Por Francisco Longa y Edgar Juncker. ¿Llueve más en Buenos Aires? ¿Las sudestadas explican la catástrofe? ¿Son los barrios privados los causantes de estas crecidas? En esta nota buscamos despejar algunas ideas instaladas en torno a las últimas inundaciones.
La plana mayor de los medios de comunicación tuvo durante los últimos días un protagonismo marcado en cuanto a los debates sobre las inundaciones, principalmente en la provincia de Buenos Aires. Las localidades más afectadas fueron Luján, Pilar, Tigre, en el arco norte y noroeste; y también Quilmes y Lomas de Zamora, en la zona sur del conurbano bonaerense.
A partir de allí, un sinnúmero de hipótesis acerca de la causa de estas inundaciones gobernaron el discurso mediático. Entre ellas, las principales reenviaban a causales meramente climatológicas, tales como la inusitada cantidad de agua caída o la combinación de los fuertes vientos del sudeste y la lluvia.
En primer lugar, la principal dificultad con la que se topó el periodismo hegemónico al momento de intentar buscar una respuesta a esta situación fue la estrategia ‘homogeneizante’, es decir, intentar explicar las inundaciones en los distintos distritos a partir de un único factor. El factor elegido fue, como dijimos, casi exclusivamente el supuesto aumento en la bravura de las lluvias a comparación con otras temporadas.
El grupo intergubernamental de expertos sobre el cambio climático del Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente elaboró un informe en mayo de este año donde advierte para América Latina como riesgo del cambio climático: “inundaciones y deslizamientos de tierra en zonas urbanas y rurales debido a la precipitación extrema” (nivel de confianza alto – Informe página 24). No obstante el cambio climático combina fuertes lluvias con sequías.
En el caso puntual de las últimas lluvias en la región metropolitana, el instituto de Clima y agua del INTA sostiene que los valores normales van entre 75 y 100 milímetros de precipitaciones para el mes de noviembre. El día 28 de octubre “se presentó un nuevo récord de precipitación diaria para el mes de octubre. Durante ese día se acumularon 132 mm, valor que superó al máximo registro histórico para el mes de octubre” según informaba el SMN.
Ahora bien, este dato es necesario pero no suficiente. La forma ‘impresionista’ que tienen los medios de comunicación de presentar un tema y los intereses políticos y económicos que los sustentan, ponen “todas sus fichas” a este tipo de datos, lo cual omite la verdadera causa del problema.
En algunos barrios de la zona norte, por ejemplo, no se trata de inundaciones a partir de caudales inusitados de lluvias, sino que es principalmente la destrucción de históricos humedales, donde hoy se asientan urbanizaciones cerradas, lo que explica las inundaciones: “cuando ven que se viene una crecida cierran las compuertas y hacen que se inunden los terrenos linderos. Lo que han hecho históricamente es ocupar valles inundables, han rellenado y han alterado el cauce natural de las aguas. Eso se puede ver con claridad en la desembocadura del río Luján. Por eso, más allá de que se realicen tareas de dragado y limpieza, si se sigue multiplicado este tipo de urbanización, las consecuencias van a se pagadas por el resto de la ciudad, como explicaba Laila Robledo en un artículo publicado días atrás en el portal de noticias, Agencia Paco Urondo.
También la geógrafa de la Universidad de La Plata Patricia Pintos, elaboró un exhaustivo estudio sobre la construcción de barrios privados en toda la cuenca del Río Luján, concuerda con esta perspectiva: “hay una sucesión de mega-emprendimientos inmobiliarios que generó un efecto conjunto, un proceso de sumatoria que genera una incidencia clara en los cambios de los patrones de escurrimiento del Río Luján y por lo tanto, sería uno de los elementos más fuertes en la explicación de las inundaciones de los últimos años”.
Esto explica que ante las más mínimas lluvias en la actualidad, se inunden emblemáticos barrios populares como Las Tunas, que se encuentra literalmente encerrado entre cuatro barrios privados: La Comarca, El Encuentro y Talar del Lago I y II, algunos de ellos pertenecientes al mega emprendimiento cerrado Nordelta. “Que no digan que es excepcional, porque los vecinos y vecinas vemos que se repite con cada lluvia la inundación” declaró la Asamblea de Vecinos Inundados de Tigre, en un comunicado reciente titulado “Ni la sudestada, ni la tormenta: los countries son responsables”.
Como vemos, tanto desde la investigación científica como desde las organizaciones sociales, la realidad entorno a las inundaciones en la zona norte es clara y contundente. Más allá de un probable aumento en el nivel de precipitaciones, la especulación inmobiliaria y la destrucción ambiental en la que incurren los countries, colocando compuertas en los arroyos, desviando sus cauces y elevando sus terrenos por encima del nivel de sus ‘vecinos’, explica las inundaciones de los últimos años.
En el caso de la zona sur, los motivos son diversos, aunque tienen puntos de contacto. Por un lado, el crecimiento económico y demográfico de la zona ha generado una importante red de nuevos barrios y asentamiento, muchos de ellos producto de la necesidad de importantes sectores de la población. La concentración del mercado laboral, y la especulación inmobiliaria de algunos centros urbanos como la Ciudad de Buenos Aires o las zonas céntricas de los municipios principales como Lanús, Lomas de Zamora, Banfield, Quilmes, etc, han llevado a miles de personas a buscar alternativas de viviendas muchas veces ocupando terrenos a la vera de arroyos y riachos.
Este proceso, no estuvo para nada acompañado por las autoridades gubernamentales, sino más bien todo lo contrario, desde intentos de desalojos hasta la más absoluta inactividad, es la respuesta desde los poderes de turno hacia las necesidades de estos nuevos barrios.
A esto se suma que las obras hídricas para mejorar la situación de los municipios del sur, los de la cuenca del Matanza Riachuelo y de innumerables arroyos, como el caso emblemático del Arroyo del Rey, no tienen el sistema de bombas de desagüe como debería.
Aún cuando haya temporadas con mayores lluvias, eso no alcanza a explicar la parte sustancial de las inundaciones que se producen incluso cuando se producen lluvias poco abundantes. Este escenario se va a agudizar en el futuro en la medida en que no se reviertan las construcciones fuera de regla, que tanto los municipios como la Dirección de Hidráulica de la provincia de Buenos Aires, han habilitado. Tan sólo observar las irregularidades y la falta de controles a cambio de prebendas, grafica un escenario cada vez más desalentador para millones de ciudadanos que hoy ven sus casas bajo agua.