Producción Colectiva
Fueron 54 días de lucha. Concreta y disciplinada, esa lucha. Pero también esos días se convirtieron en solidaridad plena. El centro de Buenos Aires, vigilado por el Obelisco, fue el escenario para una protesta que surgió de lo profundo de los barrios de la ciudad. Villeras y villeros instalaron una carpa en plena avenida 9 de Julio con el objetivo de que se cumplan sus demandas. La huelga de hambre fue el método lucha.
Artistas, intelectuales, deportistas y, principalmente, gente de a pie se acercaron a la Carpa Villera a expresar su apoyo. La protesta, impulsada por la Corriente Villera Independiente y La Poderosa, no sólo fue una expresión reivindicativa. La Carpa se convirtió en punto de encuentro y discusión. Diversas organizaciones se sumaron a las decenas de actividades que todos los días se llevaban a cabo en el lugar. Charlas y debates, mate de por medio, transitaron temáticas como el gatillo fácil, la ocupación de Haití por tropas extranjeras, el rol de los medios de comunicación y, por supuesto, la actualidad de las políticas públicas para el problema habitacional.
Luego de 54 días, el gobierno porteño tuvo que torcer el brazo ante la Carpa Villera. En el acta firmada por la Secretaría de Hábitat y el Ministerio de Desarrollo Social de la ciudad, y por representantes barriales, se estipula la conformación de una mesa operativa “por el derecho a la electricidad en las villas, entre Edesur, Edenor, la UGIS (Unidad de Gestión e Inclusión Social) y la Defensoría”. Las conquistas también abarcan la entrega de ambulancias para las villas de emergencia, y la colocación de sistemas de agua potable y cloacas, para de esta manera paliar los déficit que se viven en muchos barrios de la ciudad.
Rafa, dirigente de la Corriente Villera Independiente, afirma que luego de estos días de lucha “los compañeros de los barrios están muy contentos por los compromisos obtenidos y asumidos por el gobierno de la ciudad”. Después de las noches frías y las mañanas tumultuosas del centro porteño, Rafa arriesga un balance de los días pasados: “Creo que elevamos la discusión política del sector –dice-. Hacia adentro, en los barrios, aunque no sean de la Corriente, todo el mundo está hablando de la urbanización. Las agrupaciones y los vecinos se pusieron las pilas, vieron que se podía, entendieron que Macri es un tigre de papel. De decirnos no y no, terminó pidiéndonos por favor que levantemos la Carpa. El acuerdo se alcanzó en un momento en que ellos creían que estábamos desgastados, pero estábamos muy bien, habíamos armado en asentamiento en frente.” A lo que agrega como cierre: “Es altamente positivo desde lo político y lo reivindicativo, que es lo mismo, porque el problema de la vivienda es un problema político del régimen; no es un problema de presupuesto, es ideológico. El régimen no quiere hacer viviendas populares”.
Texto: Leandro Albani
Fotos: Facundo Miguel Nívolo, En la Vuelta – Acción Fotográfica y Los Ojos de Anita
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