Por Sergio Rodríguez Gelfenstein*. El gobierno de Raúl Castro anunció el envío de médicos a África para combatir la epidemia de cólera que golpea a varios países del continente. Solidaridad y compromiso, las armas de la Revolución cubana.
Ante la incapacidad de la comunidad internacional para detener el avance de la epidemia de ébola, la preocupación de los organismos internacionales se elevó al máximo. En ese marco, el Secretario General de la ONU, Ban Ki-moon llamó por teléfono el 9 de septiembre a varios líderes mundiales y recabó ayuda para evitar que el mal se continúe propagando. Por supuesto, casi todos los jerarcas gubernamentales convocados por el máximo dirigente del organismo internacional eran de países desarrollados y ricos. Sin embargo el prestigio y el aval internacional de Cuba en esta materia no pudieron ser soslayados, por lo que al Presidente Raúl Castro también se le solicitó el apoyo urgente de la isla caribeña a fin de contribuir con su experiencia y su avanzado modelo científico en esta materia.
De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS,) el número de casos de ébola asciende a 4.800, cifra que crecerá ante la posible aparición de otros miles en Liberia durante las próximas tres semanas. La epidemia golpeó sobre todo a Guinea, Liberia y Sierra Leona, donde se reportan más de 2.400 muertos en lo que secatalogó como el peor brote del microorganismo en cuatro décadas.
La respuesta del gobierno cubano fue inmediata. Al día siguiente, miércoles 10 de septiembre, una delegación encabezada por el ministro de Salud Pública, Roberto Morales Ojeda, viajó a Ginebra, Suiza, sede de la OMS, para coordinar la ayuda de su país en la lucha contra la epidemia. El jueves 11, solo dos días después de la conversación telefónica entre Ban Ki-moon y Raúl Castro, el doctor Morales y la delegación que lo acompaña se entrevistó con la directora general de la OMS, Margaret Chan, y visitaron un centro de emergencia para atender la situación de esa fiebre hemorrágica.
El ministro cubano informó que su país ya tiene 23 colaboradores médicos en Sierra Leona y 16 en Guinea. Así mismo, dio a conocer que Cuba aportará una brigada de 165 integrantes, de los cuales 62 son médicos y 103 enfermeros y enfermeras con un promedio de 15 años de experiencia, todos los cuales se han ofrecido voluntariamente para esta misión de alto contenido humanitario, dada la peligrosidad del virus. Este contingente médico cubano tiene en su haber la participación en situaciones de desastre natural y epidemiológico, además que ha estado presente en otras misiones de cooperación de las tantas que Cuba prestó en todo el mundo.
No es primera vez que Cuba envía a su personal médico a África. Ya en mayo de 1963, a sólo 4 años del triunfo de la Revolución, la primera Brigada Médica cubana viajó a Argelia, país que el año anterior había declarado su independencia de Francia después de lo cual sólo quedaron 600 médicos para atender una población de 11 millones de habitantes. La grandeza del hecho estriba en que en ese momento en Cuba sólo había 3 mil médicos, después que una cantidad similar había abandonado el país tras el triunfo de la revolución en 1959. Este primer contingente de 54 trabajadores de la salud, de los cuales 29 eran médicos, 14 enfermeros y enfermeras, siete técnicos de rayos X y 4 odontólogos –al igual que ahora- cumplieron su misión de forma totalmente voluntaria.
Más recientemente, la operación Milagro llevada adelante por Cuba junto a Venezuela, permitió recuperar la vista a 36.636 ciudadanos africanos. Según el ministro de salud de Cuba, “en África, hasta la fecha participaron 76.744 colaboradores de la salud en 39 países. En estos momentos existen, 4.048 colaboradores en 32 países, de ellos 2.269 son médicos”.
