Se estrenó el documental que cuenta la historia de la inolvidable Madre de Plaza de Mayo Línea Fundadora, Nora Cortiñas. La película cuenta con música original de Gustavo Santaolalla y, para sorpresa de muchxs, con la producción ejecutiva de la actríz Jane Fonda. Jayson McNamara y Andrea Carbonatto Tortonese, dirigieron la película y dialogaron con Marcha.
Por Maru Waldhüter
Con la foto de Gustavo colgando del cuello, el prendedor de Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora, inhala coraje y le hace el nudo al pañuelo debajo del mentón. “Listo, ya está”, dice Norita Cortiñas en una de las imágenes que le da comienzo a la película que lleva su nombre. Es la imagen de un ritual que se repitió durante 47 años, prepararse y estar lista para salir en busca de su hijo Carlos Gustavo Cortiñas detenido y desaparecido por la última dictadura cívico militar el 15 de abril de 1977 con 24 años de edad. Desde entonces Norita empezó a caminar, recorrió sola y luego con otras madres los pasillos de hospitales, comisarías, hasta que se encontraron en una forma de lucha inédita, en un acontecimiento histórico, la ronda en la Plaza de Mayo con los pañales de sus hijos e hijas en la cabeza que luego se transformarían en sus emblemáticos pañuelos blancos.
Norita caminó tanto que recorrió el mundo y supo enlazar su pañuelo con otras luchas en un compromiso inquebrantable de Memoria, Verdad y Justicia. “Viene Norita”, se solía escuchar el rumor en actos y movilizaciones. Nos contagiaba vida con el brillo de sus ojos siempre maquillados y su sonrisa inolvidable que nos hizo tanto bien. La encontraremos en sus pasos, en su legado y ahora en su película.
El documental que se estrenó en las salas de todo el país los primeros días de noviembre, está dirigido por el australiano Jayson McNamara y Andrea Carbonatto Tortonese que también tuvo a su cargo la realización de las ilustraciones animadas de la película que cuenta la historia de la inolvidable Norita. “La conocí en el marco de mi primer documental sobre la dictadura, El mensajero y trata sobre la valiente labor del ex director del diario Buenos Aires Herald, Robert Cox, al denunciar los crímenes de la dictadura, recibir en su redacción y publicar en tapa las notas que llevaban las madres. Entrevisté a Norita para ese documental y me quedé enamorado de ella”, cuenta el director. “Fue un proceso hermoso, ella era una mujer con una capacidad para conversar y conmover extraordinaria. Sabía trabajar en equipo y compartir sus emociones y pensamientos porque es lo que hizo gran parte de su vida con sus compañeras de lucha. Ella construía pensamiento a partir del diálogo, siempre en comunidad y siempre en contacto con lo más profundo y hermoso de la condición humana, el afecto”, recuerda la codirectora del documental que ya conocía a Nora por sus años de trabajo y colaboración en Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora entre 2012 y 2016.
De la intimidad a lo público
La película alcanza momentos de mucha intimidad en los relatos de Nora que son también relatos de la historia argentina. Aunque, por momentos, la idea del protagonismo no la convenciera del todo porque, como cuenta el director, “las Madres tenían una forma horizontal de hacer política y no le gustaba al principio la idea o la posibilidad de que ella sobresaliera”. Desde el comienzo el equipo se puso al servicio de contar la historia de Nora, comenta Andrea, “eso implicó involucrarnos en su vida cotidiana y comenzar una conversación con ella que duró los 7 años de trabajo. Fue muy orgánico que ella comandara, necesitábamos tener presente siempre su mirada y su voz de una manera muy concreta para lograr contar su historia desde un ángulo personal. Ella estuvo siempre al tanto de los avances y brindando su mirada a cada paso”. Incluso, cuentan, que fue la propia Nora la que le pidió al compositor Gustavo Santaolalla una canción para la película y terminó haciendo la música original del documental.
En esa intimidad que se abre está el relato de Juanita Morales, la hermana de Nora, el recuerdo de Carlos, su marido, desde el momento en que se conocieron, las fotos de la boda, el nacimiento de los hijos, hasta aquel año trágico de 1977 que transformaría la vida de la familia para siempre. Nora y Carlos no volvieron a ver a su hijo, y Marcelo perdió a su hermano mayor. “La película no sólo da cuenta de la permanencia del dolor que provoca la desaparición forzada y cómo afecta a las familias, también generó una reflexión muy íntima de Nora y la posibilidad de que ella pudiera acercarse más a su hijo menor quien además de sufrir la pérdida de su hermano, también vivió muchos años la ausencia de su madre”, cuenta Andrea.
