Las sucesivas represiones desplegadas por el gobierno de Javier Milei durante la última semana evidencian un quiebre con los operativos conocidos hasta el momento: violencias contra personas adultas mayores, ataques direccionados a la prensa, represión en las postas sanitarias y diputados avalando las violencias en sus declaraciones públicas. Allí, el registro realizado por el fotoperiodismo es un aporte claro para la memoria colectiva pero, también, para pensar cómo queremos comunicar las rebeldías de los pueblos en el actual escenario.
Por Julianite Calcagne y Camila Parodi | Fotos: Susi Maresca, Hernán Vitenberg, Kaloian Santos Cabrera, Patry Cugat y Belén Altamirano
Durante la semana pasada se dio tratamiento a la llamada “Ley Ómnibus” en la Cámara de Diputados, más de tres días de intercambios que concluyeron con la aprobación, en general, del proyecto. Mientras se debatía el futuro de todo el pueblo argentino, en las afueras del Congreso de la Nación, el Gobierno Nacional desplegó un imponente operativo de “seguridad” para limitar a las miles de personas que se acercaron a repudiar la aprobación de este proyecto.
El operativo represivo dirigido por la Ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, evidenció que el ajuste económico que el gobierno pretende instalar en beneficio de las corporaciones sólo podrá asentarse a través de la violencia represiva. A través de la implementación del “Protocolo de Seguridad” que integra el DNU, el cual limita y criminaliza a la protesta social, el gobierno pretende reforzar el mensaje que polariza a las personas “de bien” de las personas que se manifiestan.
A lo largo de las jornadas parlamentarias, se coordinó un operativo integrado por centenares de oficiales de las diferentes fuerzas (Gendarmería, Policía Federal, Policía de la Ciudad, Prefectura y Policía de Seguridad Aeroportuaria) y se utilizaron, de manera desproporcionada, gases lacrimógenos, gas pimienta, palos, camiones hidrantes y disparos de balas de goma contra quienes se manifestaban en las inmediaciones del congreso. Entre las personas violentadas, se evidenció un ataque directo e intencional contra grupos de jubilados/as, postas sanitarias y medios de comunicación.
La prensa, sobre todo las y los trabajadores de prensa alternativa y/o crítica al gobierno, fue un foco directo de las sucesivas represiones realizadas por el gobierno. Desde el Sindicato de Prensa de Buenos Aires (SIPREBA), denunciaron que al menos 27 trabajadores y trabajadoras de la prensa fueron heridas durante las protestas de la semana pasada.
En ese marco, SIPREBA junto a la Asociación de Reporterxs Gráficos de la República (ARGRA) y el Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS), se realizó una presentación ante la CIDH para exigir medidas de protección que respeten la labor de los trabajadores y trabajadoras de prensa. Al mediodía del martes 6 de febrero, previo al debate en la Cámara de Diputados -donde se tratará cada uno de los artículos que comprende la ley- SIPREBA, ARGRA y FATPREN convocaron a un “Camarazo” en la puerta del Congreso de la Nación.
Desde Marcha, dialogamos con Susi Maresca, Hernán Vitenberg, Kaloian Santos Cabrera, Patry Cugat y Belén Altamirano. Colegas que cubrieron las resistencias y desobediencias populares en las inmediaciones del congreso. Queríamos saber cómo vivieron las jornadas y qué lectura hacen del operativo represivo pero, también, pensar junto a ellos y ellas en cuáles son las responsabilidades y los cuidados que queremos construir, de manera colectiva, a la hora de capturar las rebeldías de los pueblos.
