Diputado de izquierda (PSOL) y Pastor evangélico. Aunque dice que no formará parte de la bancada religiosa, defiende la espiritualidad y la diversidad como parte de la construcción de un proyecto político popular ¿estrategia o convicción política?
Por Melisa Yaleva
A solo una semana de las elecciones que lo consagraron como diputado por el Partido Socialismo y Libertad (PSOL)-formación de izquierda del PT- por el estado de Río de Janeiro a Henrique Vieira llega al segundo culto presencial que se realiza en la Iglesia Bautista del Camino en el centro de Río de Janeiro. Pastor y de izquierda, a siempre vista parece una contradicción.
Son las 9.30 de la mañana en un edificio antiguo, con las paredes desgastadas. No hay cartelería que indique el nombre de la iglesia pero es único lugar donde entra y sale gente, por las ventanas abiertas se escucha un sonido típico de esa región de Brasil, la música tranquila, alegre, se confunde con los ritmos que asoman desde las otras casas y con los pocos autos que pasan a esa hora de la mañana.
El diputado electo llega caminando, tranquilo. Imposible no reconocerlo con la camisa colorida que también usa en los videos de instagram, la red social donde tiene más de seiscientos mil seguidores. Saluda sin apuro a todas las personas que comparten un desayuno minutos antes de comenzar el culto, algunos le felicitan y le piden fotos. Son “crianzas” (niñes), parejas, familias y otras personas que son recibidas con una sonrisa, como nosotras que vamos a hacer la nota pero igualmente nos invitan amablemente a quedarnos. Lo hacemos.
Durante la entrevista, Vieira analiza el nuevo congreso que se conformará a partir de febrero 2023 y señala que ese avance de la derecha refleja un fenómeno global que también tiene “resistencias”, y apunta la importancia de reconocer que los sectores evangélicos son “plurales” y que es necesario tener en cuenta la fe y espiritualidad de los pueblos para pensar programas políticos populares, si es con ellos y ellas, que se quiere “construir un proyecto político”.
Henrique dos Santos Vieira Lima, más conocido como Pastor Henrique Vieira tiene 35 años, es docente, actor -película “Marighella”, y hasta se presentó en festival Lollapalooza 2021 junto a un referente de la música contemporánea brasileña, el rapero Emicida.
Henrique nació y se crió en una familia de bautistas evangélicos lo que marcó su interés por el evangelio desde niño, por lo que, durante su adolescencia, comenzó a asistir a la Iglesia Bautista. Luego se graduó en Historia , Sociología y Teología, para desarrollarse como docente de historia en distintas escuelas.
Fue a partir del contacto con el exdiputado federal Marcelo Freixo, quien fue profesor de Henrique, que comenzó a combinar el cristianismo con la idea de justicia social. En 2012 , se postuló para concejal en Niterói y desde ese lugar profundizó temas de la agenda pública como personas sin hogar, transporte, racismo.
En 2009 se convirtió en seminarista de una congregación de la misma iglesia. Tres años después, junto con un grupo de jóvenes, fundó la Igreja Batista do Caminho, que es una iglesia itinerante entre la ciudad de Río de Janeiro y Niterói, justo el lugar donde estamos.
Allí, Henrique es parte de proyectos de impacto social como la preparación comunitaria “Marielle Franco” que tiene como objetivo ampliar el acceso a la educación superior para estudiantes de bajos recursos, a través de clases gratuitas en el Centro de Río de Janeiro.
Durante la pandemia la iglesia realizaba sus cultos de manera on line y se caracteriza por tener una una agenda centrada en “el diálogo interreligioso, el respeto a la diversidad, la defensa del Estado laico, la defensa ética y bíblica de los más pobres y oprimidos; es una iglesia que debate sobre raza, género y diversidad sexual a la luz de la Biblia” afirma la descripción de su página web y lo confirman las personas que llegan al culto, las letras de canciones y las experiencias que cuentan como parte central de esa celebración dominical.
El Congreso Brasil “reflejo de una disputa global”
Henrique ha hecho una carrera y una campaña claramente progresista, coherente con el con su experiencia militante y con el espacio político del que forma parte -PSOL- y , donde se pronuncia a favor de políticas públicas de educación antirracista; contra la persecución policial a personas negras; estado laico, derecho a la vivienda, al transporte; promoción de derechos del colectivo LGBTIQ+; defensa de programas de transferencia de ingresos para las poblaciones más pobres, promueve el acceso a alimentos saludables y orgánicos para toda la población, apoyos programas políticos feministas. Todos puntos que se alejan de una agenda estrictamente evangélica tradicional que muestran los medios de comunicación y que -en su mayoría- apoyan al presidente de Brasil Jair Bolsonaro.
