Por Pablo Gandolfo. En el actual juego geopolítico mundial, Rusia y China continúan moviendo sus fichas para desmarcarse de Estados Unidos. En esta oportunidad a través de acuerdos comerciales de largo alcance, que incluyen tecnología de última generación.
Durante la visita del presidente ruso, Vladimir Putin, a China la semana pasada, Beijing y Moscú cerraron acuerdos de gran magnitud y múltiples implicancias. De esta forma se consolida una alianza que crecientemente le marca límites a Estados Unidos. En cada uno de esos acuerdos, aparecen cartas sobre la mesa, y otras guardadas en la manga, que serán blandidas sobre Washington en los más diversos escenarios.
Gas
Luego de una negociación que duró 10 años, Gazprom y la CNPC firmaron un acuerdo por el cual Rusia venderá a China 38 mil millones de metros cúbicos de gas por año durante 30 años, a partir de 2018. El contrato total ronda los 410.000 / 450.000 millones de dólares y significará para Rusia un ingreso anual de entre 13.680 millones y 15.200 millones de dólares.
Los 1000 metros cúbicos de gas tendrán un valor que rondará la franja que va de los 360 a los 400 dólares. La máxima autoridad de Gazprom, Alexei Miller, se amparó en el secreto comercial para no dar a conocer el precio exacto. De allí la variación en el cálculo.
El acuerdo es una carta sobre la mesa. En la manga, queda una carta capaz de provocar serias consecuencias negativas para Estados Unidos: que el pago se realice en monedas locales y no en dólares. De ocurrir esto, significará un paso importante en el camino por el cual el dólar dejaría de ser la principal moneda de reserva. En última instancia, ese tránsito acarrearía muchas y gravísimas consecuencias para Estados Unidos. Entre las más notables, una pérdida de valor del dólar, la dificultad creciente para financiar su déficit externo y un incremento del valor del petróleo en el mercado interno.
El comercio del petróleo y del gas en dólares es uno de los pilares que sostiene a la moneda estadounidense. Rusia es el tercer productor mundial de petróleo y la primera reserva de gas, mientras que China es el principal importador de petróleo y sus demandas de gas crecerán rápidamente. Un aliado cercano como Irán es la segunda reserva de gas, mientras que Venezuela, aliado también, es la principal reserva de petróleo. Este cuadro pone en manos de esos países la posibilidad de afectar seriamente la fuerza del dólar, uno de los tres pilares del poder estadounidense, y uno de los dos pilares que lo sostienen en un lugar desproporcionadamente preponderante, aunque ya no hegemónico.
Finanzas
Como anticipación de esa posibilidad (otra carta en la mesa), el Banco de China y el grupo financiero ruso VTB (de mayoría accionaría estatal) acordaron realizar sus pagos en monedas nacionales. La carta en la manga, para ser utilizada en los próximos meses, es la ampliación de los acuerdos, más allá de esas entidades, para la realización de todos los intercambios comerciales.
En una entrevista con medios rusos, Putin anticipó esa posibilidad al expresar que desde Moscú “debemos fortalecer también la cooperación financiera, protegernos de las fluctuaciones de las tasas de cambio de las principales divisas mundiales. Por ello ahora se están estudiando las cuestiones del aumento de pagos recíprocos en monedas nacionales”.
El comercio entre ambas naciones alcanzó los 90.000 millones de dólares en 2013. La perspectiva es lograr los 200.000 millones en 2020.
Aeronáutica
Un tercer acuerdo, también importante, pero probablemente anticipatorio de algo peor desde la óptica estadounidense, es la firma para la construcción conjunta de un avión de pasajeros para el segmento de gran alcance, acaparado actualmente por la estadounidense Boeing y la europea Airbus. La carta en la manga en este caso es que este tipo de cooperación se extienda también a la tecnología militar y muy principalmente a los segmentos más avanzados. Esto es que Rusia venda a China sus últimos desarrollos, que transfiera tecnología o que realicen nuevos desarrollos conjuntos.
Rusia es el segundo vendedor de armas detrás de Estados Unidos. Producto de la herencia de la URSS, existen segmentos de la tecnología militar en la que conserva paridad. Para elementos sensibles (como fuerzas antiaéreas, aviones caza, misiles) cuando vende a otro país, no suele vender el último modelo, o bien lo hace luego de haberlo incorporado a las propias fuerzas. La clave será si Rusia permite el acceso a dos de sus estrellas: el sistema antiaéreo S-400 (hasta ahora exportó el anterior, el S-300) y el caza de 4ta/5ta generación Sukoi 35.
Con estos y otros acuerdos se solidifica la alianza estratégica entre ambos países. Se trata de una coalición antihegemónica surgida en el corazón de Eurasia, uno de los imperativos que Estados Unidos debía evitar.