Por Mechi Martínez y Romina Fernández*. El policía Héctor Méndez, fue sentenciado a cadena perpetua por el asesinato de Matías Casas (19 años) ocurrido en julio de 2012. La sentencia fue emitida por un Jurado Popular. Es la primera vez que se utiliza para casos de gatillo fácil.
El 21 de agosto pasado se dictó la sentencia de cadena perpetua para el oficial neuquino Héctor David Méndez, autor del asesinato de Matías Casas, ocurrido el 22 de julio de 2012. La jueza María Gagliano se apoyó en el inciso 9 del artículo 80 del Código Penal que condena a perpetua a un miembro de la fuerza de seguridad que abuse de su función. Las imágenes del juicio muestran a los padres de Matías escuchando la sentencia, entre una mezcla de alivio porque el asesino de su hijo finalmente está preso, y de profunda tristeza, por recordar la ausencia del joven.
Matías Casas tenía 19 años. Trabajaba en la ferretería con su papá Cesar. Vivía en el barrio Los Hornitos en la zona oeste de la capital de Neuquén, la que los diarios catalogan como una “zona peligrosa”, la misma que quienes allí viven describen como una zona donde la policía hace con los pibes a su antojo, y donde se cometen innumerables abusos de autoridad.
Cronología de un gatillo fácil
La noche del 22 de julio de 2012 eran las dos de la mañana cuando Matías se estaba despidiendo de su novia en la esquina de una plaza del barrio Cuenca XV. Tenía la moto ya encendida para pegar la vuelta a su casa. Antes de arrancar tuvo un cruce de palabras con Enzo, uno de los hijos de Héctor Méndez. Enzo se fue y minutos después el propio Méndez apareció en escena: “¿vos sos Matías?”, preguntó al mismo tiempo que sacó su arma reglamentaria y empezó a disparar. Matías solo alcanzó a decir “pará”, se subió a la moto e intentó escapar. Méndez le disparó tres veces más por la espalda, dos de esos disparos impactaron en el cuerpo del joven. Se subió a una camioneta con uno de sus hijos y otra persona más. Siguieron a Matías que cayó herido de la moto a pocos metros. En presencia del personal de la comisaria 18 que ya había llegado al lugar por el aviso de un taxista, Méndez se bajó de la camioneta y pateó a Matías cuando estaba tirado en el piso, asegurándose de finalizar el trabajo. Después, por recomendación de sus colegas, simplemente se fue a su casa.
Matías permaneció cerca de media hora tirado en la calle, sin recibir atención médica, a pesar de tener un hospital a pocas cuadras del lugar. Horas después los médicos de ese mismo nosocomio, anunciaban a la familia del joven su muerte, la que podría haberse evitado.
“Defensa” de un asesino
Héctor David Méndez fue detenido en su domicilio horas después de cometer el asesinato y fue alojado en la Unidad 11, donde recibiría todo tipo de privilegios por su condición de integrante de la fuerzas de seguridad. Su primera defensa fue decir que Matías estaba armado y que había amenazado a su hijo, cuando en realidad la única arma que se encontró fue la 9 mm reglamentaria del oficial.
La estrategia de la defensa, a cargo del ex policía Carlos Ronda, fue intentar mostrar a un Méndez “no violento”, un tipo que no cometía excesos en su función. A la vez que correrlo de su desempeño como policía, fundamentando que estaba de licencia, para que no lo condenaran como miembro de la institución. También la estrategia de la defensa se centró en dilatar lo que más pudieran la elevación a juicio de la causa, presentando todo tipo de excusa para demorar el proceso judicial.
Porque ningún gatillo será tan fácil con la lucha de las familias
Finalmente, el 20 de mayo de este año se inició el juicio por el homicidio de Matías. En la provincia de Neuquén, es el segundo juicio que se realiza con un Jurado Popular y la primera vez que se utiliza este método para un caso de gatillo fácil. Para la familia de Matías, este no fue un dato menor, ya que a diferencia de cualquier juez, los vecinos y vecinas que compusieron el jurado no cargaban con la costumbre convertida en impermeabilidad ante el atropello y el abuso de las fuerzas represivas. No se corrió igual suerte con la jueza María Gagliano, que luego del proceso que llevó apenas dos días en encontrar culpable a Méndez, demoró meses en poner fecha para el fallo y postergó en tres ocasiones la lectura de la sentencia definitiva.
La lucha de Liliana Silva y Cesar Casas, padres de Matías, fue acompañada por Elizabeth, mamá de Braian Hernández, otra víctima de gatillo fácil en Neuquén. Su asesino, Claudio Salas, también está preso cumpliendo una cadena perpetua que sentó precedente en casos de gatillo fácil. Se trató de la primera sentencia que, basada en el inciso 9 del artículo 80 del código penal, agrava la condena al considerar que un policía no pierde “su condición de funcionario público bajo ninguna circunstancia” y entendiendo por tanto que crímenes como los de Braian y Matías implican un claro abuso de poder.
El paso siguiente para las familias y las organizaciones que apoyan la causa, es llevar a juicio a todos los policías que actuaron por omisión, protegiendo a su colega y dejando morir a Matías en la calle. Se trata de entender que cuando un pibe es víctima de gatillo fácil, no es solo culpable el uniformado que dispara, es parte de una política de aniquilamiento hacia la juventud. Ambos fallos a perpetua, el de Braian y Matías, en Neuquén, que enmarcan la muerte de los pibes como parte del accionar policial represivo, se posicionan como antecedentes necesarios para que los casos de gatillo fácil no queden impunes y para darle continuidad a esta lucha y no tengamos más jóvenes asesinados en manos del accionar policial
En los barrios periféricos de Neuquén hay una institución policial que persigue, hostiga, castiga y mata a los pibes. Y hay un montón de gente que dice basta y lucha. Como los familiares de Matías seguirán batallando para que otros pibes no pierdan la vida en manos de la violencia policial. Así es como al escuchar la sentencia contra Méndez, Liliana se abraza fuerte con Elizabeth y grita que ahora su hijo descansara en paz.
*Integrantes del Colectivo Alegre Rebeldía