Por su parte, la doctora Margaret Chan, directora general de la OMS, agradeció al presidente Raúl Castro, por ser su país el primero que dio el paso ante el llamado de la ONU y la OMS. Chan recordó que Cuba es mundialmente famosa por “su capacidad para entrenar excelentes médicos y enfermeras” y reconocida “por su generosidad y solidaridad con los países en ruta hacia el progreso”, por lo que hizo patente la necesidad de aprender de la experiencia cubana en el tratamiento de casos de emergencia. Señaló que esperaba que el anuncio hecho por el gobierno cubano estimulara a otros países a ofrecer su apoyo.
Esta forma de colaboración médica que lleva vida a todo el mundo contrarresta la información cotidiana de los últimos meses y años, signada por la intervención militar occidental en la propia África, pero también en Asia, Europa y América Latina, que acarreó destrucción y muerte.
A pesar de esto, sin armas letales por medio, los médicos cubanos causan terror al imperio. El propio presidente Barack Obama –con indisimulado desprecio– se refirió a ello el 19 de abril de 2009 cuando en la Cumbre de las Américas, que se celebraba en Puerto España (Trinidad y Tobago), la catalogó como la “diplomacia médica” de Cuba. Sólo en la mente perversa del primer presidente gris de la historia de Estados Unidos puede caber la peregrina idea de que la ayuda humanitaria entregada desinteresadamente y de manera voluntaria pueda tener objetivos políticos tras sí. Sólo su mentalidad consumista, prohijada en una sociedad putrefacta, puede concebir la imagen de una salud que se rija por la ley de la oferta y la demanda.
Sólo seres superiores, provistos de valores que consideren la condición humana por encima de intereses particulares, pueden ser capaces de verter su sudor, su esfuerzo, su sacrificio y su sangre -cuando fue necesario- para llevar adelante los supremos intereses de la humanidad.
Uno de los primeros médicos enviados por la revolución cubana a África fue el Comandante Ernesto “Che” Guevara. No iba, sin embargo, a cumplir misiones profesionales. En fecha tan temprana como 1965 hizo su primer viaje a ese continente. Quería conocer en carne propia los estragos causados por casi cinco siglos de ocupación colonial y ofrecer a los líderes africanos que luchaban por la independencia, el apoyo del pueblo cubano para erradicar ese flagelo.
Antes, el 11 de diciembre de 1964, en su intervención ante la XXI Asamblea General de la ONU, al referirse al papel del colonialismo en África y especialmente en el Congo, el Comandante Guevara expresó: “Nuestros ojos libres se abren hoy a nuevos horizontes y son capaces de ver lo que ayer nuestra condición de esclavos coloniales nos impedía observar; que la civilización occidental esconde tras su vistosa fachada un cuadro de hienas y chacales. Animal carnicero, eso es lo que hace el imperialismo con el hombre, eso es lo que distingue al blanco imperial”.
Esas hienas y chacales que experimentan para crear enfermedades a fin de producir vacunas que engorden las arcas de los grandes laboratorios son los causantes de esta epidemia de ébola. Sus fauces llenas de la sangre de pueblos marginados del desarrollo y sedientas de mayor expoliación y guerra no son capaces de acudir a la ayuda que la humanidad necesita para exterminar este terrible mal.
En Nuestra América, en este Caribe orgulloso construido con la sangre africana, un pueblo noble y solidario acude una vez más al llamado de la vida. Cuba, con su ejemplo cotidiano de amor y paz, se yergue por encima de las dimensiones de su superficie y población, por arriba del tamaño de su economía y logra saltar el brutal muro del bloqueo imperial, para seguir erigiendo el homenaje más sublime a su apóstol José Martí cuando dijo que “Patria es humanidad”.
*Sergio Rodríguez Gelfenstein es analista internacional venezolano. Fue Director de Relaciones Internacionales de la Presidencia de Venezuela y Embajador de Venezuela en Nicaragua. Es autor de “Y cuando Fidel no esté?” y “Plan Colombia, globalización e intereses hegemónicos de Estados Unidos en América Latina”, entre otras obras. Este artículo fue publicado originalmente en Barómetro Internacional (www. barometrointernacional.bligoo.com.ve)