Por Camilo Bermúdez*. Las repercusiones sobre los anuncios realizados por Cuba y EEUU todavía resuenan. ¿Cuál será la estrategia de la Casa Blanca en esta nueva etapa? La firmeza del pueblo cubano será determinante ante los intentos hegemónicos de Washington.
Un 17 de diciembre de 1830 murió el Libertador Simón Bolívar, fecha en que se conmemora en Nuestra América el deceso de quien dirigió el sentimiento independentista de los pueblos de la Nueva Granada y Venezuela hacia el primer paso a la emancipación. De ahora en más, el 17 de diciembre, pero de 2014, también será recordado como el día en que la dignidad y la lealtad a los principios del pueblo cubano se anotan otra victoria contra el imperialismo yanqui.
Con el regreso a casa de los tres héroes cubanos faltantes, esta fecha marca otro hito superado por la revolución cubana que a lo largo de sus 55 años de existencia sigue sumando golpes en contra del gigante que tiene al tiro de piedra de 90 millas.
Como profetizó Fidel en su “Volverán” de 2001, arribaron a la capital cubana Gerardo Hernández, Ramón Labañino y Antonio Guerrero, uniéndose a sus dos compañeros René González y Fernando González, miembros de la antiterrorista “Red Avispa” que realizaba acciones de monitoreo a los grupos radicales y terroristas de Miami, cuna del lobby anti-cubano y anti-castrista del exilio contrarrevolucionario.
En discursos televisivos transmitidos casi simultáneamente, los presidentes Barack Obama y Raúl Castro, dieron a conocer los resultados de 18 meses de diálogos entre sus gobiernos, entre los cuales se encuentran la libertad de los antiterroristas cubanos, presos desde 1998, del contratista Alan Gross y de un espía norteamericano, cuya identidad se mantiene en secreto. Además abordaron en sendos discursos las intenciones de normalizar las relaciones diplomáticas de ambas naciones.
Estas declaraciones, si bien fueron emitidas de manera casi sorpresiva, corresponden a esfuerzos diplomáticos para el restablecimiento de las relaciones entre Washington y La Habana, respondiendo a la petición de dos pueblos que hace ya muchos años se encuentran separados y claman por la unión.
La liberación de los héroes cubanos es una victoria extraordinaria para su pueblo, su revolución y su dirigencia. El reencuentro entre los enamorados, parejas que estuvieron separadas durante eternos años, el abrazo de los hijos que no se vieron crecer y la madre que nunca perdió la fe de la reunión, es una felicidad que se comparte con todos aquellos que modestamente lucharon en contra de su injusto encarcelamiento.
Estos acontecimientos de excepcional valor confirman la firmeza de la Revolución Cubana que, en su inclaudicable dignidad, no sucumbe y, por el contrario, se fortalece en la lucha. Cuba continúa en el camino del dialogo con el gobierno de Estados Unidos, pero siempre fiel a sus ideales de independencia.
“Esto no quiere decir que lo principal se haya resuelto”, dijo Raúl Castro en su alocución, haciendo referencia al bloqueo económico, comercial y financiero al que está sometida la isla por parte del gobierno estadounidense desde el año 1962 y recrudecido en la década del ’90, con el propósito de rendir por hambre y miseria al pueblo.
El bloqueo afecta el desarrollo de casi todos los rubros de la vida cubana, desde la salud, la educación, la alimentación, el deporte, hasta el comercio y el turismo. La medida punitiva deja hasta la fecha por lo menos un billón de dólares en pérdidas a la isla y miles de vidas humanas, constituyéndose en el genocidio más largo de la historia (otro punto en la incontable lista de violaciones a los derechos humanos por parte de Estados Unidos).
Finalizar esta política inhumana sería el camino a seguir para la normalización de las relaciones, solamente si Estados Unidos realmente lo quiere, como también retirar a Cuba de la lista de países que auspician el terrorismo.
En su discurso televisivo, Barack Obama dijo que “cincuenta años nos han demostrado que el aislamiento no ha funcionado. Es tiempo para un nuevo acercamiento”, al referirse a la política exterior histórica de su nación en contra de Cuba. Sin embargo, quien está aislado es el gobierno de los Estados Unidos, ya que Cuba mantiene fuertes relaciones diplomáticas con el mundo y sobre todo con América Latina. Prueba de esto es la invitación, a pesar de Estados Unidos, a la Cumbre de las Américas a celebrarse en Panamá en abril próximo, y su rol guía en las nuevas configuraciones integracionistas de la región ALBA-TCP y CELAC.
Las políticas extraterritoriales y de acoso a la isla no le han funcionado a los Estados Unidos.
Por más ataques que el imperio realizó en contra de la Revolución (el intento de invasión de Playa Girón, planes desestabilizadores, mercenarios, bombas en hoteles, leyes extraterritoriales, asesinatos, y financiamiento de programas mediante la USAID para el derrocamiento), la isla sigue en pie y su pueblo en lucha. Ahora parece que los genios de la Casa Blanca se dieron cuenta e intentan otra estrategia.
Y esto no es algo improvisado, ya que los editoriales del New York Times acerca de Cuba, lo que pretendían era crear una matriz informativa preámbulo de los nuevos acontecimientos.
El imperio no hace nada por gusto (como dicen en Cuba), sino que tiene preparadas sus oscuras intenciones, tal vez tratar de infiltrarse en los cambios por los que transita la sociedad cubana. De esa forma, podría intentar derrotar a la Revolución que hace más de medio siglo le estorba en sus aspiraciones hegemónicas, o permitirse legitimidad en el concierto internacional, aceptando el fracaso de sus políticas de aislamiento.
El pueblo cubano y su revolución no son ingenuos. Saben que este no es el momento de bajar la guardia, ni mucho menos, sino que saben que hay que afianzar sus conquistas y luchar por el futuro de su proyecto socialista.
Este 17 de diciembre será recordado como el día en que se demostró una vez más que David vence a Goliat, que los intereses mezquinos siempre van a fenecer ante los pueblos que, fieles a sus principios, enfrentan con coraje y dignidad los obstáculos en la lucha por vidas justas.
A 184 años de su muerte, Bolívar renace en el faro de dignidad que es Cuba para Nuestra América, cuyo ejemplo conmina a seguir exigiendo lo que nos corresponde.
*Miembro del Colectivo Latino-Africano, licenciado en Ciencias Humanísticas.