Por Norberto Benítez. Segunda parte de la entrevista a Jorge Gómez, vecino y militante de la asamblea barrial de Lomas de Zamora. A 27 años de la Masacre qué sigue vigente en las redes de corrupción e impunidad.
Continuamos aquí con la entrevista a Jorge Benítez, militante de la asamblea barrial de Lomas de Zamora, sobre la denominada Masacre de Budge de 1987 en la que tres jóvenes -Willy, el Negro y Oscar- fueron asesinados por fuerzas represivas locales.
¿Cómo se organizaron y sostuvieron el reclamo?
Hicimos una movilización al juzgado cuando los largaron, los dejaron sin custodia, los tipos se fugaron -los responsables materiales- y ahí obviamente denunciamos la complicidad de la policía que los dejó irse. En muchos de los casos las movilizaciones salían de un día para otro o el mismo día, había una capacidad de reacción, de movilización, muy fuerte, y en todo este trayecto vimos que los familiares, padres, hermanos terminaban siendo militantes de esta causa. De ser personas que iban al laburo y volvían a su casa terminaron yendo a facultades, a diarios, canales. Los familiares terminaron militando la causa.
Al poco tiempo asesinaron a dos pibes en Dock Sud, los familiares fuimos en solidaridad. En muchos otros casos logramos que acompañen los familiares sobre todo en casos de gatillo fácil. Cuánto tiempo duró la organización es impresionante. Después se da el asesinato de Bulacio en obras, ahí también hubo participación de la asamblea, se logró que se haga popular la resistencia y lucha por La Masacre, los mismos medios cuando aparece cada asesinato de la policía de estas características lo llaman, a partir de ahí, “gatillo fácil”. Ahí empezamos a tener contacto con Madres de Plaza de Mayo, que entendían que en democracia se seguían utilizando los mismos métodos que en la dictadura.
Uno de los responsables se entregó. ¿Qué sucedió con la causa que hizo que demore tanto la condena?
Sí, uno sí, los otros dos quedan prófugos. Después con el tiempo y debido a las tareas de inteligencia que hacíamos, los abogados accionaron para que lo detengan. Pero la policía avisó, porque media hora antes de que llegue el allanamiento en lo de Balmaceda, el tipo cargó un montón de cosas y se fue del lugar. Claramente se filtró a través del juzgado, los mismos vecinos comentaron que cargó todo arriba de la camioneta y se fue. A otro de los policías lo detienen y el jefe, que era Balmaceda seguía prófugo. En el 2000 nos enteramos que Balmaceda vive en la casa de un familiar en Claypole, pero después nos dicen que vivía entre Formosa, Mendoza. Ahí decidimos hacer contrainteligencia: un compañero vendía pan casero, otro rosquitas, compañeros casa por casa en Claypole vendiendo y hablando con los vecinos. Nos terminaron diciendo que se fue a Paraguay o a Formosa.
Finalmente, pasando el año 2000 lo detuvieron a Balmaceda a una cuadra de la comisaría de la zona de Mármol. Llega la información pero queda claro que una figura tan conocida como Balmaceda, que era un tipo público, había fotos de él con cifras de recompensa pública por todos lados, y no se encontraba, era muy evidente que tenían la misión política de mantenerlo libre. A los otros policías que les habían dado doce once años prácticamente estaban saliendo cuando lo detienen a Balmaceda. No llega a cumplir toda la condena porque le cortan una pierna por una enfermedad y sale con prisión domiciliaria. De todas maneras, la ambición de los familiares era que el tipo quede en cadena perpetua. El caso Budge demostró la complicidad de médicos forenses, fiscales y jueces y su complicidad con la maldita policía, fue una experiencia importante para el campo popular.
¿Cómo jugaron los medios de comunicación?
En un primer momento los grandes medios de comunicación salen a dar la voz policial, que había sido un tiroteo. Pero la organización y la persistencia logró que esto saliera a la luz. Hizo que los medios inviten a los familiares, era la primera vez que se daba vuelta esta complicidad. Los abogados sin la movilización de la organización vecinal no hubieran hecho mucho contra este poder. El aparato represivo le puso a Balmaceda los mejores abogados. Tengamos en cuenta que Balmaceda y su patota jugaron un papel importante en Lomas: secuestros y asesinatos de los militantes populares. El accionar de la patota era impune porque la gente no denunciaba, no podías denunciar a la patota de Balmaceda.
Eso fue en mayo, a las siete de la tarde, recién estaba atardeciendo, los vecinos venían por esa calle, mucha gente venía de laburar, había mucha gente y los tipos ametrallaron igual y le tiraron los fierros delante de la gente, para ellos era común. Ese día la gente tuvo mucha bronca, pero si no hubiera estado este conjunto de vecinos, porque, ¿qué importancia tuvo ese conjunto de compañeros organizados? Sin eso, el caso Budge hubiera pasado como que fueron tres chorros que mataron en una esquina y nada más.
La nuestra era una asamblea de vecinos, docentes, no eran todos militantes. Quedó como una experiencia que debe quedar. Lo importante que es enredarse con los vecinos comunes en los diferentes encuentros de participación popular. Cuando matan a los pibes nosotros teníamos dos años de asamblea de vecinos que nos habíamos autoconvocado después de la gran inundación.
¿Cuáles te parece que son las continuidades respecto del aparato represivo en la actualidad?
Los métodos para acatar y mañatar a los pibes y los humildes siguen siendo los mismos. Las fuerzas que más ha crecido en la Argentina son las de seguridad. Quieren garantizar que nos les pase lo mismo que el 19 y 20, ahora son más que fuerzas, son ejércitos policiales. Hay que ver que la generación de venta y puestos de droga apuntan a lo mismo, matarles la cabeza a los pibes, la droga en los barrios populares es funcional a sus intereses.
Nuestra experiencia se va hilvanando, empieza por un lugar y termina por otro. Por alguna razón miran el ejemplo de Lomas de Zamora. La experiencia de la asamblea, del foro, se fue gestando, se fue alimentando, la experiencia parte de una asamblea vecinal por una cosa pero hubo capacidad de los compañeros de articular y no pensar en esa única cosa.