Por Red Cetorca. Nuestro cornista Red Cetorca, inigualable intelectual barrial del lejano Munro, hincha de Colegiales y pensador de casi todo y poco más, le responde a Simon Klemperer a propósito de su nota del martes pasado. ¡Y que viva el desacuerdo!
Estimado Simón:
Con inmensa alegría desmedida y superficial he recibido una nueva muestra de tu pluma la que, como te imaginarás, no comparto pero, como respeto incluso tus excesos y siempre me has dado cabida en el debate, no puedo dejar pasar esta oportunidad para expresar mi desacuerdo con tus palabras. Vayamos a lo nuestro.
Eso de “…generación desmedida de expectativas…” no puede ser achacada a los jugadores sino al que se “hace” expectativa que es una forma un poco superficial de no creer en nada. La “generación de expectativas” es la clave para entender el nihilismo del mundo ya que éste nunca cumplirá con las expectativas y mucho menos cuando estas son “desmedidas”. Dicen los psicoanalistas que cuando mueren creen que encontrarán a Freud en el cielo, que la generación de expectativas es una de las formas en que la psiquis justifica lo que no entiende o no le gusta. Si ella no me quiere, no es que yo sea un animal que la trata mal sino que ella no cumple “mis” expectativas; si el asado salió mal, no es que haya salido arrebatado sino que no cumplió “tus” expectativas y tanto el “mis” como el “tus” son solo la muestra de una omnipotencia y una petulancia que desconsidera al otro y entroniza al yo egoísta como fiel de una balanza torcida. Así que, querido Simón, hacete cargo vos de tus expectativas y no andes echando culpa.
En el orden estrictamente futbolístico, yo no sé qué pretendes de un partido de fútbol: El partido de vuelta fue impresionante, a los pocos segundos de comenzado le cobran un penal al visitante, pero esto no es todo, ¡fue atajado! De aquí en más, el partido tuvo todo el dramatismo que ni Shakespeare puede imaginar. Luego, todo lo que sobrevino y el gol de Pisculichi. De ahí en más, puro dramatismo hasta el pitazo final. Y si esto no puede ser calificado como un clásico del fútbol argentino, yo me hago vegano.
En fin Simón, creo que seguís enredado en el romanticismo idealista inspirado en Schiller y en Goethe y siempre esperarás por un príncipe azul o una princesa de ojos celestes que cuando te bese te haga subir los zoquetes, y lamento desilusionarte y recomendarte, en vez de Schiller y Goethe, a Rimbaud y a Baudelaire que son más realistas porque viven “en-el-mundo” y no lo sobrevuelan. La semifinal a la que pudimos asistir es una muestra del fútbol en toda su expresión porque fue dramática y el drama en toda su amplitud –como tragedia y como alegría- es una forma de entender el fútbol en esta geografía sureña.
No confíes en tus expectativas ni en las mías y fluí en este mundo lleno de pasiones y de dramas porque es en esa realidad, como un entrelazamiento entre la temporalidad y la cotidianidad, en donde se juegan todas las pulsiones vitales y descreé, con todo respeto, de esas posturas románticas e idealistas que te engañan creyendo que la vida es lo que no es. Y, aprovechando que me queda un poquito de espacio ¿Y Huracán?
Cordialmente
John Dewey