Finalmente la brújula electoral llegó a nuestros territorios y la campaña rumbo a las elecciones terminó de la peor forma posible. Ante la falta de imaginación política para representar y dar solución, la política ¿tradicional? va rumbo a las PASO jaqueada. Frente a esto, ¿qué definirá la voluntad popular? El desafío de mirar en clave feminista y antifascista.
Por Redacción Marcha | Foto: La política del sur
Finalmente la brújula electoral llegó a nuestros territorios y la campaña rumbo a las elecciones terminó de la peor forma posible. Desde que la política es ciencia y admiración, que habla de los imponderables. No es un meme. No estábamos aburridos y ya no. Una niña de 11 años murió tras ser asaltada en Lanús, conurbano bonaerense, y la realidad de los problemas cotidianos estalló antes que las encuestas de último momento. Un suceso que debe ser atendido por la política ¿tradicional?; aquella que hoy se encuentra en jaque por las impericias, la falta de consensos para el buen vivir y la amenaza de los fascismos.
Este domingo se realizarán las Primarias Abiertas, Simultáneas y Obligatorias (PASO), que determinarán las candidaturas de los partidos políticos que competirán el 22 de octubre en las elecciones generales y que definirán el carácter del sistema de representación argentino. Y si hasta la muerte de Morena, ayer por la mañana, la pregunta era cómo intervenir en una narrativa a la que no fuimos invitadas. Hoy la inquietud es quién pone el cuerpo- dique de contención ante la demagogia punitiva a horas de los comicios.
Mientras seguimos buscando la esperanza en las candidaturas, ¿es válido preguntarnos cuán a la derecha se moverá el escenario electoral? Tal vez el amperímetro lo determine, una vez más, la propuesta que va y vuelve en la historia de las elecciones; el mismo “caballito de batalla” de siempre: la baja de edad de punibilidad, la única estrategia que el conservadurismo saca cada vez que lo necesita para dirimir votos que, por otra parte, puedan traducirse en el abstencionismo que asomó en instancias electorales provinciales.
La semana previa a las elecciones tuvo a la violencia, tanto social como policial, como protagonista. Tal es así que los distintos espacios tuvieron que cancelar sus cierres de campaña ante la indignación social. La tarde del jueves, mientras terminábamos de escribir estas palabras, nos enteramos del asesinato de Facundo Molares, fotoperiodista y militante de la organización Rebelión Popular. Facundo, de reconocida trayectoria internacionalista, estuvo preso en Bolivia tras el golpe de Estado de 2019. En la presentación del informe de la Delegación Argentina que viajó a constatar los delitos de lesa humanidad entre los que se encontraba su encierro ilegal, estuvieron presentes las hermanas de Sebastián Moro, asesinado por el gobierno de Jeanine Añez. Penélope, una de ellas, también periodista, tuvo que reportar hoy su fallecimiento.
La protesta, que se realizaba como rechazo a las candidaturas del sistema y que no implicó corte de calle y que se realizaba de forma pacífica, terminó en la represión policial como parte de una política del Gobierno de la Ciudad de mostrar mano dura contra los piquetes, acabó con el asesinato de Facundo, al ser golpeado y reducido en el suelo, con la policía presionando sobre su pecho y cuello, lo que le habría provocado al muerte. También fueron detenidxs compañerxs que a horas de la madrugada fueron finalmente puestos en libertad. La noche cerró con expresiones de repudio pero sobre todo de tristeza e indignación. El mensaje de los candidatos de la derecha fue claro a días de la elección.
Llegamos a las PASO 2023 acumulando capas de crisis económica, de representación y de precarización de la vida cotidiana y a 40 años de recuperación de la democracia, lo que los partidos políticos tienen para ofrecer son -al menos- cuatro opciones que determinan como principales que van desde el progresismos con matices populares y la centro derecha hacia la ultra para disputar la Presidencia. En ese arco, ninguno puede arrogarse la representación de amplias mayorías, por el contrario, se rompen estos cálculos de especulación sobre cómo llegar a una segunda vuelta. Mientras, en el Fondo lo prometido sigue siendo deuda.