Norita navega entre flores de irupé
Entre fotografías del álbum familiar, material de archivo de los años de la dictadura y registros más contemporáneos, se componen escenas de animación que, tal como recuerda Jayson McNamara, fueron desde el comienzo del proyecto un pilar del documental. Las escenas animadas se convierten en pasajes poéticos que permiten otra forma de contar el dolor y recrear situaciones relatadas por Nora. “Las animaciones van hilando los distintos materiales a lo largo del documental, como bien decís, de una manera poética”, dice Andrea, a cargo del arte de la película. “Lo poético siempre nos permite emocionarnos, contemplar y reflexionar de una manera muy particular. Necesitábamos abordar algunas cuestiones que no se podían contar con el material de archivo: acompañar algunos relatos que contaban ciertos climas emocionales de Nora con su familia, o momentos siniestros que requerían abordarse de una manera soportable y profunda a la vez. También necesitábamos algunos momentos de transición que nos llevaran a estados más contemplativos, tan necesarios para respirar en determinados momentos de la narración”.
2018. “Acá tenés las pibas para la revolución”
Quienes fuimos parte de las calles de 2018 cuando el proyecto de Ley por el Derecho al Aborto Legal Seguro y Gratuito ingresó por primera vez al debate en el Congreso de la Nación, en algún momento vimos llegar a Norita entre la marea verde. Al ritual del pañuelo y la foto de Gustavo, se incorporó el pañuelo verde en la muñeca izquierda que con el tiempo también incorporó los colores del orgullo LGTBIQ+ como parte de la misma lucha. En los 8M, las movilizaciones de Ni Una Menos, o en los pañuelazos por el aborto se podía escuchar “Norita, Norita, Norita corazón, acá tenés las pibas para la revolución”. Una nueva generación había comenzado a enamorarse de la Madre de Plaza de Mayo y la recibía entre bengalas violetas y verdes en cada acto como una auténtica rockstar, ahora, en las luchas feministas. Estos años ocupan un lugar especial en el documental, “previo al 2018 estábamos buscando (entre comillas) una lucha de las de Norita, de las que acompañaba como marco en el cual retratarla”, dice Jayson McNamara que recuerda que eran tantas las actividades y aunque todas confluían en luchas por los derechos humanos, también eran muy diversas. “Era muy difícil contar todas sus luchas en una sola película. Queríamos enfocarnos en una y mágicamente, como era Nora, surgió la lucha por el aborto. Vimos el acompañamiento de Norita durante tantos años y de repente, la primera vez desde la dictadura, se generó una expresión popular masiva, revolucionaria, que se venía generando desde las bases y nos parecía hermoso que Norita fuese como una especie de puente entre una generación y otra. Desde ya, todo ese proceso de confrontar el machismo de las instituciones, de la Iglesia como ella había hecho en la dictadura, a estar envuelta y embebida en una nueva época para cuestionar esas cosas también provocó una reflexión muy profunda en ella, sobre su familia, sobre el su rol de mamá y algo de eso quedó en la película también”, contó McNamara.
Ana María
El documental cuenta con el relato de Antonia Carrizo, compañera de Gustavo durante sus años de militancia, las Madres de Plaza de Mayo Elia Espen, Haydée Gastelú y Marta Vasquez que recuerdan sus historias personales y la lucha compartida junto a Norita. El relato de Nora Strejilevich, sobreviviente a la tortura y el secuestro, trae a Norita con la imagen de una luciérnaga por su capacidad de iluminar aún en la oscuridad de la noche.
Entre esas historias está la de Ana María Careaga, sobreviviente al centro clandestino de detención Club Atlético. Ana tiene un rol clave en el documental, su historia se enlaza con la de Norita en una amistad inseparable. “Ana María Careaga fue secuestrada estando embarazada de su hija Anita, ambas sobrevivieron. A su vez, es hija de Ester Ballestrino de Careaga, una de las tres Madres de Plaza de Mayo desaparecidas”, cuenta Andrea Tortonese. Esther, fue secuestrada junto a Azucena Villaflor, María Ponce y las monjas francesas Alice Domon y Léonie Duquet. Todas eran parte del grupo de la Iglesia de la Santa Cruz donde se infiltró el genocida Alfredo Astiz. “Ana forjó un lazo profundamente amoroso con Norita. Su testimonio aporta a la historia aquello que tantos y tantas no pudieron contar; a su vez reconstruye la historia de su madre de la mano de Norita. A ambas las une el dolor de sus pérdidas y el compromiso inclaudicable en la lucha por la verdad y la justicia”, contó la directora de la película.
