Por Laura Cabrera. La mujer del anatomista propone un paralelismo entre dos modelos de mujer en una misma época, al tiempo que cuenta la historia de amor/odio de la protagonista hacia el cuerpo de Eva Duarte, por el que su marido, el anatomista Pedro Ara abandonó su hogar.
El público llega, entra a la sala de El Ópalo y un detalle (que no será revelado en esta nota, claro) hace que el espectador se sienta parte de la celebración que da inicio a esta historia de amor, odio y pasiones varias. Lo hace cómplice desde el conocimiento del contexto histórico y los hechos ocurridos con el cadáver de Eva Duarte, pero también lo hace cómplice desde el espacio en que se desarrolla la obra, poniendo a quien observa y escucha en el lugar de confidente de esa víctima del amor incondicional, de las estructuras de la época y de la situación política de un país.
Sobre el escenario en donde transcurre la obra del dramaturgo Gabriel Fernández Chapo, no se ve más que algunos vestidos, un cortinado, dos banquetas, una mesa y algunos accesorios. Sin embago muchas cosas pasan allí, donde parecería no haber nada. ¿Quién es la mujer que se pasea en escena hablando de su marido? O la pregunta debería ser ¿quién es el marido de esa mujer que tanto sufre la usencia del hombre? Ahí comienza a desarrollarse la historia de Ana María, esposa del anatomista español Pedro Ara, a quien se le encomendó embalsamar el cuerpo de la “abanderada de los humildes”. La protagonista sufre, no lo ve desde hace años, cuando la tarea le fue encomendada, cuando su obsesión por el cuerpo de Eva (mujer que además es muy distinta a Ana María) se lo llevó para no regresarlo por mucho tiempo.
Dentro de esta historia conocida se crea una historia interna, la de las pasiones, la de la vida de una mujer que espera que su esposo vuelva a Córdoba pero que mientras tanto debe comportarse como una verdadera dama, de esas que honran a sus esposos, de las que jamás harían un escándalo en público pero que al llegar la noche se encuentran invadidas por la soledad, cargadas de angustias y ganas de hacer.
En escena, Ana María (representada por la actriz española Clara Díaz) propone algo más que contarle al público lo que pudo haber sido la vida de esta mujer. Pretende en realidad contrastarse con un modelo de mujer contra el que lucha, que en realidad son dos: uno, el de Eva, la mujer que se llevó a su marido y que además rompió con todos los códigos de su época (cuestión a la que Ana María debe no hacer caso, porque así no se comporta una dama). El otro, el de la lucha con ella misma por mantener las costumbres de los manuales de la buena esposa y ese lugar en el que cayó cuando su matrimonio arreglado fue concretado.
Y es en esa lucha que la mujer emprende su viaje a Buenos Aires, específicamente a la CGT, donde “descansa” el cuerpo de Eva y donde su marido perdió la libertad. Es aquí cuando la cuestión de género y el rol de la mujer se entrecruza con una segunda línea, la de la política, el pensamiento popular y los simbolismos. Quizá sea esta segunda parte el guiño hacia el espectador para entender el presente a partir de una figura emblemática del pasado.
Es que esa mujer a la que Ana considera “más peligrosa muerta que viva” es en realidad el ser inmortal y sostenedor de uno de los partidos políticos con más influencia en la Argentina de todas las épocas. Y lo es en la actualidad. Entonces podría entenderse gran parte de la historia de un mito popular a través de la obsesión de este hombre que se cree artista, que entiende a esa mujer como una obra de su arte.
La mujer del anatomista es quizá una explicación de la construcción del ser nacional a través del cuerpo profanado, la muestra empírica que sustenta toda una estructura, ahí la pata política de la obra que mediante esta historia cuenta las penas de una mujer y pone en evidencia el faltante que aún en estos días se sigue reflejando: el derecho de las mujeres a decidir sobre sus propios cuerpos, caso de Ana María, quien matrimonio arreglado de por medio, carga con el peso del “qué dirán” y decide actuar.
*La mujer del anatomista se presenta todos los viernes a las 21 en El Ópalo (Junín 380 C.A.B.A). Funciones hasta el 20 de octubre.