Y es justamente este apoyo público del electorado evangélico – y la bancada en el congreso- junto con las expresiones y prácticas antiderechos lo que a simple vista parece incompatible con una propuesta política de izquierda. “De hecho, más que un conservadurismo, se trata de un fundamentalismo como proyecto de poder dentro del campo evangelico que es muy peligroso, porque es anti- laico, antidemocrático, racista, misógino e intolerante, produce violencia” señala, al tiempo que reconoce “la comunidad evangélica es plural, diversa y mayoritariamente popular, es una fracción de la clase trabajadora que es explotada y pobre”.
Es que si bien son expresiones con mas fuerza en medios de comunicación, hay que que decir que dentro de la comunidad evangélica existen sectores progresistas organizados como Frente de Evangélicos Pelo Estado de Direito y la ONG Rio de Paz, “por lo que no estoy solo, formo parte de un campo evangelico progresista, que está conformado por la teología negra, teología feminista, que hace una lectura popular de la biblia y alimenta la fe desde una perspectiva de amor al prójimo, desde la celebración de la diversidad, la promoción de la paz y el compromiso con la justicia socioambiental” apunta el diputado.
Incluso, esta semana el ex- presidente Luiz Inácio Lula da Silva, católico y favorito para las elecciones del 30 de octubre, lanzó la “carta a los evangélicos” en la que se comprometió a mantener la libertad de culto y religión, a reforzar el papel de la familia y a no interferir políticamente en el uso de la fe. Es notable la estrategia de acercamiento a estos millones de electores. Las redes, el discurso y las fotos refuerzan la importancia de considerar el peso de este segmento de la población brasileña para analizar la campaña y los resultados-
El día siguiente a la primera vuelta electoral, el presidente de la bancada evangelista -en su mayoría parlamentarios simpatizantes de Jair Bolsonaro- , el diputado Sóstenes Cavalcante, del Partido Liberal de Río de Janeiro, dijo que buscará a Vieira después de su toma de posesión, sin embargo el Pastor adelantó públicamente que no formará parte de ese espacio “es mi fe la que inspira mi vida y mis acciones, pero el enfoque de nuestro mandato es un enfoque de clase, al lado de los oprimidos y las oprimidas, para luchar por los derechos, la justicia social y el bien común” explicó. Y agregó que “para celebrar la diversidad, defender la enseñanza pública, la reforma agraria y el desarmamiento no veo la necesidad de participar de una bancada evangélica. Porque mi fe inspira la acción por el bien común, no quiero hacer del parlamento un espacio de defensa corporativista de una institución religiosa”.
En la Cámara de Diputados federal, en Brasilia, Henrique se enfrentará a un espacio dominado por la derecha que se consolidó fuertemente en las últimas elecciones donde el partido liberal es mayoría con 96 escaños. Vieira reconoce que el Congreso brasilero “muestra que la sociedad brasileña está en disputa. Por un lado, hay una extrema derecha como una fuerza social lo que refleja incluso un fenómeno global, consolidada y hay que tenerlo en cuenta porque es algo muy peligroso para la democracia, pero también hay una avance de la izquierda, un avance de la representatividad negra, feminista, representatividad de los sin tierra”.
En sus palabras la insistencia sobre los temas que marcarán la agenda y los sujetos con los desea construir el rumbo político y legislativo de los próximos años. “Dios no está encima de nosotros, él está en medio de nosotros” reza uno de sus posteos en instagram y es inevitable no pensar en el contrapunto de uno de los slogans más conocidos del actual jefe de estado «Brasil por encima de todo y Dios por encima de todos».
Mientras la segunda vuelta presidencial marca las agendas de dos proyectos políticos opuestos y los votos se disputan en cada debate, el evangelismo de izquierda como de derecha se también se disputa el sentido de la práctica cristiana y Vieira expresa que no existe proyecto popular en brasil sem diálogo com la fé del pueblo trabajador “no hay cómo pensar un proyecto popular para Brasil, es decir, no solo para el pueblo, sino con el pueblo, excluyendo el elemento de la religión, la espiritualidad, la mística y la fé” . Este es un dato de la realidad muy presente, puesto que -según una encuesta de publicada en junio de 2022 por Datafolha- en el país más grande de América Latina, el 26% de la población se declara evangélica y el 51 % católica, por lo que “en lugar de combatir la experiencia religiosa, creo que lo mejor es combatir el fundamentalismo, porque es lo que promueve el odio y la violencia” señala Henrique.
Su discurso insiste en el diálogo, en la potencia de que tiene lo interseccional de raza, clase y género para construir proyectos políticos populares y para ello remarca la importancia “hablar desde la fe que habita el corazón de las personas, del pueblo trabajador, explotado, precarizado, pobre, que le pide a dios la fuerza para luchar por el pan de cada día. porque desde esa fe es que se puede construir la justicia social, la democracia participativa, la reforma agraria, hablar de los privilegios de las élites brasileñas. No puedo ni imaginar cómo se construye un proyecto popular que tiene a la experiencia religiosa como enemiga”.