Por Mónica Molina* desde Santa Rosa. Luego de diez años, hoy se dará comienzo a la primera jornada del juicio más emblemático sobre la desaparición de una mujer, Andrea López, sometida a la explotación sexual por el ex boxeador Víctor Purreta.
La jornada de hoy será la primera y marca el punto de partida para esclarecer la desaparición de Andrea López, una joven pampeana víctima de la explotación sexual en manos del proxeneta Víctor Purreta. La ciudad judicial de Santa Rosa será sede del juicio oral y público y, a la vez, receptor de los reclamos de colectivos feministas que acompañan desde hace un largo tiempo el pedido de justicia por Andrea. Durante cinco días declararán más de cuarenta testigos en el juicio oral y público luego de diez años de la desaparición ocurrida en la madrugada del 9 al 10 de febrero de 2004.
La Cámara 1 integrada por Alejandra Flavia Ongaro, Elvira Rossetti y Miguel Angel Gavazza, y el fiscal será Jorge Marcelo Amado, negó el pedido que hiciera la agrupación Mujeres por la Solidaridad para que el juicio se desarrollara en una sala amplia, no obstante mañana serán 30 los lugares disponibles para seguir cada jornada hasta el viernes 5 de setiembre.
Andrea López desapareció en la noche del 9 al 10 de febrero del 2004, estaba en la casa en la que convivía con su hijito C. y, su pareja Víctor Purreta, el proxeneta que la sometía a la prostitución en distintos puntos de la ciudad, aunque también la trasladaba junto a otras mujeres a cabarets de Pehuajó en el oeste de la provincia de Buenos Aires, donde aparentemente -según refieren algunos medios de comunicación- era socio. La noche de su desaparición, el proxeneta Purreta tenía planificado un traslado hacia esa ciudad, hecho que ocurrió según lo expresaron otras víctimas.
Cómo tantas mujeres que han sido ingresadas al sórdido mundo de la prostitución Andrea López, tenía una vida muy distinta antes de vivir el calvario de violencia a la que la sometió sistemáticamente Purreta. Andrea había nacido en víspera de la primavera del ´78, su hogar era el de una familia trabajadora, siendo la tercera de cinco hermanos, Néstor, Claudio, Enzo y Gisela. Cursó su primaria en la escuela N° 219, República de Panamá y el secundario en el ciclo nocturno de la misma escuela. Su papá enferma y, Andrea que ya era operaria de la fábrica Calzar debe abandonar sus estudios en el segundo año. A finales del ´95 inicia su noviazgo, formalizando su relación en 1998 y, en abril de 1999 nace su único hijo C., quien con su testimonio, será una pieza clave para dilucidar lo que sucedió en aquella madrugada del 10 de febrero.
No será fácil para Andrea la vida junto a su pareja. Estará atormentada por la violencia de género hasta llegar a situaciones de vejámenes que los organismos policiales harán caso omiso al punto de que nunca fueron encontradas las distintas exposiciones que hiciera, mediante la Ley 1918 sobre Violencia Doméstica y Escolar que regía en ese momento en la provincia de La Pampa.
Andrea, su búsqueda y el pedido de justicia por su desaparición es un emblema para la ciudadanía pampeana. Al igual que otras mujeres víctimas de violencia de género y sometidas a la explotación sexual, su rostro se tornó conocido y es parte de una dramática realidad de mujeres desaparecidas en democracia en nuestro país. Su historia, como la de Marita Verón, Florencia Penacchi, Fernanda Aguirre, entre otras, dimensionan la problemática de la prostitución y la trata de personas.
Esa justicia que nunca llega
Julia Ferreyra es una mujer callada, sin embargo ha sido persistente a pesar de su dolor y de no poder ser querellante en la causa N° 3547/04 por la desaparición de su hija. En junio de 2004 el titular del Juzgado N° 6, Dr. Jorge Howe rechaza su petición por entender que no se encontraba comprendida dentro de los supuestos del artículo 69 del Código Procesal Penal pampeano; también es rechazada como querellante en la causa N° 3619 “Purreta, Víctor Manuel s/ Promoción y facilitación de la prostitución” que cayó en el mismo Juzgado a cargo de Howe, aunque por esta causa Purreta fue condenado el 3 de junio de 2005 por la Cámara 2, a 5 años de prisión. Sin embargo, en diciembre del 2006 fue privilegiado con salidas transitorias.