Susi Maresca: “Siento un compromiso ideológico, moral y ético de contar la lucha del pueblo”
Estuve cubriendo durante los tres días las manifestaciones por fuera del Congreso y lo que vi fue una violencia desmedida y un abuso de poder de la Fuerzas de Seguridad de la Nación. Vimos su necesidad por evidenciar un show violento ante una manifestación no tan numerosa y pacífica. De hecho, he visto cómo gaseaban a todos los grupos de jubilados que estaban en la esquina sobre la vereda, ni siquiera estaban cortando la calle. Hay fotos que lo demuestra, los reprimieron, gasearon y pegaron. También siento que hay un ensañamiento contra la prensa, la fuerza de seguridad nos reconoce automáticamente y apuntó directamente contra nuestro trabajo. Lo vivimos en todas las horas que estuvimos ahí, sobre todo durante la segunda jornada donde prepararon una emboscada para la prensa, estábamos sobre la vereda en un momento de desconcentración. Ahí apareció un grupo de 40 efectivos de la Policía Federal y fueron contra dos manifestantes que se encontraban también sobre la vereda, les empezaron a pegar a las personas que se acercaban y, cuando se acercó la prensa, llegaron con sus motos y fuimos baleados y baleadas.
El autocuidado fundamental en nuestro trabajo, por supuesto, pero digamos que si la violencia estatal opera sobre nuestros cuerpos es difícil. Porque, en realidad, lo que quieren es que no estemos ahí, entonces por más cuidados que podamos nos hieren y rompen nuestros equipos. Sin embargo, los fotógrafos somos una comunidad al hacer coberturas colaborativas es una forma de mostrar también lo que sucede en esos momentos. Es una red que muestra, de manera más fiel, un momento histórico donde creerse que una tiene la potestad de la mirada es absurdo. Hacen falta muchos ojos, como decía Derrida, para construir una mirada y el trabajo colaborativo es eso, muchos ojos para construir una mirada de lo que pasó.
¿Qué me motiva a seguir saliendo a cubrir? Es una pregunta que me hago cada día antes de salir a registrar. Es lo mismo de siempre, que va variando en el tiempo y en el espacio, tiene que ver con reflejar la lucha de los pueblos en contra de las injusticias de las grandes corporaciones. Y, ahora, de esta avanzada fascista que sucede en nuestro país por ser un territorio con muchos de los bienes naturales que necesitan para seguir sosteniendo sus privilegios. Siento un compromiso ideológico, moral y ético de contar la lucha del pueblo que, de alguna manera, está ligado con todo mi trabajo previo en los territorios. Es como seguir un hilo en la historia: ir viendo de qué manera se va a consolidando el extractivismo desde las grandes ciudades para luego operar y destruir en los territorios.
Hernán Vitenberg: “Nuestra fotografía es una prueba de la realidad, construye un imaginario popular”
Viví las jornadas con una disparidad de fuerzas, siento que somos pocos en la calle, hay una desproporción muy grande. Hay mucha más policía por persona que en otros operativos. También, noto que hay un perfeccionamiento en relación a otras represiones. Yo recuerdo que durante la Reforma previsional en el 2017, en donde éramos muchísimos más, si bien fue una una cacería brutal estaban desordenados. Ahora somos pocos, ellos son muchos más y tienen un un modus operandi, una estrategia clara. Primero, vienen los uniformados sin armas que nos rodean; después viene infantería que mete presión y nos tiran gas pimienta, provoca; a continuación aparecen las motos de infantería y empiezan a andar en círculos como un ritual; y finalmente, luego de toda la provocación que lógicamente genera una reacción de la gente, empiezan a disparar. Yo me muevo de distintas formas, como radialmente. Estoy en frente de la policía y entre la policía y los manifestantes, a veces estoy detrás de los manifestantes y otras en alguna situación detrás de la policía para mostrar puntos de vista distintos.
Nuestro rol es de comunicadores, estamos estamos tratando de comunicar y de mostrar una realidad coyuntural, un punto de vista que muchas veces los medios hegemónicos no muestran. A veces aportamos una mirada distinta. Por ese motivo, el autocuidado de nuestro trabajo es fundamental, creo que es algo de lo que continuamente tenemos que aprender. Lo vamos perfeccionando, antes no comprendía porqué algunos colegas usaban casco o máscara. Creo que después de varias experiencias, después de lo que vimos en Chile, después de entender que esto va a durar es muy necesario tomar las medidas posibles de cuidados, dentro de las posibilidades, porque es nuestro cuerpo. Y si bien una pone el cuerpo por los ideales de justicia, por la bronca y por lo que sea es legítimo, pero si una no se cuida no puede seguir ejerciendo la profesión. Es momento de cuidarse, de cuidarnos entre todos y todas.
