Por Colombia Informa*. Narcoparamilitares llegaron a un acuerdo por el control del territorio y la no confrontación en Medellín. Sin embargo, el Pacto del fusil ha venido sufriendo fracturas que ponen en riesgo su continuidad
En el año 2013, las organizaciones narcoparamilitares Urabeños o Autodefensas Gaitanistas de Colombia (AUG) y la Oficina, se reunieron con el fin de firmar una tregua. Los jefes de ambos grupos se encontraron en algún sitio del Valle de Aburrá -entre el 13 y 14 de julio- y en San Jerónimo, Antioquia -entre el 22 y 23 de julio- para la negociación, y aunque la institucionalidad niega la participación o colaboración en este pacto del fusil, celebra constantemente la reducción de la tasa de homicidios en la ciudad, siendo la de octubre de 2013 la más baja en los últimos 30 años.
Al respecto, Colombia Informa entrevistó a Fernando Quijano, miembro de la Corporación para el Desarrollo Social, entidad que ha denunciado el hecho desde antes del Foro Urbano Mundial. Quijano afirmó: “La institucionalidad se gana indulgencias con padre nuestros ajenos, pues el pacto del fusil funciona. Aparentemente permite la reducción de homicidios y aparentemente genera una especie de pacificación urbana. En esto sale el comandante de la MEVAL (Policía Metropolitana del Valle de Aburrá) a decir que ellos son los artífices de la tranquilidad (…) pero lo que sabe el ciudadano de a pie es que si los criminales no se están disparando entre ellos, obviamente, es porque lo acordaron entre ellos”.
Si bien la institucionalidad no asegura una participación en esta tregua, sí afirma que la reducción de muertes violentas se debe, en primera medida, al traslado del despacho del general José Roberto León al Valle de Aburrá en marzo de 2013; al aumento del pie de fuerza con 1200 policías nuevos y a la creación de un Gaula metropolitano.
Según información revelada por algunos medios, fueron tres las razones principales que llevaron a la tregua entre estos dos grupos que se sustentan del narcotráfico y microtráfico, las extorsiones o vacunas y una serie de acciones delictivas: primero, el elevado costo de los combates y el desgaste para mantener los enfrentamientos, además de la defensa judicial de los capturados y su manutención en las cárceles. Los hechos atroces y los atropellos en contra de la gente, los convirtieron en blancos de alto valor y les fueron granjeando una enorme pérdida de popularidad en los barrios. Finalmente, los jefes de los grupos armados necesitaban bajar el perfil, debido a que sus familias residen en el Valle de Aburrá.
Asimismo, los cuatro puntos de acuerdo a los que se llegaron en las dos conversaciones sostenidas entre las AUG y la Oficina tienen que ver con respetar los barrios de cada estructura; lo que implica que no haya una disputa por el territorio, suspender todo tipo de confrontaciones y levantar las fronteras invisibles. Si algún integrante desobedece a estos acuerdos, debe tener la pena de muerte por parte del grupo al que pertenezca.
Sin embargo, desde mediados de junio la mención a una supuesta ruptura, fractura o remezón es cada vez más contundente debido a los distintos enfrentamientos que se han presentado en los barrios de Medellín entre uno y otro bando, tal como lo afirma Quijano: “Este pacto ha tenido momentos de tensión pero es un pacto que le ha servido a la jefatura de los Urabeños y le ha servido a los jefes de la Oficina. Se vienen presentando remezones y encontramos algunas posibles fracturas, una se presentó en Aranjuez, la semana pasada obligaron a los que estaban enfrentados a firmar el pacto otra vez. Otra contienda se viene presentando en lomas de San Cristóbal, alrededores de la comuna 13, la otra en Castilla (entre Machacos y Bananeros) y la otra es la llamada guerra de las Convivir. En todo eso hay remezones, hay unas posibles fracturas pero lo que nosotros hemos detectado es que a un año del pacto del fusil la gente que está bajo el dominio del pacto, es decir, los criminales, sienten que unos están ganado mucho y que ellos en ultimas no están ganando nada y, como dice alguien, se agotó el dinero”.
No es claro que haya una total fractura del pacto, pero lo que si se entiende es que por parte de algunos de los integrantes de los grupos hay inconformidad con las condiciones del mismo. En algunos artículos se habla sobre que este pacto, a futuro, pretende un proyecto que, paradójicamente, se llama “Antioquia sin fronteras” (el cual lleva el mismo nombre que una línea estratégica del plan de desarrollo de la gobernación), que consiste en reproducir el pacto del fusil en todo el departamento.
*Artículo publicado originalmente en www.colombiainforma.info