En enero de 2009, Víctor Purreta, que por entonces estaba libre y entrenaba boxeo en gimnasios del medio santarroseño, declaraba a la revista Urbanas en red, “busquen por otro lado”; así, el púgil proxeneta continuaba con la teoría de que Andrea se había ido por su voluntad. A la pregunta del periodista Luis Talone, “¿qué crees que pasó con Andrea?”, Purreta declaró, “de mi casa se fue por su cuenta, cargó dos o tres mudas de ropa, los documentos y se fue. Ya estábamos separados cuando ella se fue. A nosotros nos unía el nene, nada más”.
Difícil sostener la credibilidad de su “teoría” de la voluntad de la partida de Andrea, sobre todo porque si lo único que los ligaba era su pequeño hijo C., no obró en Purreta la más mínima intención de saber donde estaba la madre de su hijo. Además, ¿quién podría pensar en la autonomía de Andrea para marcharse cuando sistemáticamente era golpeada por Purreta al punto de manifestar su terror con el cierre impulsivo de todas las ventanas de la casa de su madre cada vez que podía visitarla?, según lo expresara a Urbanas en red, Julia Ferreyra en alusión a las situaciones de violencia que vivía su hija.
Mirta Fiorucci, activista del grupo Mujeres por la Solidaridad, y sin dudas una de las personas que más acompañó en esta lucha a Julia Ferreyra, sostuvo en una entrevista realizada por Verónica Mac Lennan en www.radiokermes.com.ar que: “el testimonio de C. (hijo de Andrea López) es la prueba fundamental, pero hay muchos testimonios”, más adelante advirtió que “ha habido muchas fallas de la Policía y de la Justicia. El mismo fiscal (Jorge Marcelo Amado) es el que estaba casi desde el principio, y estamos preocupadas por cómo van a actuar. Y vamos a seguir mirando qué es lo que hace la Justicia”.
Un caso emblemático
De ser una leyenda urbana, como expresaron a quien escribe esta nota, al momento más esperado de que comience a dilucidarse que pasó con Andrea López ha corrido mucha agua bajo el puente en esta ciudad de Santa Rosa. Entre ellas, desde el 2008 hay una Ley contra la Trata de Personas, modificada luego en el 2012.
Lamentablemente el caso de Andrea no pudo configurar trata de personas por explotación sexual, sin embargo, ella es víctima en términos objetivos de este delito. En el momento que desaparece Andrea, la prostitución no era siquiera cuestionada como institución de sometimiento hacia las mujeres, tanto es así que casos como los de Verónica Feraude, Angélica Gandi, María José Stella, también víctimas del sistema prostituyente fueron nula o escasamente investigados.
En el 2004, año de la desaparición de Andrea el Municipio de Santa Rosa legalizaba a través de una ordenanza de espectáculos públicos el rubro de “whiskerías”, “cabarets” entre otros eufemismos para encubrir la trata de mujeres para ser explotadas con la denominación de “alternadoras” en lugares habilitados legalmente. Andrea López es el caso emblemático de una sociedad que vio el tránsito de la naturalización de la prostitución a la comprensión de ésta como antro del sistema prostibulario que, en la ciudad comienza a quebrarse con la sanción de otra ordenanza que resuelve la prohibición de los prostíbulos.
Desde hoy se marcará un hito para que, de una vez y para siempre, se comprenda que las mujeres prostituidas son víctimas y que Andrea no se fue por su voluntad, como tampoco quiso por voluntad propia estar en las calles o en un burdel siendo prostituida. Por eso hoy, será un día esperado para Julia Ferreyra, su mamá, su hijo C. y toda una ciudadanía que aguarda por Justicia.
*Lic en Comunicación Social.