Por Cezary Novek. Marcha entrevistó a Tatiana Faria, coordinadora del colectivo Áporo, que busca fomentar el intercambio entre la literatura de Argentina y Brasil.
La propuesta es la de organizar un colectivo de investigación, traducción y difusión de literatura argentina y brasileña. Es un proyecto que busca publicar y traducir a escritores brasileños en Argentina y argentinos en Brasil. Cristalizó en dos colecciones de literatura contemporánea cuyos primeros títulos se presentarán el próximo 7 de agosto.
Tatiana Faria es traductora, editora y estudiante de maestría en lengua española y literaturas española e hispanoamericana en la USP, becaria de CAPES (Coordenação de Aperfeiçoamento de Pessoal de Nível Superior). Tradujo al portugués “Palabras a la tribu”, de Néstor Díaz de Villegas, editorial Lumme, 2014. Participó de las publicaciones de “O seqüestro do barroco” y “A educação dos cinco sentidos”, de Haroldo de Campos, y “Catatau”, de Paulo Lemminski, para la editorial Iluminuras.
El encuentro fue en su departamento en el barrio de Nueva Córdoba, desde donde organiza -casi sin dormir, en estos días- los últimos detalles del primer evento organizado por Áporo: un Sarau bilíngüe que cuenta con la presencia de más de 10 escritores argentinos que serán leídos también en portugués con traducciones hechas por Tatiana Faria, Luisa Domínguez, Larissa Pavoni Rodrigues y Caroline Micaelia.
Durante lo que demoramos en tomarnos dos termos de mate amargo, relató los detalles de cómo se fue gestando el proyecto y las posibilidades a futuro:
Tatiana Faria: Llegué en febrero. Al principio, los profesores de la UNC me decían que debía ir mejor a Capital. Romina Grana, una profesora de Lingüística que ayuda a coordinar el convenio, me comentó del proyecto de la Editorial La Sofía Cartonera (UNC). En marzo me presentó a la directora de La Sofía Cartonera, Cecilia Pacella, y a ésta le interesó la propuesta. Yo necesitaba generar un vínculo con la universidad y buscaba grupos de investigación. “¿Por qué no organizás una antología de literatura contemporánea brasileña?”, me dijo. A mí me parece que no funciona la idea de antología, eso de unir cosas distintas por nacionalidad o fecha. En ese momento estaba saliendo en Recife, por la Mariposa Cartonera –una cartonera de allá–, la publicación de seis escritores contemporáneos, con tiradas reducidas de cincuenta ejemplares. Y me acerqué a Wellington de Mello, de Mariposa Cartonera, le comenté de la propuesta de hacer una antología acá; de cómo podría optimizar la invitación de otra manera. Después, hablando con Sidney Rocha (otro autor y editor de Brasil), me dijo de hacer una colección de literatura brasileña para la Sofía. Estas conversaciones fueron más o menos simultáneas.
Las publicaciones serían entre las dos Cartoneras –Sofía y Mariposa– como una forma de promocionar autores. No pueden llegar al mercado completamente crudos, hay que prepararlos. Algunos autores que estamos publicando son muy jóvenes y otros tienen ya muchos premios a sus espaldas.
La colección de literatura contemporánea brasileña se llama Mar de Capitu (Argentina). La colección de Brasil se llamará Céu de Beatriz. La selección la hice, en parte, de acuerdo a lo que me parece interesante y atractivo para construir un panorama de lo que mejor se produce de literatura brasileña actual. Seleccioné los diez escritores que más me gustaban. Todos aceptaron.
Conocí también a Roxana Patiño, directora de la Escuela de Letras y titular de la cátedra de literatura latinoamericana, y trabaja desde hace años para para estimular el estudio de literatura brasileña. De hecho, me invitó a ser parte de su grupo de investigación. Ahí estaban: Juan Manuel Fernández y María Rupil y Florencia Donadi, doctorandos en literatura brasileña. Juan trabaja con el concepto de “deshecho”, con algunos autores de principios de siglo, Rupil con Lispector, Molloy y Levrero y Florencia con el concepto de territorialidad en la literatura brasileña.
Pensé que daba para armar una colección, ya que hay gente acá estudiando literatura brasileña que sabe portugués. En marzo conocí a Nacho Montoya, que tenía mucho interés por la poesía brasileña, le propuse hacer un grupo de estudio del portugués si juntaba más gente y logró armarlo en una semana, junto con Luisa Domínguez y Juan Revol. Fue él quien empezó a gestar el colectivo Áporo desde entonces. Le dije a Pacella de hacer una colección y ella me dijo que empezara a seleccionar y traducir.
En Brasil publicaremos tres autores argentinos y allá tendré que armar un equipo similar. La manera de difundir literatura brasileña acá es distinta de la de difundir literatura argentina allá. Acá hay un desconocimiento tremendo de la literatura brasileña. Entonces se hace necesario publicar de todo, desde los clásicos hasta los contemporáneos. Las publicaciones son casi inexistentes. Allá los argentinos publicados están publicados: Alan Pauls, Aira, Fogwill, Piglia, Gusmán. Samuel Leon, editor de iluminuras, publicó estos autores allá cuando aún no eran conocidos, la primera publicación de Piglia es de 87, por ejemplo. Deseamos hacer lo mismo acá, publicar en distintas editoriales los escritores brasileños contemporáneos que creemos en el trabajo y en la construcción de sus obras. Leon es uma gran inspiración para nosotros. Los canónicos y contemporáneos ya están publicados allá. Y los clásicos (Borges, Cortázar, etc.) se estudian en algunos colegios. Trabajar la literatura argentina allá es distinto, porque como existe más cosa publicada y en circulación, tengo que incorporarla teniendo en cuenta los autores argentinos publicados allá; es distintos de lo que pensamos en hacer acá, que no deja de ser lo mismo que fue hecho en Brasil hace 20 años. La idea es publicar estos autores con la editorial cartonera y después por las editoriales argentinas. Esto es posible porque hay un programa de la Biblioteca Nacional de Brasil que paga las traducciones. Hay un programa igual en Argentina –se llama Sur– que también paga por las traducciones.
Las editoriales –confirmadas– que sacarían los autores brasileños en Argentina serían: Caballo Negro, Nudista y Recovecos. Y de Buenos Aires, una editorial que se llama Paprika, que es nueva.
Hay una coyuntura favorable. La ciudad homenajeada este año de la Feria del Libro de Buenos Aires fue Sao Paulo, por ejemplo. Nuestra idea es difundir, pensar este cruce como necesario.
Traducción colaborativa
Mientras seleccionaba los textos, invité a los chicos a participar de las traducciones y de ahí se empezó a gestar el colectivo Áporo. Quienes estudiaban portugués conmigo formaron parte del equipo junto con los que estaban en el doctorado. Nuestra visión de la traducción es colaborativa: armar equipos con al menos un brasileño y un argentino: es la mejor manera, la que menos errores de comprensión genera. Nuestro trabajo se basó mucho en ese concepto de traducción colaborativa. Y sirve para que publiquemos ambas literaturas.
Todos comenzamos a gestionar desde el principio. Es todo horizontal. Cuando armamos la colección y empezamos a traducir a los autores, por ejemplo, María Rupil tuvo la idea de invitar a uno de los autores para la feria del libro. Empezamos a escribir el proyecto para traer a Cristhiano Aguiar. Luego pedimos fondos al consulado de Brasil y lo conseguimos. Al conseguir esto, el colectivo se bautizó: trabajamos bien juntos.
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