, el acuerdo con China y la recuperación de las reservas internacionales. El 2014, primer año desde 2002 que no registró crecimiento del empleo.
Julio Gambina es Doctor en Ciencias Sociales de la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA, profesor de Economía Política en la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional de Rosario, Presidente de la Fundación de Investigaciones Sociales y Políticas, FISYP y ex Integrante del Comité Directivo del Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales, CLACSO.
Nos dio su parecer ante una situación que podríamos denominar de reactivación de la economía norteamericana y un cierto enfriamiento de la economía china que venía siendo el motor que permitía, entre otros a nuestro país, una suerte de crecimiento importante. Esto, combinado con una baja de los precios del petróleo, de la soja, de los llamados commodities, ha producido una situación bastante crítica.
-Un primer síntoma de esto es cómo ha afectado a Rusia, aunque, ¿Argentina no terminó tan mal como se pensaba?
Está muy bien descripto el cuadro y muestra la complejidad del tiempo presente. En primer lugar hay que destacar que hay continuidad de la crisis de la economía mundial, hay continuidad de la crisis capitalista. Estados Unidos no termina de repuntar, los datos comparativos demuestran que el crecimiento estadounidense es bajo, el promedio de los últimos años desde que estalló la crisis en 2007/08 sigue siendo muy pobre y, por lo tanto, el territorio del corazón de la crisis sigue siendo Estados Unidos, del mismo modo que la recesión afecta a Europa y a Japón.
La novedad de este año es que los llamados “países emergentes” como lo son China y Brasil, están creciendo mucho menos que durante los últimos años. Hay que pensar que si bien decimos que Argentina no termina tan mal en función de algunos datos macroeconómicos, nuestros compradores principales son nada menos que estos dos países, con lo cual hay que tener cuidado cuando se miran los datos de la economía nacional.
Se dice que no ha terminado tan mal porque ha recompuesto reservas internacionales, que estaban en el orden de los U$S 26.000 millones y terminan en torno a los U$S 31.000 millones. Han pasado varias cosas, en primer lugar Argentina consiguió préstamos internacionales, acuérdense que venía intentando volver al mercado internacional y lo consiguió por un lado quizás inesperado ya que firmó un acuerdo con China para recibir préstamos por el equivalente en yuanes a U$S 11.000 millones.
-¿Qué parte de ese acuerdo ya se ejecutó?
Más o menos unos U$S 2.500 millones, son tres tramos, pero todavía la Argentina puede acudir al resto. Este tema es importante porque consolida la presencia de un actor internacional que no venía interviniendo en la Argentina en forma integral, piensen que China hace diez años era solo un socio comercial, es más, hace diez años la Argentina tenía una relación comercial favorable con China, era más lo que se exportaba a ese país que las importaciones, hoy somos un socio comercial deficitario porque es mucho más lo que la Argentina importa que lo que exporta, pero el segundo tema es que China no es solo un socio sino que es un inversor.
Históricamente este país venía invirtiendo en tierras y ahora además está generando inversiones de infraestructura con lo cual los capitales de inversión de China son más importantes. Y completa el carácter de actor destacado en la economía argentina con esta situación de prestamista de última instancia, es decir, lo que la Argentina no resolvió vía organismos internacionales, vía bancos europeos, estadounidenses o japoneses, termina resolviéndolo con China que hoy es un importante socio comercial con problemas económicos, en desaceleración de su economía; es un importante inversor externo y además es un prestamista, la forma de entrar de la Argentina al sistema financiero internacional.
-La recuperación de reservas internacionales se da con 400 mil puestos de trabajo menos…
Por un lado, la recomposición de las reservas internacionales tiene que ver con préstamos chinos, también Argentina logró algún préstamo de menor dimensión de parte de Francia y, por otra parte, llegó a acuerdos con las cerealeras para que liquiden sus exportaciones de soja en un momento en que el precio está en caída, lo que convino a éstas, que también vieron como negocio acordar con el gobierno y liquidar la cosecha que estaba guardada en los silo bolsa.
De esta manera se destrabaron dos situaciones muy importantes que venían retrasadas: la liquidación de exportaciones por parte de las cerealeras y, por otro lado, los préstamos internacionales.
Ahora, cuando uno dice que eso le permite a Argentina mejorar las reservas, es cierto, pero pensando en nosotros, eso significa que el país ha vuelto al endeudamiento público externo y los préstamos con China tienen vencimiento de un año, quiere decir que los préstamos tomados durante 2014 hay que devolverlos en el 2015. También se pueden prorrogar hasta 3 años, pero en algún momento son vencimientos que hay que pagarlos y mientras se renuevan los préstamos de capital corresponde pagar los intereses, con lo cual son recursos fiscales que se sacan de cualquier otro destino que la población reclame. Eso, para pensar en la coyuntura.
