Con fuerte acompañamiento a las sobrevivientes, comenzó en el TOC 25 el juicio contra Miguel del Pópolo, ex músico de 37 años, procesado por tres violaciones y una agresión física en 2013 y 2016 y quien declaró negando todos los hechos. Una crónica de la primera jornada y la reflexión sobre la estrategia de la bondad: cuando ellos son los “buenos y correctos” y las denunciantes las “malas y locas”.
Por Ariell Carolina* y Laura Salomé Canteros | Foto: Julianite Calcagno
21:55 pm del día martes 20 de agosto del año 2024.
Llegué hace pocos minutos a casa. Me acomodo y predispongo psíquica y emocionalmente a escribir sobre lo vivenciado hoy en la primera audiencia del juicio contra Miguel del Pópolo.
Cuando me enteré que el juicio sería en el mismo Tribunal que fue nuestro juicio, sentí algo muy extraño. Por un lado, pensé sobre las sincronías de la vida y la justicia poética de cerrar la puerta de un ciclo que nos entrelaza como denunciantes, en el mismo lugar. Imaginando que hay un tiempo que busca ser revelado. Un tiempo donde el silencio ante los abusos del sistema patriarcal, no existe. Y por el otro, lo personal. Mi propia historia. Volver al mismo lugar donde por un año fui todas las semanas a poner el cuerpo en un proceso revictimizante como lo es el judicial.
Mailén Frías y Rocío Marques, no sólo lo denunciaron penalmente, también hicieron un escrache público y masivo a través de un video de YouTube.
Tan contundente fue que, gracias a la potencia de sus relatos, se destapó la olla que encubría a los abusadores del “rock argentino”. Se desató una seguidilla de denuncias y escraches, y se visibilizaron aún más los escraches que tiempo atrás habíamos realizado tanto yo, con mi pancarta del “No nos callamos más”, como Felicitas, con su WordPress Yanonoscallamosmas, visibilizando los abusos y violencias vivenciados con Cristian Aldana.
Abrieron una puerta que rompió con la impunidad de los músicos abusadores del país. Y creció tanto la fortaleza de creernos, alentarnos a defendernos y a hablar de nuestras historias de violencias, que cada vez se sumaban más mujeres e identidades disidentes a denunciar públicamente a todo macho abusador sin importar quién fuera.
Así cayeron no sólo músicos, también curas, actores, políticos, monjes, doctores, padres de familia, primos, tíos, abuelos, profesores, compañeros de trabajo (..) y se profundizó algo fundamental. Nuestra herramienta más preciada y, sobre todo, propia y genuina. Saber que podemos defendernos con nuestras voces, porque hay una red que nos cree y acompaña. Saber que nuestros cuerpos, aún con las marcas y los traumas, tienen la capacidad de reconstruirse, reformularse y tomar fuerza con otres para defendernos. Saber que estamos dándole voz y validación a la víctima que fuimos, para construirnos por fuera de aquella identidad opresiva. Saber que así prevenimos a les que vienen. Y si bien denunciamos y accedimos al sistema judicial por muchos motivos: desinformación, miedo, búsqueda de protección, una solución, el cese de la violencia, y muchas otras circunstancias más; estamos todxs de acuerdo en que una denuncia judicial no es la única ni la mejor opción para defenderse. Y que podés elegir qué hacer frente a un suceso de violencia porque estamos diversificando información crucial para pensar, profundizar, renombrar y protegernos de los abusadores. A través de nuestras experiencias de autodefensa.
Coincidimos en la frase “qué hermoso que es tenernos, qué potentes son nuestras redes”. Claro que exigimos y esperamos una condena ejemplar, pero sabiendo cuál es nuestro rol en este entramado y que el logro más importante ya es tangible: creernos y acompañarnos.
