Por Camila Parodi. En el marco de la radio abierta del ENM, se realizó la mesa de diálogo sobre las realidades de los pueblos de Nuestra América. En esta segunda entrega, Marcha comparte las experiencias de compañeras de Honduras y México.
Ellas, mujeres que enfrentan día a día distintas opresiones como la militarización, los golpes de Estado, la narco política y desalojos, entre tantas otras violencias en sus territorios, coincidieron en la radio abierta del 29º Encuentro Nacional de Mujeres realizado en Salta. Esas acciones nefastas que se presentan separadas no son más que parte de una misma política de control, criminalización y persecución contra los movimientos y resistencias populares.
Así, fortalecidas en el intercambio y el encuentro, expresaron en su manifiesta colectiva: “A pesar de todo… ¡les hicimos el Encuentro! Y nuestras voces no volverán a ser calladas. Nuestro llamamiento es parte de las muchas voces de resistencia que aquí se levantan, como un coro polifónico de deseos, de sueños, de caminos abiertos al andar, de cuerpos disidentes, de abrazos solidarios. Es un llamado que abraza a todas las mujeres que en Abya Yala, luchamos por cada uno de nuestros derechos.”
En ese contexto, convencidas que la solidaridad es la ternura de los pueblos, abrazaron a las mujeres que se encuentran en procesos populares antiimperialistas, “que impulsan cambios sociales profundos -como la revolución bolivariana, cubana, boliviana-, promueven políticas que profundicen su rumbo antipatriarcal, anticapitalista, anticolonial y de unidad nuestroamericana”.
Y reafirmaron: “Nuestro llamamiento es a seguir haciendo revoluciones que partan de nuestros cuerpos y territorios. Revoluciones en nuestras maneras de sentir, de hacer, de vivir nuestras vidas, solidarias, hermanas, libertarias. Revoluciones que empujen revoluciones. Revoluciones que no se contenten con acceder a participar en un porcentaje de los sistemas de opresión existentes. Revoluciones que empujen las fronteras hasta desintegrarlas, no sólo materialmente, sino también en nuestras propias marchas”.
Ni golpe de Estado, ni golpe a las mujeres
Tanto Marcela como Daniela, feministas hondureñas, se encuentran en Argentina ya que tuvieron que salir de su país por la persecución y hostigamiento que vivían allí por ser militantes sociales. “Honduras es el segundo país más pobre de Latinoamérica y el más violento de Centroamérica. Tenemos dos ciudades en el ‘top 10’de las ciudades más violentas del mundo. Esos son los títulos que ostentamos”, afirmaron. “No vamos a parar de luchar, porque llevamos dentro esta rabia y este ímpetu contra las injusticias”, enfatizaron.
El golpe de Estado hizo que la población salga a la calle a protestar en contra. Allí se vieron otras injusticias a nivel mundial y cultural, se comenzó a generar otra conciencia, como “un despertar”, mencionó Marcela. “En esa línea algunos y algunas nos autoproclaman como hijos e hijas del golpe de Estado”.
A partir de tanta movilización y participación popular en la resistencia hondureña, el país profundizó la militarización. “Nos encontramos con tres militares a cada cuadra, que no paran de hostigar los luchadores y jóvenes. El ser joven es condición de criminalización en Honduras, a las mujeres nos violan y a los varones los detienen. Se vive una cultura de la violencia muy fuerte, esto lo descubrí recién cuando me mudé a otro país, otra realidad”, subrayaron.
En un país de 8 millones de habitantes, hay veinte muertes violentas y diecisiete violaciones denunciadas por día. Pero más allá de esa realidad concreta, hay una mirada hegemónica sobre Honduras como un país pobre y atrasado. “Estados Unidos construye ese discurso, que es mentira. Somos mujeres y hombres que tenemos manos y que tenemos pies trabajando”, señaló la referente. Se observa, por ejemplo, en los territorios indígenas, garífunas y lencas se encuentran de pie contra el avance del extractivismo y los desalojo.
Enmarcada en esta situación, el lugar de las mujeres como era de esperar es vulnerable. “En la lucha de las feministas de acá hablan de aborto legal, allá no tenemos legal ni la pastilla anticonceptiva de emergencia, porque el Estado en complicidad con la Iglesia dice que es abortiva y no le importa las declaraciones internacionales. Le importa tener a las mujeres sumisas y en una situación así como nos tienen. La mayoría de las mujeres violadas tienen entre diez y catorce años y las asesinadas no superan los treinta, las más vulnerables mujeres jóvenes, indígenas, pobres”, manifestó.