La sociedad en su conjunto NO viró hacia posiciones reaccionarias; el problema es la falta de imaginación política para representar y dar solución a problemas. Es que el consenso respecto al ajuste y la impronta extractivista entre las principales fórmulas, lejos de entusiasmar a lxs votantes, les distancia. Ni hablar de propuestas disparatadas que no calan en las mayorías, como la dolarización o la reducción de derechos laborales. También evidencia una dificultad de los progresismos para proponer una alternativa sólida. La decisión forzada de Cristina Fernández de Kirchner, máxima líder política del país, de no ir por la candidatura, dejó en evidencia la ausencia de referencias con capacidad de sintetizar demandas populares de forma amplia. En la calle, la sensación generalizada es la de desánimo, lo que alerta a la posibilidad de una baja participación el domingo. O quizá no.
¿Elige tu propia derecha?
La disputa del próximo domingo se presenta sin grandes liderazgos y con propuestas enunciadas durante la breve (pero intensa) campaña que proponen profundizar el ajuste y empobrecimiento y el retroceso en materia de derechos conquistados, sobre todo laborales.
A pesar de los puntos en común entre los diferentes bloques, las candidaturas tienen sus matices y no son lo mismo. Si bien la llegada de Sergio Massa, en representación de la unidad de gran parte del abanico de Unión por la Patria, evidencia un corrimiento hacia la derecha para el oficialismo; existen alianzas que podrían tensionar este intento y que lo diferencian del bloque de Juntos por el Cambio. Pero no olvidamos quién es Massa ni lo que representa: su rol como ministro de Economía, así como su previa e íntima relación con los Estado Unidos garantiza la continuidad del endeudamiento y sometimiento de la Argentina.
La candidatura del dirigente social Juan Grabois, dentro de Unión por la Patria, se pretende presentar como disruptiva del orden consensuado por el peronismo. Desde el Frente Patria Grande, se opone a los principales postulados de Massa y trae a la discusión algunas de las principales preocupaciones de los pueblos: tierra, techo y trabajo. Si bien la candidatura de Grabois no tiene posibilidades de ganar las PASO, su electorado espera dar un mensaje aleccionador que “le marque la cancha al peronismo”. Grabois compite por el electorado con las propuestas de izquierda al funcionar como disyuntor de la crisis que produjo en el corazón del kirchnerismo la candidatura de Sergio Massa y al mismo tiempo, evitar la fuga de votos hacia la izquierda, particularmente en la referencia de Miryam Bregman.
Distinta es la situación en la alianza de Juntos por el Cambio. Mientras que en el inicio de la campaña, Horacio Rodríguez Larreta, actual jefe de Gobierno de CABA, se presentaba como un candidato de centroderecha y basaba sus mensajes en la experiencia de gestión, Patricia Bullrich, traccionaba hacia la ultraderecha a través de la enunciación de políticas conservadoras. Sin embargo, durante los últimos meses, Larreta se acercó a la enunciación de Bullrich e incorporó en su fórmula a Gerardo Morales, el gobernador de Jujuy y responsable político de la brutal represión en la provincia en pasado cuando impuso una reforma (in)constitucional que restringe derechos sociales y políticos. La verdadera incógnita para el domingo se centra en esta interna y es, también, una definición que podría traer un poco de claridad al panorama electoral de octubre. Y también al peronismo.
En los márgenes de la disputa entre los dos bloques centrales de los últimos años aparecen las alternativas de izquierda, que tienen en el Frente de Izquierda y los Trabajadores Unidad (FIT-U), su principal propuesta. La izquierda aspira a no perder el terreno ganado en los últimos años, luego de ser tercera fuerza a nivel nacional en 2021, y de obtener resultados históricos en la última elección en Jujuy y lograr cargos inéditos en provincias como Chubut. El FITU deberá sortear una interna entre Myriam Bregman, del PTS-IS y Gabriel Solano, PO-MST, con la suficiente cintura para evitar romperse y con la candidatura de Grabois soplándoles la nuca para intentar atraer al voto progresista.