Una audiencia, nuestra sala
La audiencia comenzó a las 13.45, hora y media después de lo pautado. El imputado se acreditó a las 10.20 y se escondió con uno de sus cómplices. Nos encontramos en el Tribunal 25 con Rocío y Mailén, quienes habían llegado entre las 11.30 y 40. También estaban Sofía Otero, denunciante del violador condenado Lucas Carrasco, Felicitas Marafioti y Charlie de Palma, compañeras denunciantes en el caso contra Cristian Aldana. Compañerxs testigxs en nuestra causa, personas que también escracharon a quienes les abusaron y amigxs.
También “la Rusa” y Julián Desbats, las primeras personas en ayudar a realizar y difundir los videos donde Mailén y R. pudieron hacer el descargo de los abusos y maltratos que el procesado había hecho. En la previa estuvieron, además, integrantes de la Dirección de Orientación, Acompañamiento y Protección a Víctimas (DOVIC).
Todos los juicios inician de la misma forma, se leen las denuncias realizadas. Los testimonios de aquél primer momento en el que hablaste de tu historia de abusos en el marco judicial. Escuchaba y mi cuerpo se ponía cada vez más tenso, todxs estábamos conmocionadxs, llenos de bronca y dolor. Mailén rompió en llanto y su abogada Gabriela Conder la asistió con un abrazo contenedor y profundo, mientras detrás de ella estábamos nosotres. Dándole fuerzas, acercándole agua, un aceite esencial y pañuelos.
La misma saña, el mismo disfrute con el dolor ajeno que absolutamente todos los violadores y abusadores sexuales, emocionales y psicológicos sienten. La violencia física y el castigo psicológico como armas de manipulación para la humillación. El moldeamiento identitario ejercido violación tras violación para convertirte en una víctima. La maquinaria del sistema de abusos reproducida por otro sano hijo del patriarcado.
Luego de este momento tan intensamente doloroso e impotente ante la crudeza de los testimonios alrededor de las 16 hubo un cuarto intermedio. Salimos a descansar. Mailén estaba mejor, y ya no iba a poder estar mucho más en la sala porque iba a declarar el imputado.
Primer revés para la defensa
El acusado, cabizbajo y nervioso, miró de frente la situación que lo tiene como protagonista hace ocho años. Su defensor -de oficio-, intentó una primera maniobra, apelar a un “plazo razonable” y pedir al Tribunal que se “declare extinguida la acción penal y se dicte la absolución” ante “una causa paralizada por 6 años” apuntando a la responsabilidad del Estado y la “buena conducta” de del Pópolo.
Fue cuando, de forma unánime, el Tribunal; la fiscalía, a cargo de Guillermo Pérez de la Fuente; y la querella, en representación de la abogada Gabriela Conder, respondieron “no hacer lugar” y elevar la apuesta apelando a que el Estado argentino debe responder a la “multiplicidad de las violencias por razones de género y a las víctimas” citando la CEDAW, Belém do Pará y fallos de la CIDH.
“Este intento de que la causa termine sin un juicio no es razonable”, alegó Pérez de la Fuente y agregó que “se pretende hacer como si no hubiera pasado nada” ante “hechos gravísimos”. Por su parte Conder interpeló cambiando la perspectiva: “¿Cuál es la afectación a del Pópolo? Para las víctimas también corren los plazos y el Estado se comprometió con tratados internacionales y tiene que resolverlo”.
Según los requerimientos del fiscal, los hechos de violencia sexual se enmarcan en un contexto previo a las violaciones y van más allá. Toma en cuenta, en la historia de Mailén el maltrato psicológico al que fue sometida; en la de Rocío la presencia/ ausencia del consentimiento en una relación de pareja y el hostigamiento posterior; y en la de A. la impunidad: tras la violación, la “disculpa”.
Googleá abuso sexual
Nunca me había tomado el trabajo de escuchar con tanta atención el relato de un violador. Me ayudó mucho no mirarlo y sólo escuchar y escribir. La construcción de su coartada, es la misma de todos: son unas mentirosas. Antes, miró a cámara, se acomodó el pelo y gesticuló ademanes. Fueron 5 horas y media de declaración seguida de una abstención a preguntas de un lado, del otro y del Tribunal.
