Luego del acuerdo con el FMI y tras el encuentro con Lula en Brasil, Sergio Tomás Massa pretende redefinir la gestión de Gobierno y, por ende, su campaña. Con una inflación descontrolada, el presidenciable de Unión por la Patria parece haber recuperado la agenda electoral y se puso ¿finalmente? el traje de candidato.
Por Mauricio Polchi
Una elección de tres tercios, en tres etapas, y con tres campañas distintas. Así planificó el recorrido electoral del año 2023 la coalición de gobierno Unión por la Patria, con un armado digitado por el ecosistema de la vicepresidenta, Cristina Fernández de Kirchner, el Ministro de Economía, Sergio Massa, más el apunte de la Liga de Gobernadores.
La primera escala de ese cronograma ocurrió en las PASO del pasado 13 de agosto. El resultado colocó en un lugar privilegiado del tablero democrático a la ultraderecha. La Libertad Avanza, con Javier Milei como precandidato presidencial, fue el partido más votado con el 29,86 por ciento (7.352.244 votos). Golpeados pero con vida, Sergio Massa con Unión por la Patria y Patricia Bullrich en Juntos por el Cambio, son los otros dos tercios que completaron el escenario proyectado.
A la mañana siguiente de las PASO, y ya consolidado como candidato a presidente del oficialismo, Sergio Massa se puso el traje de Ministro de Economía y devaluó un 22% la moneda nacional. La modificación del tipo de cambio se trasladó a los precios y la estampida alcista de la inflación tocó una marca récord: 12.4% mensual. En pocos días, los salarios se deterioraron y las remarcaciones en los comercios fueron brutales. Con ese panorama, y un 40% por ciento de la población por debajo de la línea de pobreza, propios y extraños criticaron a Massa por ser la cara visible del descalabro financiero. El desafío del gobierno se convertía en un problema: el candidato y el Ministro de Economía, usan el mismo traje.
Una semana después, el lunes 21 de agosto y otra vez con traje de funcionario, Massa viajó a Estados Unidos. Reunión y foto con el FMI para retornar al país con un desembolso de 7500 millones de dólares que le iban a dar estabilidad en la macroeconomía, margen para contener el subibaja del dólar blue, y un relato sobre la deuda macrista. Si bien a esa narrativa le faltó fuerza, le sirvió para delinear una ruta argumental que le permitiría justificar el panorama actual: “estamos así por consecuencia de la deuda de Macri que se hizo para fugar dólares” denunció.
Durante las primeras jornadas postPASO, Milei logró acaparar la agenda y la centralidad mediática con el discurso de la dolarización y el plan de “la motosierra” y “los vouchers”. Además, el libertario sumó el guiño del expresidente Mauricio Macri y hasta cosechó varias horas de rating en los programas faranduleros por su nuevo romance con la actriz Fátima Florez. Pero también entre las filas de LLA salieron a flote las contradicciones, las expresiones violentas, las falsas profecías y el negacionismo de Victoria Villarruel, quien organizó un acto en la Legislatura porteña para revindicar la Dictadura Militar.
Ya en otro plano de la campaña, corrida de escena y totalmente desdibujada por la polarización trazada entre Massa y Milei, la exministra de Seguridad, Patricia Bullrich, que ni siquiera encontró el apoyo de Macri, cayó en errores conceptuales que fueron tomados para la burla, y empezó a ver la pelea por el sillón de Rivadavia desde abajo del ring. Con el eje corrido a la derecha, con una propuesta diferente y bajo la consigna “A la ofensiva de Milei y el ajuste lo paramos en las calles”, el Frente de Izquierda apuesta a las protestas y manifestaciones populares para sentarse en la mesa de un debate presidencial.
Traje de Campaña
El jueves 24 de agosto Argentina comunicó su incorporación al grupo de los BRICS. Para celebrarlo, el Ministro de Economía viajó a Brasil y tuvo su foto con Lula. “Sácate el traje de Ministro, ponete el de candidato”, le sugirió el líder brasileño. Massa escuchó ese mensaje, en clave de advertencia. Lula sabe lo que significa la ultraderecha en el poder porque él padeció a Bolsonaro y entiende que un aterrizaje de Javier Milei en la Rosada sería una catástrofe para la región y ya no solo para la Argentina.
Ya pasado el shock libertario de las PASO, Unión por la Patria reseteó la estrategia con un claro objetivo: Recuperar la agenda y dar buenas noticias para pasar las generales del 22 de octubre y arañar un balotaje. El programa para la segunda etapa, entre catarsis y arenga, tuvo su punto de partida en la provincia de Tucumán con la famosa foto de Massa junto a los gobernadores del Norte Grande que prometieron recuperar 5 millones de votos perdidos desde el 2019 hasta la fecha.
Al día siguiente, el domingo 10 de septiembre y con la flecha apuntando a la “justicia social”, el candidato se mostró con los “Curas Villeros” y después acaparó la atención del movimiento obrero en un acto devenido en anuncio. En la calle, sobre una tarima, con toda la simbología peronista y rodeado de banderas la Confederación General del Trabajo (CGT) y las diferentes vertientes de la Central de Trabajadores de Argentina (CTA), Massa informó los cambios en el impuesto a las ganancias que exigían los gremios. Con una jugada a varias bandas retomó la agenda política, logró unificar al sindicalismo, evitó fugas hacia al espacio libertario y ganó militancia gremial en las fábricas y en los territorios.
Además, de carambola, provocó un malestar en la oposición que ahora deberá rechazar el proyecto en el Congreso por “electoralista”, y así darle la espalda a una masa de más de 800 mil trabajadores. En la misma línea, y obligado a frenar el golpe por la suba de los alimentos, en la tarde del miércoles 13 Massa emitió un video para anunciar la devolución total del IVA en los productos de la Canasta Básica. Esa medida, un acierto que llega con retrasos, significará un alivio en el bolsillo para 9 millones de personas; más la disponibilidad inmediata de los créditos para trabajadores en relación de dependencia y la ampliación del Programa Alimentario para jubilados del PAMI.
En esa hoja de ruta, aún en borradores, aparecen también respuestas para las demandas de los monotributistas, los autónomos y los inquilinos. Estas acciones de Massa, con gestos incluidos, intentan seducir a sus propios seguidores, convocar al kirchnerismo duro, revertir el malhumor social que lo ubicó en tercer lugar en las urnas, y convencer al votante las razones por las que hay que mantener al peronismo en el poder. Para enfrentar a Milei en un mano a mano, Massa empieza a visualizar un cambio de vestuario para noviembre y todo indica que deberá ponerse un nuevo traje para pelear el balotaje.