Norita internacionalista
Las Madres entendieron rápidamente la importancia de contar a la prensa extranjera lo que sucedía en el país. Era imprescindible replicar en el exterior que en Argentina había personas desaparecidas en el contexto de una dictadura militar, por eso, en 1978 mientras la selección nacional de fútbol ganaba la copa del mundo, las Madres aprovechaban para hablar con la prensa extranjera. La película trae imágenes de 1981 de Nora hablando ante el Comité de Derechos Humanos de la ONU en Ginebra, Suiza. Desde allí exigió respuestas sobre la desaparición de su hijo y por miles de personas en la misma situación. Nora recorrió el mundo, llevó su lucha y acompañó tantas como las de las mujeres en el Kurdistán, o como lo que recuerda el director, “uno de sus últimos viajes fue a Japón a conocer a las mujeres que fueron esclavas sexuales del Ejército Imperial Japonés durante la Segunda Guerra Mundial. En Corea esas mujeres tomaron la plaza enfrente de la embajada japonesa para protestar cada miércoles, se sentaban en sus sillitas y miraban con la mirada clavada en la embajada”. Sin dudas, la acción recuerda a la forma de lucha que encontraron las Madres de Plaza de Mayo y como señala el director, también por la forma de ocupar el espacio público. “Norita era una persona que hilaba estas diferentes luchas en diferentes puntos del mundo. Era una internacionalista desde casi los primeros días de la lucha de las Madres. Norita entendía la condición humana como algo universal más allá de las naciones. Creo que es muy importante resaltar esto porque estamos ante una vuelta del nacionalismo muy fuerte en el mundo”, reflexionó Jayson McNamara.
Los hilos de Norita costurera
El andar de Norita no se detiene, ahora sigue en forma de película. Su historia es también parte de la nuestra y la película extiende sus luchas. “Sentimos esa continuidad”, dice Andrea Tortonese, “la película es una extensión de ella y era su deseo acompañar su película por toda la argentina y por el mundo. Lamentablemente no pudo hacerlo, su partida fue devastadora. A la vez una parte de ella y de su historia, que es la historia de muchas madres y de nuestro país, permanecerá por siempre cada vez que queramos visitarla. Norita nos dejó una película para no olvidar”. En buena medida, los hilos de aquella Norita costurera se convirtieron en una trama de luchas y una suerte de amparo ante el terror y la crueldad. El hilo que en las animaciones va hilvanando la madre de todas las batallas, “la convierte en costura mientras Norita hace camino, ese hilo de esa mujer costurera que decide salir a la calle a buscar a su hijo. Sin dudas, Norita nos pasa este hilo para que sigamos su legado. En estos tiempos en donde vuelven a instalarse discursos negacionistas y de odio, la película de Norita viene a reponer, una vez más y cada vez que lo necesitemos, un pedazo de historia de nuestro país. Para decir una vez más y todas las que hagan falta que los crímenes de lesa humanidad son imprescriptibles y que los derechos humanos tienen que estar por encima de cualquier cuestión partidaria. Este documental es un pedazo de historia contado de primera mano por Norita y tres mujeres que sobrevivieron a la dictadura, muy cercanas a ella. La potencia de los testimonios conmueven la condición humana y proponen los tiempos de la reflexión, bajar la velocidad para volver a conectarnos desde un pensamiento profundo y crítico. Es vital volver a conmovernos para reflexionar”, sostiene Andrea Tortonese.
La amiga
Jayson McNamara recuerda a Norita como una amiga, una educadora, “por quien siento un agradecimiento muy fuerte. Confió en mí y me ayudó a entender gran parte de mi propia historia y también la historia de Argentina que es un país que considero como propio, me siento adoptado, muy agradecido y muy asombrado por la vida que dejó, a pesar de no haber encontrado a su hijo, porque Gustavo Cortiñas sigue desaparecido”. “Tuve la suerte de estar muy cerca de ella y recibir el regalo de su amistad”, dice Andrea Tortonese, y “aunque su cuerpo haya partido sigue siendo una luz que nos guía en la oscuridad. Quienes quedamos en este mundo tenemos la responsabilidad de continuar con su legado. Se lo debemos a ella, a todas las madres y a los 30.000. Todos los que hicimos la película cumplimos con la responsabilidad de contar su historia y ahora vamos a trabajar para cumplir con lo que ella quería para esta película: que Norita camine tanto como Norita”.
*Foto de portada: ARCHIVO HASENBERG-QUARETTI