El próximo 9 de febrero de 2025, se llevará a cabo la primera parada electoral de este año en la región. Donde nuevamente se enfrentarán dos modelos y formas de concebir el Estado y la política pública.
Por César Saravia Fotos/ Prensa Leónidas Iza y Luisa González
Las primeras elecciones del año serán en Ecuador, país en el que hace más de 7 años la derecha neoliberal gobierna luego de que Lenin Moreno, que llegó al poder con la bandera de la Revolución Ciudadana (Correísmo) diera un giro a su política y traicionara el programa electoral con el que llegó al poder.
La elección presidencial tendrá una particularidad. Será el cierre del periodo que le correspondía a Guillermo Lasso, quien fue elegido presidente en 2021, luego de derrotar a Andrés Arauz, candidato del correísmo, en una elección donde además, el movimiento indígena, representado en el Pachakutik, estuvo cerca de llegar a la segunda vuelta.
Durante 2023, Lasso, frente a la amenaza de un juicio político iniciado desde la Asamblea Nacional, con mayoría opositora, optó por disolver el poder legislativo a través de una “muerte cruzada”. Esta acción, válida durante los primeros 3 años de mandato, fue cuestionada por la oposición pero vista también como un triunfo en las medida que aceleró un proceso electoral general, tanto presidencial como legislativo.
Las elecciones se llevaron a cabo el 20 de agosto de ese mismo año, dando la presidencia a Daniel Noboa, luego de imponerse en segunda vuelta. En la contienda se enfrentó a Luisa González, candidata por el correísmo, quien a pesar de un leve favoritismo no pudo superar la barrera del anticorreismo. Esta fotografía podría repetirse en estas elecciones, pues la mayoría de encuestas dan a Noboa y González una difencia marcada respecto a otros contendientes.
Los últimos años en Ecuador no han sido fáciles. Para Alejandra Santillana, de la Asamblea Transfeminista de Mujeres y Disidencias y del colectivo Yasunidos, el país vive una crisis multidimensional que se presenta también como colapso. Esta crisis puede ser entendida alrededor de 3 elementos que conforman un panorama que viene afectando a los sectores populares y mujeres, por su impacto en el terreno de la reproducción de la vida. Se trata de una crisis energética, de seguridad y económica que impacta en el sistema político en su conjunto.
La crisis económica se caracteriza por una paulatina precarización de la clase trabajadora, una inflación provocada por el aumento del IVA (que pasó del 12 al 15% en 2024) y una pérdida relevante del empleo. Según el Instituto de Censos y Estadísticas, en Ecuador se perdieron 132 mil empleos entre 2023 y 2024. A lo anterior hay que sumar las alarmantes cifras que organizaciones como el Observatorio del Cambio Rural señalan sobre un probable aumento de la crisis agroalimentaria.
Más conocida y palpable en el exterior es la crisis de seguridad que vive el país producto de un avance del narcotráfico. Las imágenes de un canal de televisión siendo asaltado por grupos armados en enero de 2024, durante una transmisión en vivo, dieron la vuelta al mundo. Ese mismo año, Ecuador se posicionó como el país con la mayor tasa de homicidios en la región con una tasa de 47 por cada 100 mil habitantes, por encima de otros países históricamente más violentos como Guatemala, Honduras, Colombia, El Salvador o Venezuela. El auge del narcotráfico coincide con el inicio del ciclo neoliberal y la idea de reducir lo que se llamó un “Estado obeso” que facilitó su inserción en los territorios más empobrecidos. Durante la elección de 2023, el sistema político se vio golpeado tras el asesinato del candidato Fernando Villavicencio.
Finalmente, el tercer elemento que compone esta crisis es el energético. La falta de inversión en infraestructura, producto de una achicamiento del Estado en pro de pagar al FMI, ha llevado a un profundo deterioro del sistema de suministro energético que generó durante 2024 sistemáticos cortes de hasta 14 horas diarias.
¿Qué esperar el domingo?
Daniel Noboa llegó a la presidencia en parte como el candidato de un voto bronca y descontento. Su popularidad a inicios del mandato fue alta producto de una “bukelización” de su política de seguridad. O lo que es lo mismo, “un punitivismo demagógico” pero los cortes de energía y medidas antipopulares como el aumento del IVA golpearon en su imagen. Sin embargo, se mantiene fuerte, en particular entre los sectores económicos que al tratarse de un empresario del sector bananero ven en Noboa un aliado y en especial una fuerza de contención frente al correísmo.
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Del lado del correísmo, la carta fuerte en esta elección es nuevamente Luis González, abogada y ex integrante de la Asamblea Nacional. El movimiento de la Revolución Ciudadana, viene experimentando dificultades para recuperar la confianza en el electoral y mantiene un techo del 33% en primera vuelta. Para poder aspirar a ganar en una eventual segunda vuelta, Luisa deberá tener un mejor desempeño y lograr esos votos que faltan en la segunda. Un escenario muy similar al que vivió el Frente Amplio en Uruguay, donde al superar el porcentaje obtenido en la presidencial anterior, llegaron mejor posicionados a la segunda. Dato no menor. De imponerse en la contienda electoral, Luis se convertiría en la primera presidenta en la historia de Ecuador. Ya en octubre del año pasado la candidata se reunió con Claudia Sheinbaum, actual presidenta de México, en lo que podría interpretarse en una búsqueda de proyectarse como dos mujeres al frente del progresismo regional.
La tercera candidatura relevante, sobre todo para el movimiento popular, es la de Leónidas Iza, referente de la Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador. Iza es una de las figuras políticas más destacadas del país, sobre todo estando al frente de las luchas y movilizaciones contra el extractivismo y la reducción del Estado. En entrevista con Jacobin Latinoamérica, Leónidas señaló que parte de su propuesta de llegar al gobierno será recuperar la política social como instrumento para hacer retroceder al narco y el reconocimiento de la plurinacionalidad en Ecuador. Si bien las encuestas lo ponen por detrás de la contienda su partido Pachakutik, ha tenido históricamente buenos resultados en la Sierra. Por lo que en un contexto de atomización del voto de derecha, no se descarta alguna sorpresa.
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El resto de la lista la cierran otras 13 candidaturas, que corren desde el centro como hasta la ultraderecha. En este escenario, con una elección que es obligatoria, un descontento alto y un voto volátil, la mesa está servida para que no falten sorpresas. Algo que la voluntad de más de 13 millones de votantes terminará de definir.