Por Mauricio Diaz. El 7 de septiembre del 2013, se encontró adentro de un Renault Clio, a Juan Antonio Alós, muerto de un tiro en la cabeza. Una denuncia de su esposa alertó la búsqueda. La conexión de las mafias narco con las redes políticas y policiales en Córdoba.
Roxana Luna estaba embarazada de 7 meses cuando se encontró en el cuerpo de Alós en el paraje conocido como Bosque Alegre, a unos kilómetros de la localidad de Alta Gracia.
Juan Alós, era policía y pertenecía a la División Drogas Peligrosas de la Policía de Córdoba. Unos días antes, en el programa ADN, emitido por Canal 10 de Córdoba, había sido nombrado por un “buchón” de la policía, Juan “El Francés” Viarnes, como parte de un negocio que efectivos de la policía provincial realizaban en conjunto con narcos. La causa quedó a cargo del fiscal de Alta Gracia, Emilio Drazile, que llegó unas horas después al lugar de los hechos.
Esa noche, de manera insólita apagó el motor del auto, apagó las luces y viendo la escena, sentenció que se trataba de un suicidio; todo esto sin esperar a los peritos técnicos. El auto terminó en la Jefatura de Policía, y se investiga por qué y quién ordenó que lo lavaran antes de ser peritado. Al día siguiente del hallazgo, el fiscal Drazile, declaraba: “Por los relatos de sus colegas y superiores, Alós se mostraba los últimos días muy consternado a raíz de las denuncias que había hecho un medio periodístico sobre su presunta participación en la red de Drogas Peligrosas que se investiga por el uso de agentes encubiertos, las cuales negaba”. Apoyado por el Juez de Control de Alta Gracia, Carlos Granda Ávalos, Drazile caratula la causa como suicidio.
En el sepelio del oficial Juan Alós, el entonces Jefe de Policía, Ramón Frías, arremete contra el periodismo: “La difamación, la injuria y las mentiras le quitaron la vida.” sustentando la hipótesis de un suicidio. Y concluyó: “¿Es justo poner al aire por televisión a un delincuente para que acuse falsamente a un policía, para que lo dañe tanto que lo lleve a este momento fatal?”. La acusación del Jefe de Policía apuntaba al informe transmitido por el programa ADN, que mostró una investigación, que la justicia federal llevaba a cabo desde inicios de agosto de 2013. A ello le agregó las declaraciones del “buchón” Juan “El Francés” Viarnes, que involucraban a la cúpula, de la División Drogas Peligrosas.
Al día siguiente de la muerte de Alós, el fiscal Drazile argumentaba que el móvil del suicidio, era por un supuesto cuadro de depresión, expresado en una carta, que nunca se comprobó su legitimidad, y en la cual Alós supuestamente se mostraba deprimido por la muerte reciente de su padre, y que por ello se fue a suicidar al lugar donde esparcieron sus cenizas. Según Drazile era un ex policía. Con el tiempo la familia del oficial “suicidado” salió a aclarar que el padre de Alós, era colectivero, jubilado, y que nunca fue policía. Además dijo que sus cenizas fueron esparcidas en un pueblo de la provincia de Mendoza. La hipótesis de Drazile comenzaba a caerse, solo le quedaba el dermotest, para comprobar que Juan Alós se había disparado; el mismo se conoció semanas después y dio negativo. Alós nunca disparó el arma que se le encontró entre sus manos.
Hace unos días el mismo programa que fue acusado por el ex Jefe de Policía de haber causado la muerte de Alós, mostró imágenes de la causa y constatadas por el criminalista Enrique Prueger, concluyó que nunca vio un caso igual en toda su carrera, “Esto sin duda alguna es tarea de un asesino”, sentenció Prueger al ver cómo ni el cabezal del asiento del auto donde encontraron a Alós, estaba manchado de sangre, ni el techo, ni la puerta cerrada del vehículo. En esta última si se podían divisar manchas de sangre cuando se abría. Lo que hace suponer que no se mató en el auto, sino que se pegó el tiro en otro lugar y después se subió al auto.
Con el pasar de los días, la Justicia Federal se interesó en la causa, el fiscal Enrique Senestrari, pidió conocer la causa y más tarde solicitó hacerse cargo de la causa, ya que no se trataba solo de un suicidio, era una causa de narcotráfico. Senestrari, por su parte siguió con la investigación sobre la División de Drogas Peligrosas, y pidió la detención de varios policías: el comisario Rafael Sosa, de la División de Drogas Peligrosas; el comisario Alfredo Saine, el oficial inspector Franco Argüello, el sargento Fabián César Peralta Dáttoli , todos de Lucha Contra el Narcotráfico; y el suboficial Mario Osorio. El 12 de septiembre imputan al ex jefe de Drogas Peligrosas, Mario Nieto, por delitos vinculados a supuestas irregularidades que se vendrían cometiendo desde 2010 en el área. Y también imputan a Daniel Moroldo y Fabián Hoyos. Menos los imputados, todos los demás están en Bouwer detenidos.
Días después de la muerte de Alós, se encuentra “suicidada” también a la oficial Damaris Roldán. Lo de Alós fue el inicio de lo que en la provincia de Córdoba se llamó el “narcoescándalo”. Renunciaron el Jefe de Policía Ramón Frías y el Ministro de Seguridad Aldo Paredes. Para lavar su imagen la policía el 11 de septiembre, realizó un operativo a 18 kilómetros de Obispo Trejo, donde incautó 400 kilos de marihuana de una avioneta. Ahora se está investigando si la droga no salió del mismo entorno policial y le fue plantado a los tripulantes de la avioneta, que cayeron como unos perejiles. En el marco de la causa del “narcoescándalo”, se llevaron a cabo tres allanamientos a la Jefatura de Policía. En el primero se decomisaron bolsas de cocaína, sin las actas correspondientes, y armas limadas. Las bolsas con cocaína, fueron justificadas, por el entonces Jefe de Gabinete del Gobierno de Córdoba, Oscar González, con una frase que quedó en la historia: “La droga es para el entrenamiento de los perros de la División Drogas Peligrosas de la Policía de Córdoba”.
La muerte de Juan Alós, fue el golpe de gracia a la credibilidad de una policía que venía siendo cuestionada de hace años. La utilización del Código de Faltas para meter pibes en cana arbitrariamente; los numerosos casos de gatillo fácil en la provincia; las distintas represiones a manifestaciones sociales; y ahora se hacía pública la relación de la policía con el narcotráfico. Se habló de que a la policía le habían tocado la “caja chica”. Se sucedió el acuartelamiento en toda la provincia. Los saqueos del 4 y 5 de diciembre. La salida de una nueva ministra de Seguridad Alejandra Oliva y su Jefe de Policía, César Almada. Caimos en Julio César Suárez, como Jefe de Policía, que anda amenazando periodistas y jsutificando los casos de gatillo fácil. Y la unificación del ministerio de Seguridad con el de Gobierno, a cargo de Walter Saieg.
Ya no es la preocupación de organizaciones sociales el accionar de la policía. Ahora la sociedad cordobesa se dio cuenta de la policía que tiene. Y el hecho no es menor, al igual que Sobich, con la muerte de Fuentealba, tuvo que bajarse de una candidatura presidencial. A José Manuel de la Sota, candidato a presidente, ahora solo le queda mendigar una vicepresidencia a raíz del “narcoescándalo”.