Mi motivación de cubrir es una manera de canalizar la bronca y las ganas de un mundo distinto. Cada obturación, cada disparo, en mi caso también es una manera de representar un grito de bronca. En donde le pegan a un jubilado, en donde hay alguien gritando desesperado, en donde de alguna manera nuestras imágenes vienen a darle cuerpo a miles de personas que están ahí me parece que es un rol necesario. Nuestra fotografía es una prueba de la realidad, construye un imaginario popular. Como fotógrafo, yo tengo un impulso de salir por bronca para mostrar todas esas situaciones. Por eso elijo sumarme a las coberturas colaborativas, porque el mensaje se enriquece porque tenemos miradas distintas y nos ubicamos en lugares también distintos que uno solo no podría hacerlo.
Kaloian Santos Cabrera: “Hoy más que nunca hay que ser responsable con el discurso visual que armamos”
Ya desde el anuncio de este nuevo protocolo antipiquete se suponía que se iban a vivir jornadas muy tensas. Hay que estar muy atentos y ser muy responsables para poder realizar nuestro trabajo. Sobre todo, porque a diferencia de otras coberturas, esta vez ha habido un despliegue de las fuerzas de seguridad inusitado. Creo que esto implica más un juego por parte del gobierno a mostrarse fuerte que a hacer cumplir a cumplir una medida.
Si bien yo quedé varias veces en el medio entre la policía y los manifestantes, particularmente tengo muy claro que no puedo quedar ahí y trato de correrme siempre. Yo creo que tenemos que poner el cuerpo para fotografiar y no poner el cuerpo para salir heridos. Lo más sensato y responsable, de acuerdo a las medidas de seguridad que tenemos que tomar como fotógrafos, para poder justamente hacer nuestra nuestra labor. Ante una situación así hay que estar muy sereno y claro de que nuestra labor es fotografiar y que para poder fotografiar tenemos que estar lejos. En ese sentido, el autocuidado es tan importante como lo que vamos a estar fotografiando. Insisto, nuestro rol es poder contar, poder mostrar y cubrir lo que está sucediendo y para eso primero que nada tenemos que estar sanos y salvos.
Con las coberturas colaborativas podemos ver la diversidad de las miradas y de esa manera se cubre el mayor espectro de la realidad. Cada uno de los que hacemos fotos, fotografiamos un pedacito de esa realidad y tampoco es una cuestión objetiva, sino que le imprimimos nuestra mirada y nuestro sesgo político e ideológico a lo que está aconteciendo. Entonces, una cobertura colaborativa, implica una sinfonía de mirada para que sea más potente y cuente con una diversidad de matices de esa realidad que estamos viviendo.
En los tiempos que vivimos hay que estar muy claro sobre qué es lo que contamos y qué es lo que vamos a exponer en las redes sociales. O sea, hoy más que nunca hay que ser responsable con el discurso visual que armamos ya que puede suceder cualquier cosa y hay que tener bien claro nuestro rol social allí. Lo que quiero es armar un registro que nos acerque a entender la memoria. Hay que tener en cuenta de qué lado estamos fotografiando. Es una responsabilidad como nunca antes entonces, mi modo de fotografiar es buscando también más lo conceptual, lo que lo que va sucediendo y lo simbólico que puedo ir contando y más allá de la cuestión espectacular. Por eso es importante pensar y dejar nuestros egos personales, yo hago colaboraciones para armar una mirada colectiva de lo sucedido, sin importar quién está detrás de la cámara.
