Por Noelia Leiva. Marcha entrevistó a Alberto y Leonardo Santillán, padre y hermano de Darío, a 12 años de la Masacre de Avellaneda. El grito constante para enjuiciar a los autores intelectuales y la nueva generación de jóvenes que reivindican su ejemplo y continúan su lucha.
Fue la misma estación que hace 12 años encerró el gesto solidario de Darío Santillán, que decidió quedarse junto a Maximiliano Kosteki porque sangraba rodeado de policías que cumplían la orden de reprimir. Esa estación que desde diciembre de 2013 lleva sus nombres, el 25 último reunió a militantes sociales, políticos y de la cultura para exigir cárcel a los autores intelectuales de la Masacre de Avellaneda, tal como se repitió hasta el mediodía del 26 en el Puente Pueyrredón. Hubo una presencia que llenó de alegría a los que pisan cada aniversario esa avenida: “Una juventud no de escritorio sino que se embarra los pies”, definió Alberto Santillán. Marcha lo entrevistó junto a su hijo Leonardo para recordar al ‘Dari’ de todos los días y denunciar que sólo la impunidad sea, hasta ahora, perpetua.
¿Cómo es caminar hacia el puente junto a uno de sus nietos, que también se llama Darío?
Alberto Santillán: ¿Qué puedo decir de mi nieto? Tengo cuatro pero el hijo de Leo fue el primer varón y él, con todo el amor por su hermano, le puso su nombre, Darío Alberto. Javier, mi otro hijo, fue papá hace dos años y llamó al suyo Maximiliano Darío. Es una proyección. Quizás en Leo se note más porque es el militante y Dari lo acompaña siempre. Estos son los jóvenes a los que nadie tiene que contarles nada porque lo viven. Siento orgullo de ser el papá de Leo y de Darío, pero esto no solamente se transmite a mi nieto, muchos compañeros que conozco de adolescentes hoy son padres y madres.
Durante la vigilia fue recurrente escuchar a militantes alegrarse porque se acercaron muchos adolescentes, como si hubiera un “recambio” ¿Cuál es su lectura?
AS: Es muy importante porque no sólo están en un hogar sino en un ambiente donde se conoce la cruda realidad de los que menos tienen y ven la lucha que llevan adelante sus papás y sus compañeros, que están metidos en esto de querer cambiar las cosas. Hay muchos chicos y chicas que cuando iban a un plenario o a una asamblea jugaban a ser piqueteros. Pasaron 12 años y muchos de esos pibes son grandes luchadores.
Si hubiera que señalar una cualidad de Darío como integrante de la familia ¿cuál sería?
AS: Siempre fue un buen hijo y estuvo conmigo. A veces había problemas entre papá y mamá y él siempre me acompañaba. Era un pibe lleno de alegría que de chiquito ya tenía, según la maestra, un intelecto mayor al normal. Todo explotó en las actividades que llevó a cabo de pibe y ya de hombre, a los 21 años.
¿Había entre sus acciones militantes tiempo para reunirse con ustedes?
AS: Era muy difícil que Dari no compartiera un fin de semana con nosotros. El fin de semana previo al 26 fue un regalo. Nos reunimos, la pasamos bien. Hablamos mucho de la marcha que se iba a hacer, él estaba preocupado pero no podíamos decirle que no fuera. Yo me quedo siempre esperando volverlo a ver. Sus hermanos quizás se reprochan por no haber estado junto a él en ese momento. Su hermana muchas veces mira hacia la ventana porque le había pedido que no fuera al puente porque era peligroso y él le dijo que, así como lo veía irse, lo iba a ver volver. Esas cosas son dolorosas, son fuertes.
Leonardo Santillán: También es fuerte ver no sólo que lo matan y cómo lo matan sino la entrega que tuvo para nuestra ansiada revolución, para lo que perseguimos, que es la justicia para todos. La verdad que es gratificante que muchos compañeros lo vean así.
¿Qué recuerdan de aquel 26 de junio?
LS: Darío nos dijo a quienes integrábamos el grupo de seguridad que nos fuéramos porque iban a matar gente. Ya había habido amenazas, aprietes. Habían matado a un compañero en Esteban Echeverría, Javier Barrionuevo; a otro compañero de nuestro propio movimiento de Lanús lo habían baleado. Y en los piquetes se veía una situación pesada. En la estación nos dijo que nos vayamos. Con los compañeros nos fuimos, más por miedo que por una cuestión de conciencia. Y él se quedó con Maxi, que ni siquiera lo conocía.
