Por Simon Klemperer. Después de años disfrutar el fútbol de Bielsa y de sufrir sus derrotas, ahora resulta que el Olympique de Marsella va puntero en Francia, y nosotros aquí, a la distancia, lo miramos por tevé. Algo no cierra entre tanto triunfo.
Esto no puede ser. Así la cosa no va. Años de bielsismo metódico, de fundamentalismo del presing y proselitismo del ataque. Años de seguir con pasión ciega e irracional los pasos de aquel loco y de saber que en la vida como en el fútbol lo único que se puede hacer es ir para adelante, robar la pelota en media cancha, tocarla rápido, desmarcarse, y meter gol. Años de irracional y frenética búsqueda del protagonismo de nuestra propia vida, sin medias tintas y sin depender de nadie. Durante el largo período de evangelización que hemos vivido de la mano de Marcelo Bielsa, años de vértigo e ilusiones, aprendimos que todo es posible, que se puede ser David y derrotar a Goliat, sin trampas, ni escudos, ni mentiras, ni miedos, ni cálculos, ni nada. Aprendimos que todo es posible en la vida, menos dos cosas: la primera, superar el hermetismo de Marcelo; y la segunda, salir campeones con un equipo de Marcelo Bielsa. ¿Y ahora qué? Ahora parece que todo se tambalea. ¿Se caen a pedazos los principios?
Ahora resulta que el loco llega a Marsella y todos lo miran, y lo graban y aparece en todas partes, y tiene una cámara pegada a él todo el tiempo y podemos verlo en los vestuarios y en los entrenamientos a cada instante. Y ahora resulta que tenemos el placer de verlo a Bielsa dirigiendo un entrenamiento, dando indicaciones en español a decenas de jóvenes africanos, árabes y franceses. Así sin más, así como así, verlo dando indicaciones, gritando, sonriendo, siempre en español mientras el cuarto traductor que contrató en tres meses parece afianzarse en su laburo y traducirlo sobre el pasto. Todo muy raro.
Pero lo más raro no es eso, no es que lo veamos entrenando todo el tiempo, lo más extraño es que ahora el equipo de Bielsa va primero en la tabla. ¿Desde cuándo en el bielsismo pasan estas cosas? Décadas enteras de psicólogos para aceptar y entender que comulgar con el bielsismo implicaba estar siempre a punto de ganar pero perder indefectiblemente. Años asumiendo la condena perpetua de perder por principios, de arriesgar y quedar siempre segundos, porque el pragmatismo defensivo del ratonismo universal nos superaba en el resultado con su conservadora mentalidad porque así tenía que ser. ¿Y ahora? ¿Ahora va puntero?
No. Así no se puede. Después de ver al mejor seleccionado chileno de la historia festejar clasificar segundo al Mundial, y festejar que uno de los mejores Atléticos de Bilbao quedar cuarto en España y llegar a la final de la UEFA, y festejar perder siempre en las etapas definitorias, y defender nuestra derrota estoicamente, ¿ahora resulta que el Marsella va primero y puede salir campeón? No, por favor que no. Por favor, en pos de la credibilidad del bielsismo, por favor, pedimos que vaya primero hasta las últimas dos fechas y que en el último partido lo pase el Paris Saitn Germain y salga campeón el equipo millonario de Zlatan. Que para eso están los triunfos y los trofeos, para que se los lleven los que no tienen principios.
¿Será que ahora en vez ponerse en cuclillas se sienta en la heladerita?