Patry Cugat: “Necesitamos más medios independientes y sumarnos a espacios colectivos para tapar los mensajes de odio”
Estos tres días fueron muy intensos, si bien ya desde la asunción de este gobierno se siente diferente la calle y, al margen de que fue una organización pésima, porque fue bastante caótica la presencia policial. Se siente otro ambiente. Yo sentí un quiebre en el segundo día, en un momento me quedé en una de esas encerronas que imponen, quedé enfrentada a los policías y podía ver del otro lado de la calle que en la vereda había gente. Allí las famosas motos repartieron garrotes y gas, tirando las motos encima sin que las personas hicieran absolutamente nada.
Da mucha impotencia ese accionar y la verdad no lo entendés, no se entiende que está pasando si la gente no hace nada. Está solamente parada sobre la vereda, tal cual pide el protocolo y te tiran las motos de encima acelerando, metiendo miedo y provocando. Eso da mucha bronca y claramente lleva a la respuesta. Nada que justifique las violencias, balazos de goma y gases desmedidos. Este fue el quiebre. Ahí lastimaron a varios compañeros fotógrafos. No sabría hasta dónde más van a escalar porque desde el primer día de este gobierno sabemos que, para llegar adelante el plan económico que quieren, la única manera en que lo pueden llevar es reprimiendo.
Los recaudos que tenemos que tener quienes trabajamos en la calle es cuidarnos con todos los “tips” de seguridad que tenemos: cascos, protección para los ojos, la máscara para los gases y ayudarnos entre nosotros. Nuestra responsabilidad es documentar cada momento para desmentir la información dada por los medios hegemónicos de información. Necesitamos más medios independientes y sumarnos a espacios colectivos para que nuestro trabajo sea más fuerte, para tapar los mensajes de odio que hay del otro lado.
Belén Altamirano: “Ya salimos sin estar soles pero también a no dejar a nadie sole”
Las coberturas de estos tres días se vieron de formas muy diferenciadas y escalonadas, pero siempre con un conocimiento de base muy grande: no iba a ser para nada fácil. Desde las primeras marchas a la última creo que el gobierno va a sostenerse así, sabemos que lo que va a suceder es este choque y claramente vamos a tener que cuidarnos un montón y la última marcha fue donde más se notó esta necesidad de protegernos, pero no sólo auto protegernos, sino también acompañar y proteger al resto y el momento donde más se notó fue cuando fueron detrás de les viejes. Ahora más que nunca, claramente somos parte de defensa de les militantes y les compas que vayan a activar durante las marchas porque levantan a ciudadanos sin absolutamente ningún tipo de identificación y por mucho tiempo no se saben los nombres y sucede que la fotografía, al fin y al cabo, termina cumpliendo este papel tanto en la fotografía como los medios independientes.
En cuanto a la importancia del autocuidado, si bien podemos trabajar cada uno independientemente, si es necesario tener algún sistema o alguna forma de poder saber más de nuestros compas, porque sucede una vez más que estamos ante policías que nos levanta y no nos permite estar seguros en cuanto en sus identificaciones, ni siquiera sus razones. Levantan a compañeres que están recién empezando en el trabajo y aquellos que ni siquiera recién estén empezando, pero hay una necesidad de hermanarnos un poco más y cuidarnos entre todes.
Las coberturas colectivas nos permiten unificarnos y hermanarnos en nuestro trabajo que realmente lo necesitamos, tanto así en la calle como donde fuere, pero también para sabernos las caras entre nosotres y cualquier cosa que suceda vamos a estar un poco más cubiertos cubiertas, cubiertas y cubiertes. Creo que el fotoperiodismo tiene el privilegio y la obligación de ponerle cara a las violencias ejercidas por parte del Estado y la obligación de ser consciente de ese privilegio implica no dejar a ningún compañero afuera. No creo que salgamos ya tan solo por la foto, creo que quien sale por la foto no entendió mucho de qué tratan las cosas. Ya salimos sin estar soles pero también a no dejar a nadie sole.