Es difícil imaginar futuros, visualizar destinos, inventar potenciales o simplemente crear sin nada en que reflejarse. Imposible no, difícil. Algo que realizan por lo general locos o locas capaces de ver agua en el desierto. Cuando ese camino ya fue clareado habrá muchas más que se acerquen a transitarlo. Un sendero desmalezado a base de guadañazos que costaron mucho.
Escribe Juan Stanisci | Cobertura colaborativa junto a Lastima a Nadie, Maestro
“Mucha lucha, nos hemos enfrentado a muchas discriminaciones, abuso de poder, etc. Esa lucha de la mujer argentina es el legado que tratamos de dejar”, le dijo Estefanía Banini a Natu Maderna después del partido contra Suecia.
Banini no es la única en despedirse que les dio a las pibas argentinas alguien en quien reflejarse. También está Marta. Crack mundial indiscutida, máxima goleadora en la historia de los mundiales (no, no es Klose) y varias veces ganadora del balón de oro. Le tocó quedarse afuera en primera ronda por primera vez con Brasil, pero antes dijo: “¿Saben que está bueno? Cuando empecé a jugar yo no tenía una ídola femenina. ¿Cómo voy a entender que yo podría jugar en la selección y convertirme en una referencia? Hoy las personas en la calle me paran para decirme: ‘mi hija te adora, quiere ser como vos’. Hoy tenemos nuestras propias referencias y eso no hubiera pasado si hubiera frenado ante los primeros obstáculos”.
Marta y Banini entienden, pero sobre todo expresan, algo simple que se nos suele escapar: nadie se salva solo o sola. Todos los caminos son colectivos o no son. El don solo es bien utilizado si funciona para inspirar a otros y a otras y acompañarlos. “Somos conscientes que estamos creando una identidad en la selección argentina –le dijo Estefanía Banini a la periodista Agustina Vidal-, que permanecer en este tipo de competencias hace que crezca la liga local, que crezca el torneo. Que crezcan los sueños de cada niña que se atreva a seguir por este camino”.