Por Il Bycho Costa. Daniel Angelici anunció que Carlos Bianchi no tendrá un partido más y fue echado. Arruabarrena suena como sucesor. Una crisis que lleva años y el riego de su profundización.
Finalmente ocurrió lo que algunos hinchas y cierto sector del periodismo pedía: Carlos Bianchi fue echado de su cargo como Director Técnico de Boca Juniors. El técnico más ganador en la historia del club no pudo revertir malas campañas, y tres derrotas en cuatro fechas firmaron su sentencia. Sin embargo, la salida del técnico, siempre el hilo por donde los clubes cortan ante malas campañas, es sólo la punta de un iceberg que esconde a un club con falta de dirección.
Así como fue un mamarracho, la suspensión y después ratificación de la cuarta fecha del torneo por parte de la AFA, el jueves fue un desastre para los hincas de Boca. Golpeado por la derrota como visitante antes Estudiantes (3-1), Bianchi dijo tener fuerzas para dirigir el domingo contra Vélez, e intentar revertir la situación. Después del mediodía la noticia era que luego de haberse reunido los “referentes” del plantel, el técnico y el presidente Daniel Angelici, todo seguía normal. Para la tarde, Bianchi había sido echado de su cargo. “Carlos se encontraba con fuerza. Yo le había expresado que para nosotros era un ciclo terminado. Él me pidió hasta el domingo, me dijo que si no tenía resultados, se iba. Lo escuché, me reuní nuevamente, y en la reunión se ha tomado la decisión por unanimidad”, dijo Angelici en conferencia de prensa, expresando la voluntad de la Comisión Directiva, y dejando en claro que no se le cumplió la “última voluntad” al entrenador.
Carlos Bianchi despertó de su siesta como entrenador y llegó a Boca para reemplazar a un Julio César Falcioni, que aunque campeón, era resistido por los hinchas por tener un estilo de juego contrario a la tradición del club. Entonces Angelici escuchó a la gente, que pedía la vuelta de Bianchi y todos sus pergaminos, pero que en esta etapa no alcanzaron: dirigió 74 partidos, ganó 26, empató 22 y perdió 26, entre ellos los superclásicos. En el medio llegaron al club jugadores como Ribair Rodríguez o Claudio “Chiqui” Pérez, pedidos por el técnico y que nunca alcanzaron el nivel para permanecer en la cancha. Se fue Juan Román Riquelme –otra batalla de Daniel Angelici-, y la performance no mejoró. Para el nuevo torneo el técnico pidió a jugadores como Darío Cvitanich y recibió nombres como Jonathan Calleri, porque la dirigencia decidió “cuidar el patrimonio” y tener mayor injerencia en ese tipo de decisiones.
El entrenador cometió errores en algunas formaciones y cambió de partido a partido. Enseguida la prensa deportiva comenzó a hablar de una falta de llegada al plantel, del contacto con los más jóvenes, de la pérdida de rumbo; casi a tratarlo como un a viejo gagá. Ante las cámaras los jugadores declaraban para la tribuna sobre el deber de “pelear todo”, y el técnico defendía el buen juego de su equipo, sin decir que estaban por abajo de su rendimiento. Agustín Orión, Fernando Gago, Daniel “Cata” Díaz, Emmanuel Gigliotti y Juan Manuel “Burrito” Martínez, son algunos de los que teniendo categoría, nunca apuntalaron al equipo. Los hincas de Boca empezaron a depositar sus esperanzas en pibes como Luciano Acosta, demasiado jóvenes para hacerse cargo del equipo.
Pero la crisis de Boca empezó hace tiempo, cuando en octubre 2008 falleció el presidente Pedro Pompillio. En su cargo quedó Jorge Amor Ameal, quien se presentó para ser reelecto en 2011 y perdió frente al actual presidente Daniel Angelici. En esas elecciones la política nacional se había metido en el club: el kirchnerismo obligó a Ameal y otros candidatos como José Beraldi a unirse para hacer frente al alfil de Mauricio Macri, el empresario de los bingos, Angelici. El resultado está a la vista. Avalado por la barrabrava, Angelici llegó con los aires de la década gloriosa de Mauricio –como luego lo haría Bianchi-. Mantuvo a Falcioni como técnico todo lo que pudo hasta que la gente pidió por el Virrey.
Angelici aprovechó la falta de público visitante para ganarse a aquellos hinchas que no podían ir a la cancha –Boca había dejado de asociar- y lanzó el “socio adherente”. Cabe preguntarse a dónde irá esa gente cuando vuelvan los contrarios a los estadios. Boca creció en las redes sociales, y decreció en juveniles. La política de traer nombres hizo que hoy los socios vean como, por ejemplo, Nicolás Blandi o Lucas Pratto se cansan de hacer goles con camisetas de otros clubes y el equipo propio carece de gol.
Así como ocurrió con Juan Román Riquelme, Bianchi se fue de Boca echado, sin quererlo. Su reemplazante seguramente será Rodolfo “el vasco” Arruabarrena, un ex jugador del club que tuvo su experiencia dirigiendo a Tigre. El domingo Boca enfrenta a Vélez, el líder del campeonato, pero eso seguramente estará en segundo plano. Como ocurrió el domingo pasado, en La Bombonera algunos apoyarán la decisión de echar a un técnico que no consiguió resultados –aunque se llame Bianchi-, otros, como La 12, culparán a los jugadores, y quizás el grueso del resto cargue contra Angelici, en cuya gestión se echaron a dos de las glorias del club. Todo esto mientras todavía flotan en el aire las experiencias de clubes como River e Independiente, y cuando se esperan las elecciones de 2015. Ojalá Boca todavía esté a tiempo.