Por Mario Hernández. En los sesenta, jóvenes cristianos eligieron la opción por las armas y se sumaron a diversas organizaciones guerrilleras de la izquierda Argentina, como Montoneros, entre otras. Entrevistamos a Pila Garbarino, dirigente de la Juventud Universitaria Católica (JUC) y de Acción Católica (AC).
La década de 1960 fue madre de las luchas sociales que tuvieron a los y las jóvenes como actores centrales. Marcha repasa las inquietudes de ese contexto en diálogo con Pila Garbarino, dirigente de la Juventud Universitaria Católica (JUC) y de Acción Católica (AC). También, su presencia en la militancia barrial actual.
–Arrancamos con dos preguntas en una. ¿Cuál es el contexto en el que se produce una radicalización, en lo que podríamos denominar la Juventud de Acción Católica de los ´60? Y por otro lado, ¿crees que los sacerdotes del Tercer Mundo de aquellos años, que adscribían a la Teología de la Liberación, tienen algo que ver con los curas villeros del presente?
-Empecemos por lo último. No tengo demasiada información sobre el trabajo de los curas villeros hoy, pero evidentemente deben tener como antecedente aquello otro que vivimos nosotros. Habría que ver el contexto, el tipo de demandas que existen hoy, las modalidades y las características de la organización y las condiciones en las que se encuentran en las villas en la actualidad. Quizás también lo que se anuncia como “problema de la droga”, puede tener que ver.
En nuestra historia, lo que se enuncia como “Teología de la Liberación”, tiene su antecedente más cercano en Brasil. Hay una reflexión que suele decir Frei Betto, “no es que la Iglesia brasilera se acercó a los pobres, sino que en Brasil los pobres eran tantos que invadieron la Iglesia”; él lo dice jocosamente pero es cierto. También hubo aportes desde Europa como Kuhn, Leonardo Boff, y algunos curas holandeses. Como decía antes, el origen más próximo en América Latina era lo que estaba sucediendo en Brasil con las Comunidades Eclesiales de Base, pero también hay que saber que había un antecedente de intentar promover sectores de la Iglesia en algunas fábricas en Francia.
–Los curas obreros…
-Exactamente. La JUC tomó el esquema de inserción de los curas obreros, que según la información que teníamos nosotros en ese momento, habían comenzado en algunas fábricas en Francia. El otro elemento comparativo, como para entender lo que se manifestaba como distinto, era lo que pasaba en la Iglesia italiana, que se organizaba por parroquias, por lo territorial, mientras que en Francia se trataba de priorizar la inserción en una determinada función y a partir de eso pensar en el Evangelio.
Pasando a Brasil, donde también había sectores vinculados a lo que era la naciente Democracia Cristiana, pero que estaba más vinculada a planteos que venían de Estados Unidos, se empieza a organizar la JUC. El planteo de la organización tenía que ver con armar equipos o grupos que centraban el trabajo en pensar los problemas de la realidad, las dificultades que aparecían. En ese momento, lo que utilizábamos como forma de trabajo era: “ver, el juzgar y el actuar”.
El “ver” era describir el problema, lo que sucedía en un territorio determinado. Por su parte, el “Juzgar y el actuar”, a partir de la lectura del Evangelio, refería a lo que podíamos hacer para transformar el mundo y a la sociedad en lo que luego denominamos el “Hombre Nuevo”. Tomando las palabras del Che, que era un hombre solidario, comprometido incluso con el Evangelio. Teníamos como modelo a la figura de Jesucristo.
–Es la época también del diálogo con el marxismo, ¿no?
-Claro. Theilhard de Chardin, Pablo Freire con sus esquemas de diálogo, vinculado a los curas brasileros. No es que nosotros aparecimos de la nada, se fue gestando y formando a partir de todo esto que nosotros sentíamos que nos permitía un mejor acercamiento a la construcción de este hombre histórico.
–¿Tiene algo que ver esto que estás contando con el “hagan lío” del Papa Francisco?
-Yo no estoy muy cerca en este momento de la estructura de la Iglesia, pero quizás algunos sectores de compañeros que quedaron vinculados a la Iglesia como institución, sí vinculan mucho este “hagan lío” del Papa Francisco con lo que nosotros estábamos haciendo en ese momento.
–Pero ustedes armaron un lío bárbaro.
-Hicimos un lio bárbaro. Yo no me atrevería a decir, porque tengo mis ambivalencias e incluso mis propias contradicciones, el rol que pueda tener una institución como la Iglesia que es tan milenaria y que siempre ha terminado estando del lado de los poderosos. Entonces en estos casos me da una sensación de esperanza, como pasó con Juan XXIII, pero rápidamente la pierdo. Lo que a mí me quedó claro durante esa época es que uno es el pueblo de Dios, uno constituye la Iglesia y yo no necesito de la institución, pero bueno, yo tengo un pensamiento libertario.
–En el plano institucional específicamente, esta corriente era minoritaria, yo recuerdo haberte entrevistado en Tucumán y haciendo referencia a Monseñor Enrique Angelelli, ustedes decían: “por fin uno de nosotros”.
-Claro, “¿cómo se les escapó?”. Eran muy sutiles las formas de control a los que llegaban al Colegio cardenalicio.
–Nos estamos refiriendo a quien fuera Obispo de La Rioja y fue asesinado por la dictadura militar. Hace poco fue el juicio condenatorio de sus asesinos y de otros sacerdotes franceses que colaboraban con él.
-Y que más allá de lo que él podía hacer o pensar, Angelelli estaba organizando una cooperativa con tierras fiscales que iba a ser un proyecto económico importante.
En Tucumán, muchos sectores integrábamos lo que después se llamaron los movimientos revolucionarios, Montoneros, FAR, el Peronismo de Base, también el ERP. Hubo muchos compañeros que trabajaron e hicieron sus inicios de inserción, de militancia, de análisis, de reflexión y discusión en estos equipos de la Iglesia y se incorporaron luego a los sectores que tomaron las armas.