-Otro de los temas tiene que ver con la devaluación de nuestra moneda. La consultora Elipsis señala que el dólar tendría que costar $ 14,30 para recuperar la competitividad cambiaria del 2003/07. ¿Se podría decir que el equipo económico logró frenar esa fuerte devaluación que se podía prever a comienzos de 2014?
Son temas técnicos difíciles de explicar, pero lo que implica esto de parar la elevación de la cotización tiene que ver con haber puesto un freno a la actividad económica, lo que hay es un nivel de desaceleración de la economía y de recesión productiva en el país. El principal efecto social que eso tiene es el congelamiento de la generación de empleos, de hecho 2014 fue el primer año, desde 2002, en que no hay crecimiento del empleo sino una pérdida de puestos de trabajo. En términos absolutos se han perdido 400 mil puestos.
Por eso, en economía política hay que tener mucho cuidado cuando se dice “las cuentas macroeconómicas están mejor porque, por ejemplo, hay un nivel de reservas internacionales recuperado o adecuado”, pero falta agregar con 400 mil puestos de trabajo menos. ¿Cuál de los dos valores cuesta más? Por otro lado, tenemos un nivel promedio salarial de $ 6 mil con una inflación muy discutible, el Ministro de Economía habla con los datos oficiales de un 24%.
-Pero no le cree nadie…
Y en el otro extremo se habla de 35/40%, supongamos que no sea ninguno de los dos, pero está más cerca del 35% que del 25%. Entonces, entre los puestos de trabajo que se pierden, un nivel de trabajo informal del orden del 35% que se sostiene y no se puede bajar, un promedio salarial de $ 6 mil, hay gente que gana mucho más, pero hay una gran base social de trabajadores que ganan muy poco y un nivel inflacionario que se sostiene y en todo caso se atempera en la última parte del año, sobre todo por los niveles de recesión y de parate que tiene la economía. Entonces es complicado decir que la economía está bien porque no hubo devaluación.
El tipo de cambio se sostiene en tanto y en cuanto el gobierno logra que entren divisas a la Argentina. Varias veces hemos comentado que Argentina no fabrica divisas, ni dólares, ni euros, ni yenes, ni yuanes; pero en tanto tenga un prestamista como China, entran yuanes equivalentes a dólares que permiten pagar las importaciones chinas que como ya dijimos son mayores que las exportaciones, con lo cual no hay yuanes que sobren, porque todos sirven para pagar el déficit comercial que Argentina mantiene con China.
Entonces, mientras Argentina tenga ingreso de divisas puede sostener el tipo de cambio, sin perjuicio de lo cual piensen que el dólar ahorro, ese que pueden comprar los trabajadores en relación de dependencia, que tengan cierta capacidad de ahorro, que pueden gastar desde $ 1.500 a $ 3.000 como ahorro por mes, ha representado U$S 2.600 millones que es lo que se considera una parte ínfima de la fuga de capitales que hay en Argentina. Digo “fuga” aunque ese dinero pueda estar en domicilios particulares, en una caja de seguridad o caja fuerte, no importa que no haya salido del país, porque gran parte no termina en el circuito bancario. Y ni hablar del dinero que salió legalmente por lo que se llama “contado con liqui” que son esas operaciones que hace cualquier inversor con capacidad importante de ahorro que compra acciones dolarizadas y las termina vendiendo en Estados Unidos y dejando los dólares allí o en cualquier cuenta del exterior, éstas son operaciones legales que permiten hacerse de divisas y sacarlas al exterior.
El problema del tipo de cambio sigue siendo un problema serio y una ventaja para aquéllos que tienen posibilidad de ahorro, el poder hacer cualquier tipo de operación, incluso depositando en plazos fijos a un año para que no tengan una carga impositiva o quienes se quieren hacer inmediatamente de esos recursos y pagan un plus al fisco para hacerse de dólares billete, y ni hablar de los que operan vía bolsa para transferirlos al exterior.
El tipo de cambio sigue siendo un problema y toda la presión que hay sobre él agrava la situación de los trabajadores porque incide en la evolución de los precios de la economía, por un lado y, en otro sentido, toda expectativa devaluacionista va a afectar la capacidad de compra de los sectores de ingresos fijos, principalmente los trabajadores.