Aun así reconocieron que hay mucha resistencia, sobre todo de las mujeres, quienes salen a las calles a cuestionar sus roles. “Estamos tomando un papel muy importante en las luchas en el país y en la defensa en todos los aspectos de la vida, y eso es realmente bonito verlo, o sea: está todo para la mierda pero si nos van a joder ¡que les cueste!”, reforzó.
En México Gobierna el narco.
Ni bien se dio la palabra a las integrantes de la Asamblea de Mexicanxs en la Argentina, hicieron un llamado: “Les pedimos que se acerquen a los medios libres, alternativos solidarios, hay una situación crítica en México que queremos comunicar.” Emocionadas por el ENM expresaron: “Nos estamos alimentando de esta lucha de mujeres, de esta lucha feminista que nos da mucha esperanza a la lucha en México ya que este momento se vive una situación muy terrible en el país”.
Para ello explicaron que “poner en contexto la situación que viven las mujeres en México es hablar de un número indeterminado de mujeres asesinadas, desaparecidas, atravesadas por múltiples violencias. El cuerpo de mujer es utilizado como tortura sexual ante un crimen de Estado, un narcoestado mexicano. Una mujer es asesinada violentamente cada 20 horas”, denunció. Desde 2000 hasta 2009, se tenían contabilizada alrededor de 13 mil ciudadanas asesinadas en situación de extrema violencia. En esa línea, sólo en 19 de los 32 Estados está tipificado el asesinato de mujeres como femicidio.
Desde 2006, cuando el presidente Felipe Calderón había declarado la guerra contra el narco, “hubo 16 mil asesinados, que en un 40 por ciento son mujeres. Ante esto, la lucha feminista dio su voz, presencia y lucha y pero sufrieron la criminalización de quienes dijeron ‘ya basta’. Por eso, queremos recordar la lucha de las compañeras Bety Cariño y Marisel Escobedo y a las madres de las mujeres desaparecidas de Ciudad Juárez”, enfatizó
Paradójicamente, a partir de la guerra contra el narco declarada por el presidente en ese momento, la relación entre el narcotráfico y el Estado se volvió bastante estrecha. “El Estado está atravesado en todas las instancias municipales federales donde ya es imposible separarlos. Se denunció este vínculo directo orgánico, económico y político entre el narco y el Estado desde diferentes organismo de derechos humanos que investigaron y documentaron. En este marco hay una incrementación de la violencia y una pugna permanente de control de territorios, no sólo geográficos sino también de los cuerpos de las mujeres y poco se da a conocer esta situación”, desarrolló.
En ese correlato, según informaron, el último suceso que las conmocionó fue el ataque a estudiantes de la escuela normal de Ayotzinapa, que se forman para ser maestros rurales en la sierra. El 2 de octubre último salieron en camiones para conseguir plata para la manifestación histórica que se hace en el Distrito Federal cada año en conmemoración de la masacre de estudiantes que se dio en 1961 en Tlatelolco. “Policías del municipio los balean sin mediar palabra. Allí murieron dos estudiantes”, relató Mónica. Los hechos violentos se repitieron hasta dar con seis muertes más y 43 desaparecidos.
Entre rabia y desesperanza, las integrantes de la asamblea reafirmaron que esta situación crítica es responsabilidad del Estado mexicano, que intenta correr el foco de la masacre responsabilizando al “narcotráfico” como algo alejado a su política. Este discurso no es novedad, sino que es parte del accionar que criminaliza y deslegitima las miles de muertes que ocurren en el país como parte de la responsabilidad del narcotráfico.
Así concluyeron: “Seguimos exigiendo al Estado mexicano la aparición con vida de las 43, que se investigue hasta las últimas consecuencias. Queremos la renuncia del gobierno de Iguala y Guerrero. Y queremos que se finquen todas las responsabilidades, incluso en el ámbito federal. Queremos alzar la voz diciéndoles a las madres y gente de Ayotzinapa que su dolor es nuestro dolor, su rabia es nuestra rabia. ¡Vivos los llevaron, vivos los queremos!”.