Por Francisco J. Cantamutto. El ministro de Economía Kicillof y el canciller Timerman culminaron la primera ronda de negociaciones en el exterior para pagar a los fondos buitres
El gobierno argentino se encuentra negociando con los fondos buitres para determinar la forma y monto total del pago. Luego de que la Corte Suprema de Estados Unidos desestimara el reclamo de Argentina, quedó firme el fallo del juez neoyorquino Thomas Griesa (ya ratificado por la Cámara de Apelaciones) que favorece a estos fondos, especializados en comprar títulos en mora y litigar para obtener cobros y jugosas ganancias. El gobierno quedó atrapado entre su discurso de confrontación y la servil voluntad negociadora. El ministro Axel Kicillof expresó esto al señalar que Argentina tiene voluntad de pagar en condiciones “justas, equitativas y legales”, teniendo en cuenta “los intereses del 100% de los bonistas”. Lo que quiere decir considerar al 100% de los bonistas (incluyendo fondos buitres) y tener condiciones justas y legales es una contradicción irresoluble.
A nadie puede sorprender el accionar de los fondos buitres, tal es su naturaleza y no se puede esperar algo distinto. El gobierno argentino, tras haber logrado completar el canje del 93% de los bonos en default de 2001, pensó que había dado suficientes señales de voluntad de pago y reincorporación a la comunidad del capital global. Tras haber pagado, según anuncios oficiales, 173 mil millones de dólares por deuda ilegal, el país continúa atado a promesas de pagos irresueltas.
Apoyos de un lado y del otro
El ministro de Defensa, Agustín Rossi, dijo en Cuba, que “no somos el gobierno que se endeudó ni el gobierno que defaulteó la Argentina, sino que somos el gobierno que sacó al país del default y lo desendeudamos. La deuda externa ha dejado de ser el principal inconveniente para el desarrollo económico del país. No sólo nos hicimos cargo de la deuda que dejaron otros, sino que la pagamos con fondos genuinos”. En un discurso que brilla por su falta de consistencia, no se entiende cómo es que la deuda fue pagada y aún así aumentó, ni cómo esto trasuntaría en un “desendeudamiento”.
No obstante, es claro que el capital financiero -en su versión más voraz, como son los fondos buitres- pretende sacar el máximo rédito. Es por ello que las declaraciones altisonantes del gobierno nacional cosechan apoyos de los gobiernos de Bolivia, Brasil, Cuba, Ecuador, Uruguay, Venezuela, entre otros. También se expresó en este sentido el G77 + China, sosteniendo la posición argentina. Todos estos países y grupos tienen expectativas de aprovechar estas disputas para buscar cambios -de diverso tipo- en el orden mundial.
Pero los apoyos no se acaban en países con algún tipo de cuestionamiento al orden de mercado neoliberal; Francia, México, Chile, el parlamento de Reino Unido, y el propio Fondo Monetario Internacional (FMI) se han solidarizado con Argentina. Es que mientras el país sostenga la postura de negociar montos y formas de pagos en lugar de patear el tablero, los organismos del gran capital estarán dispuestos a apoyarlo. De igual manera como lo hicieron el FMI -con algunas ambigüedades- y el gobierno de Estados Unidos con el canje de 2005. La sola idea de que un país se le ocurra desobedecer el mandato de pago y generar una conducta rebelde genera pánico entre los garantes del orden mundial. Esto sucede a pesar de que los países imperialistas no han tenido tapujos en defaultear repetidas veces en su historia.
Sólo los representantes más conspicuos del neoliberalismo mantienen una posición beligerante. El diario The Economist publicó una nota comparando la posición argentina con la del jugador uruguayo de fútbol Luis Suárez.
Los buitres ganadores
El ministro y el canciller argentinos se presentaron en la última semana ante la Organización de Estados Americanos (OEA) buscando apoyos. La sola idea de buscar el apoyo en la OEA, en lugar de incentivar los mecanismos de UNASUR, CELAC o el G77 es una demostración de por dónde pasan las apuestas del gobierno argentino: mantenerse en el marco de la institucionalidad imperialista. La OEA aprobó una declaración de apoyo al gobierno, en la que Estados Unidos dejó claro que no podía presionarse al sistema judicial de su país. Según el secretario general de la organización, José Insulza, el accionar de los fondos buitres pone en riesgo al sistema completo, porque para mantener la arquitectura financiera internacional es necesario contener estas demandas. Es que la OEA, igual que el gobierno argentino, pretende sostener la existencia de algún tipo de racionalidad en el sistema financiero mundial.
Pero los fondos buitres ya se saben ganadores. Por ejemplo, el gerente de inversiones del fondo MNL Elliot, Jay Newman, escribió en una columna del Financial Times que están dispuestos a aceptar parte del cobro en nuevos bonos. Los acuerdos de REPSOL y de Club de París serían buenos modelos: adelantar fondos frescos y remitir el resto en bonos. Esto ratifica el rumbo elegido por el gobierno de sumirse a los dictados del capital financiero internacional, lo que lo envalentona para definir los rumbos del país. Por eso, estarían dispuestos a “darle más tiempo a la Argentina si el Gobierno avanza con medidas concretas y serias”.
El juez Griesa prohibió al Banco de Nueva York permitir a Argentina utilizar 539 millones de dólares para pagar los bonos del canje, e invalidó el pedido de “stay” (suspensión en la jerga) de su fallo, obligando a las partes a sentarse a negociar, nombrando a Daniel Pollack como asistente. Con esto, el gobierno ya entró en mora con los bonistas del canje y, a menos que logre algún arreglo antes del 30 de este mes, entrará en default nuevamente. Argentina no puede ofrecer un mejor trato que el canje a estos fondos buitres, porque habilitaría a los inversores que entraron en el canje a reclamar condiciones equivalentes (gracias a la cláusula RUFO), lo que pondría al país en bancarrota.
El gobierno argentino dio durante poco más de una década todas las señales de querer cumplir con los pagos de la deuda ilegal e ilegítima. Además de los pagos en efectivo y en nuevos bonos, mantuvo la jurisdicción extranjera, sometiéndose a estos atropellos. No es posible sorprenderse que esto envalentonara al capital más voraz del mundo.