Por la ultraderecha, aparece la candidatura de Javier Milei por La Libertad Avanza y que en el último tiempo se fue desinflando, producto de declaraciones desatinadas y cierto cierre de espacios en los medios, los mismos que le dieron centralidad. Y es que para el poder empresarial argentino y para el imperialismo norteamericano, Milei se presenta como un político impredecible. Como nuevo actor, fue foco de muchos análisis, incluso desde la fetichización por parte de algunos sectores del progresismo; pero su desempeño electoral sigue siendo una incógnita y quedará como lectura para el día posterior si se cumple la hipótesis de los 3/3. O si fue inflado. Lo que es un hecho es que es un actor dentro de la política argentina y más allá de su figura, expresa la existencia de un grupo de ultraderecha, fascista, antiderechos y negacionista al que los sectores populares tendrán que enfrentar.
Del resto de candidaturas hay poco para decir. Algunas como la del “peronismo no K” de Schiaretti o la de Moreno, podrían colarse en la elección general y disputar la narrativa del voto místico, pero podrían quedar reducidas una vez que el voto útil sea traccionado por Sergio Massa, frente a la posibilidad de la llegada al gobierno de la derecha más rancia.
El desafío: mirar las elecciones en clave antifascista
Aunque fracasadas para anticipar resultados, las encuestas de opinión siguen ocupando un rol protagónico en los medios hegemónicos de comunicación. Operan en la formación de opinión, en la consolidación de tendencias y en el clima social preelectoral; son insumo de especulaciones en el tiempo de aire y en las páginas de los portales. Sin negar que, a 40 años de democracia, la ultraderecha se presenta en la arena electoral con propuestas antiderechos y profundamente antidemocráticas, también advertimos cómo se empujó el avance fascista y su marco discursivo. Desde darle espacio para amplificar su discurso y correr los límites de lo decible, hasta el nivel de atención para el análisis que convocó.
Desactivar el dispositivo narrativo que propone el fascismo es un desafío que va más allá de la denuncia y es más bien no jugar con las reglas que nos imponen. Porque, ¿cómo combatimos la narrativa del enemigo, en el terreno del enemigo, con las herramientas del enemigo y los protagonistas del enemigo? Por eso, como medio popular y feminista nuestro compromiso sigue estando con las experiencias de defensa de los bienes comunes porque si no, ¿quién cuenta estas historias?
Es que en el país de les campeones del mundo, las urnas no necesariamente representarán nuestros sueños. Pero, si “decidir es nuestro derecho” como dijimos en la lucha feminista, aún estamos a tiempo de ejercer la memoria, el debate informadoo y la soberanía popular para que signifiquen una derrota en las elecciones para nuestros enemigos.
Y es que como medio popular y feminista que surgió de la potencia de las organizaciones sociales en Argentina, hace al menos cuatro años tomamos la definición política de contar lo que pasa detrás de los procesos electorales y en qué medida mujeres y LGBTTIQ+ en espacios colectivos cumplen roles en defensa de las democracias y en contra de los autoritarismos. Sobre todo si hablamos de elecciones masculinizadas y en clave regional.
Con esta mirada como desafío llegamos al domingo en un país que no escapa a las problemáticas de quienes habitan el resto de la región. Un evento de gran relevancia que es una oportunidad para narrar desde estas voces y cubrir la coyuntura en territorios y contar las opciones desde los Derechos Humanos, las izquierdas y los progresismos donde el odio acapara la atención y pretende ser el proyecto para los sistemas representativos en América Latina y el Caribe. A agarrarse de las manos. ¡Allá vamos!