¿Cuál es la herencia que dejó, según creen, en las nuevas generaciones?
AS: Generó una semilla de conciencia en los jóvenes y por eso se ve una juventud no de escritorio sino que se embarra los pies, que sufre el frío, que es solidaria, que lucha. Siempre se está de la vereda opuesta del poderoso y eso no es fácil. Se hace en base a mucho esfuerzo, sacrificio y solidaridad entre los compañeros, que es lo que más caracteriza al pensamiento de Darío.
El doble discurso y la Justicia ciega
Si hay algo que pasa en la sangre de los herederos de la crisis de 2001 es el reclamo de que vayan a cárcel común los autores intelectuales del doble crimen, que no fue un hecho aislado sino integrante de la política de represión hacia las familias que pedían cambios estructurales para erradicar la pobreza. “Logramos en 2006 que condenen a (Alberto) Franccioti y (Alejandro) Acosta, dos policías de una centena que reprimieron a mansalva, con plomo. Veníamos de una semana de siete presidentes, había mucha protesta social. Ellos vinieron a matarnos”, denunció Leonardo.
En 2013 el vicegobernador Gabriel Mariotto quiso acercarse desde el discurso a ustedes y este año nadie desde el Gobierno hizo una mención ¿Cómo leen ambas actitudes?
LS: Mariotto se quiso acercar desde el discurso, Cristina Fernández jamás dijo nada y a los diez años nos mandó un saludo. Néstor Kirchner nos prometió abrir los archivos de la Side, reunió a los organismos de derechos humanos y no se hizo. Mi papá le creyó y lo defraudó. Es evidente la derechización que tomó el Gobierno. En 2001, que fue una continuación de la dictadura, Kirchner había venido a reconstruir la confianza pero ahora se les empieza a caer la careta. También (el ex presidente Eduardo) Duhalde declara (NR: en una radio nacional sostuvo que “apoyaba” la lucha piquetera en 2002) cuando él fue el responsable de lo que pasó ese día.
¿Cómo se resiste cuando todavía hay muestras de represión como lo que ocurrió en Córdoba, durante una protesta contra Monsanto?
AS: La represión siempre estuvo. Creo que la mejor manera de resistir es estando. Por más que haya quienes creen que estar en un piquete es terrorismo hay que participar en las marchas. Pueden generar mil leyes y ejércitos pero esto nunca se va a frenar. Sabemos del valor de salir a la calle para cortar, expresarse y exigir justicia, como todavía lo hacemos por el asesinato de Darío y Maxi.
LS: Hay otros aspectos también. Sabemos que se siguen vendiendo los recursos naturales nuestros. Se vende el sur, el norte, las aguas. Se expulsan a los pueblos originarios. Y ahora lo más fuerte es lo de los fondos buitre. Es innegable que hay cosas que ayudaron al país, como la Asignación Universal por Hijo y la Jubilación Anticipada pero no resuelve la problemática de la pobreza. Hay que redistribuir la riqueza. Se toca a los trabajadores ¿Y a los ricos cuándo? Estamos en el camino verdadero, en el camino de los que no tranzamos.
¿Por qué los grandes medios de comunicación hablan de los fondos buitre y no de la pobreza y el desempleo?
LS: Ahí están los intereses, la interna del kirchnerismo. Nos toca de cerca porque el juez (federal Ariel) Lijo, que tiene la causa de (el vicepresidente Amado) Boudou, dejó 12 años nuestra causa cajoneada. Acá no estamos ni con Clarín ni con La Cámpora sino con los que tenemos menos, para que podamos recibir la redistribución de la riqueza. La mayoría de nosotros somos cooperativistas que queremos justicia social. Logramos romper con lo que dejó la dictadura. Tenemos mucha miseria pero a través del movimiento y de las organizaciones sociales entendimos que no hay que mirar para otro lado y creer que “algo habrán hecho”. Darío es el referente que rompió con eso y se quedó al lado de un compañero que no conocía.
Reclaman la prisión para los responsables ideológicos de las muertes ¿Qué novedades hay en la Justicia?
AS:Hace tres meses tuve una reunión con el fiscal (Miguel Ángel) Osorio y me reiteró que no hay un hilo conductor para señalar a (el ex gobernador bonaerense Felipe) Solá y a Duhalde como parte de los autores intelectuales de la masacre. Pero siento un espaldarazo porque tenemos nuevos abogados. Estamos en un quiebre en el que podemos conseguir lo que tanto deseamos. Si bien no comemos vidrio, sabemos que siempre con esfuerzo se puede conseguir lo que necesitamos.