Por Victoria Seca. La escuela en Mendoza donde asistía Johana Chacón y los hijos de Soledad Olivera hicieron diversas actividades en reclamo por su desaparición hace tres años. Frente al silencio judicial y político, la comunidad denuncia la trata.
El 4 de septiembre de 2011 Johana Chacón de 13 años salió de la escuela primaria a la que asistía. Se tomó el micro y se bajó en el camino que la llevaba a su casa pero nunca llegó. Ese mismo día, los hijos de Soledad Olivera salieron de la misma escuela que Johana, llegaron a su casa, pero su mamá no estuvo allí para recibirlos como siempre. Las dos mujeres tienen mucho en común: vivían en el distrito de 3 de Mayo, en Lavalle, Mendoza; formaban parte de la comunidad educativa de la escuela Virgen del Rosario y hoy, ambas, están desaparecidas.
El caso de Soledad Olivera salió a la luz un año después de su desaparición, cuando las docentes de la escuela Virgen del Rosario comenzaron la búsqueda de Johana. En un primer momento, no se vincularon las desapariciones a la trata de personas pero ahora se presenta como la teoría más concreta. Por ello, en la semana en que se cumplieron dos años de la desaparición de Johana, la comunidad educativa de la Escuela Virgen del Rosario en conjunto con organizaciones sociales, políticas, sindicales y estudiantiles llevaron adelante diversas actividades para difundir la búsqueda de estas mujeres y poner en debate la problemática de la violencia de género y la trata de personas.
El martes 2 de septiembre se hizo entrega de un petitorio en el Concejo Deliberante de la Municipalidad de Lavalle para declarar de Interés Departamental la búsqueda de Johana, además de solicitar la creación de un espacio para tratar los casos de violación de los derechos humanos. Por otro lado, ese mismo día se presentó un proyecto para que se declare de Interés Provincial la búsqueda de Johana y para que la Dirección General de Escuelas (DGE) instituya el 4 de septiembre como una jornada de reflexión sobre violencia y trata, como también sobre los derechos de niños, niñas y adolescentes. La iniciativa fue aprobada por ambas Cámaras y la directora de la escuela Virgen del Rosario, Silvia Minoli, hizo un balance positivo en base a este logro. Sostuvo que, a pesar de que en lo cotidiano se vuelve difícil, estos pequeños avances renuevan las esperanzas.
No están solas
Pero el reclamo no se realizó únicamente en el ámbito institucional sino que, como todos los 4 de cada mes, el jueves se marchó desde la Escuela Virgen del Rosario hasta el centro de Lavalle y se pintó un nuevo signo de pregunta en una pared. Con este, se sumó el signo número 24. Además, con el objetivo de visibilizar la lucha en la ciudad de Mendoza, el sábado se llevó adelante una jornada artístico-cultural denominada “Unimos nuestras voces”.
El festival comenzó en la siesta mendocina y se extendió hasta después del atardecer. El mismo estuvo organizado por las docentes de la escuela, organizaciones sociales, políticas y de género. Subieron al escenario bandas locales, que entre canción y canción, hacían referencia al motivo de la actividad y pedían por la aparición de Johana y Soledad y por todas las mujeres víctimas de la trata. Además, el micrófono estuvo abierto para brindar detalles sobre cómo hay que actuar si una mujer está desaparecida, haciendo eje en la importancia que tienen las primeras 48 horas y la necesidad de difundir inmediatamente la situación.
Al sol mendocino y a la música, se le sumó el color de los carteles, las remeras y las banderas que pedían por Johana, que nos recordaban la búsqueda de Marita, María, Florencia, de todas, que afirmaban que sin clientes no hay trata y que pedían “no nos dejen solas… no las dejemos solas”.