Por Mario Hernández. Segunda parte de la nota sobre el 13° aniversario de “La Toma”, el supermercado en Rosario que actualiza el reclamo de trabajo digno y de denuncia ante la persecución judicial.
En esta segunda parte de la entrevista a Carlos Ghioldi dialogamos sobre la persecución a los luchadores sociales como los trabajadores petroleros condenados en las Heras y las implicancias de la judicialización de la protesta. Y sobre los avances en la causa del asesinato del Pocho Lepratti.
“La condena a los petroleros de Las Heras es contra el conjunto de los trabajadores”
– Tengo entendido que desarrollaron en “La Toma” una reunión para planificar un acto por la absolución de los trabajadores petroleros condenados en Las Heras.
– Así es, estuvo reunida la Comisión por la absolución de los petroleros y habrá un acto el próximo 4 de octubre en La Toma. Aunque somos sectores que opinamos distinto y, a veces, dificulta algunos acuerdos, nosotros no podemos dejar de estar presentes en esta causa que es contra el conjunto de los trabajadores independientemente de su pensamiento político.
Tenemos que estar en primera fila impulsando la solidaridad por la absolución de estos compañeros, opinen como opinen, ese es otro debate, pero nunca hay que anteponer cualquier otra circunstancia o interés partidista o electoral, por sobre la necesaria unidad en torno a la absolución de estos compañeros, vengan de donde provengan hay que recabar el apoyo y el acompañamiento por un gran punto que nos unifique a todos y que es la absolución y la anulación del proceso judicial. No hay excusas. Tenemos que armar un gran movimiento que fortalezca esta causa, que no es la única, nosotros también estamos amenazados.
Judicializar las protestas sociales es una herramienta que las grandes patronales han logrado llevar al Código Penal, y es una herramienta que tenemos que tumbar, luchar contra ella más allá del gobierno que esté, del nucleamiento sindical al que se pertenezca, ideología o aspiración electoral que uno tenga.
– Me llegó la información del despido del Secretario General del gremio de trabajadores portuarios de Rosario, Raúl Mamani, quien además es Secretario Administrativo de la CTA (Rosario). ¿Qué información manejas sobre el tema?
– Muchas veces hemos compartido plenarios de la CTA-Micheli y han tenido una lucha muy dura contra esa Unidad portuaria que está privatizada y anteriormente pertenecía a la Junta Nacional de Granos. Un grupo de compañeros continuó peleando y generó esta organización sindical adscripta a la CTA-Micheli a la cual la patronal ha dado un zarpazo, un golpe durísimo con el despido sin causa contra una persona de 63 años a la que le ofrecen la indemnización.
Así está planteado el conflicto, pero el punto está más bien en intentar descabezar cualquier intento de organización de los trabajadores, más allá de las ideas que uno tenga sobre cuál es el mejor camino para la organización. Lo que no se puede permitir, del mismo modo que lo decía respecto de la aplicación del Código Penal a los luchadores, tampoco tolerar ni un minuto, es la imposición de condiciones antidemocráticas y de persecución feroz a cualquier trabajador que decide organizarse o participar sindicalmente, sea del color o nucleamiento que sea se plantea la misma cuestión.
Es una defensa incondicional la que hay que hacer sobre este caso donde el compañero reclama la reincorporación. Estamos a favor de luchar con él, acompañarlo y alertamos que es muy importante la lucha contra la dictadura totalitaria de las patronales en los lugares de trabajo.
Cuando se habla de democracia sindical, se suele hablar solo al interior de las organizaciones sindicales y nosotros pensamos que no hay democracia sindical con la dictadura patronal feroz en cada lugar de trabajo que persigue al compañero que se sindicaliza, que cuestiona o que simplemente intenta averiguar cuál sería el sueldo que le corresponde. Ese es un cercenamiento de las libertades democráticas que ocurre cotidianamente en cada lugar de trabajo y es el primer paso que hay que dar para conquistar la democracia sindical.
– También he leído novedades sobre el crimen de “Pocho” Lepratti en diciembre de 2001. La Corte Suprema de Santa Fe dispuso anular el fallo de la Cámara Penal que había beneficiado a los 4 policías sentenciados en primera instancia por el encubrimiento del homicidio de Lepratti.
– No sigo particularmente este caso pero sí hay una cuestión que quiero aclarar sobre la represión del 2001.
Es muy importante que vayan presos los autores materiales, que se pelee para que los responsables políticos también paguen sus culpas porque no se los ha tocado, pero también hay que decir que hubo empresarios que compraban las balas, que compraron armas como la cadena de Supermercados Rosarina que compró 5000 cartuchos para la policía y eso salió publicado en los diarios. Hay otra empresa que compró especialmente elementos de represión y los puso a disposición de las fuerzas policiales, es decir, mientras no se toque a los ideólogos y beneficiarios de esa represión, estamos siempre con el mismo problema.
En estos días se está discutiendo la responsabilidad de Acindar en la represión del Villazo (1975), lo cual es muy importante porque no hubo represión a los obreros de Villa Constitución por el enloquecimiento de un puñado de funcionarios policiales, ni tampoco por la política represiva de un puñado de funcionarios políticos, sino porque hubo empresarios que decidieron, impulsaron y gestaron el marco represivo. El árbol no nos debe tapar el bosque.
– Estás hablando nada más ni nada menos que de José Alfredo Martínez de Hoz, que era el presidente de la empresa.
– Y del Directorio de Acindar que instaló un campo de concentración dentro de la fábrica. No fue el único caso, tenemos el de Mercedes Benz que hizo desaparecer la Comisión Interna, del Ingenio Ledesma donde permanecen desaparecidos 32 compañeros y un largo etcétera, es decir, hay una parte importante de responsabilidad empresaria en la represión de la década de los ’70 y durante la dictadura cívico-militar que tiene que ser investigada porque también hoy aparece con otras formas, suave, democratizada, al calor de los tiempos, hasta donde le da el cuero, pero es el mismo principio represivo de despedir al trabajador portuario que quiere organizarse y de comprar las balas para reprimir a las masas hambrientas en un momento de bronca y hambre muy generalizados como fue el 2001.
Nos parece que hay que empezar a discutir estas cosas más allá del posicionamiento sindical o la idea que se tenga para las futuras elecciones, porque vamos a tener que pelear hoy y por muchos años y estos métodos van a aplicarse como puedan y si no tenemos claridad de golpear donde corresponde pueden desarrollarse y avanzar. Hay que tener una fuerte claridad y unirnos para tumbar estos métodos.