El acusado separó el relato: comenzó a hablar de los sucesos denunciados por A., quien presenció la audiencia en una primera instancia a través de videollamada; luego por Mailén y por último de Rocío. Su discurso se unía en la idea de que la verdadera víctima era él. Ya sea por los celos de una o la obsesión o los inventos de las otras.
Se refirió a la salud mental de las denunciantes y querellantes utilizando frases y palabras minuciosamente calculadas. Por ejemplo, antes de decir literalmente que estaban locas, dijo que él lo que menos quería era revictimizar. Y pidió disculpas porque dadas las circunstancias, debía exponerlo así ya que “está en juego mi futuro”. Fue la introducción para catalogar de mentirosa a una; de manipuladora, hostigadora, acusadora, obsesiva y ladrona a la segunda manifestando odio y efusividad. Y cuando sostuvo sobre la tercera que “no coinciden las fechas” y sobre la violación que: “No sé a qué se refiere, pero en 2013 no fue”. Sic.
Sobre el hecho de agresión física sobre Mailén ratificó que “tuvieron una discusión” esa noche, pero desmiente los supuestos golpes afirmando que “ella lo golpea a él” y que solo “se tropezó”.
La estrategia de la bondad, que utilizan muchos violadores para defenderse de las acusaciones contra ellos. Ellos son los “buenos y correctos” y las denunciantes las “malas y locas”.
Para defenderse de uno de los hechos que llegaron a juicio, dijo que “no se le paraba, que la tenía dormida” y se preguntó “¿cómo una persona con el pito dormido puede violar a otra? El hecho sexual no se consumó, porque yo no tenía erección, así que jamás podría haber violación en ese contexto”. Un significante falocéntrico que no existe.
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El objetivo de un abusador violador es violar y abusar. Y logrará su cometido como pueda y como sea que estén dadas las condiciones para hacerlo. La violación no es sólo la penetración de un pene en una vagina o un ano. La violación es un acto de ultraviolencia, poder y manipulación que puede suceder de diversas y múltiples formas.
La violación en un violador es constante. No violan una, dos o tres veces. Violan siempre y a toda persona con la que interactúan en profundidad con una u otra estrategia psicológica, emocional y física; por separado o junto. Su cometido es abusar de alguna forma a su víctima. Y enredarle en su discursiva con acciones minuciosas para que crea y sienta que jamás podrá escapar de su poder.
Luego prosiguió con la misma táctica de manipulación discursiva refiriéndose directamente al Tribunal: “Les cuento todo esto para ubicarlos en tiempo y espacio, y que por lo menos juzguen los hechos en base a un contexto real. Porque esto fue lo que pasó, y esta es la verdad”. Aludiendo una vez más a qué todo lo relatado por las denunciantes es un invento para perjudicarlo.
Cerró reafirmando su posición de víctima frente a las denunciantes: “Soy insistente en repetir porque estuve sin poder hablar durante 8 años. El más afectado en todo esto fui yo. Hace 8 años que estoy inválido. No puedo salir tranquilo a tocar música o ver una banda”.
Un violador con miedo a salir porque lo reconozcan y no lo dejen entrar a ver una banda de música. Mientras, cientos de ex víctimas y sobrevivientes están haciendo un esfuerzo incansable para romper el silencio y no reproducir la maquinaria de la violencia contra ellxs mismxs, primordialmente.
Esto es el patriarcado, la cultura del abuso y la violación. Que no se acabó, no terminó y no terminará pronto. Pero que nos encuentra tejiendo redes de fortaleza, información real y útil para quienes deciden romper el silencio, abandonar la identidad víctima y no negociar absolutamente nada con los machos violentos y abusadores.
*escritora, editora y activista de la proclama “ya no nos callamos más”.