Reseña del documental “Moonage Daydream”, de Brett Morgen, sobre la vida del cantante británico David Bowie.
Por Juan Stanisci
Leer es un engaño.
Alguien habla en otra habitación. Suena el teléfono. Un pájaro pasa volando por la ventana. El viento mueve las ramas de un árbol. Un auto transita la calle tocando bocina. La escritura tiene la incapacidad de lograr que estos eventos sucedan a la vez. Todo siempre se vuelve lineal, cronológico. William Burroughs intentó destruir la linealidad en la literatura a través del cut-up –luego de escribir cortaba cada oración en un papel, las mezclaba y volvía a juntarlas-. “Así, cuando se mira la ventana alrededor del cuarto, cuando se anda por la calle, la conciencia es entrecortada por hechos aleatorios. La vida es un Cut up. Cut ups están más cerca de los hechos de la percepción humana de lo que, digamos, la narrativa. La narrativa directa, algo lineal”, creía Burroughs. David Bowie llevó esa técnica a la música, varios de sus discos están hechos a través del cut-up. Concebía la realidad como una serie de eventos aleatorios y desordenados.
Eso refleja el documental de Brett Morgen Moonage Daydream. La película no busca hacer una biografía de Bowie. No tiene fechas, tapas de discos, opiniones, anécdotas ni referencias claras a cuando sucede cada cosa. Es una concatenación de imágenes del cantante inglés, entrevistas, fragmentos de recitales, mezclada con pedazos de películas, que pueden haber influenciado al músico, escenas que representan el universo o caras de personas que aparecen en mayor o menor medida en su discografía. Sucede todo junto y al mismo tiempo. Son dos horas y veinte de frenesí. Ciento cuarenta minutos al palo, cabalgando sobre las múltiples personalidades de David Bowie.
¿Te gustan los chicos o las chicas? Es confuso en estos días.
- Esta fue una de las mejores giras de nuestra vida. Quiero agradecer a la banda. Quiero agradecer a nuestro equipo de gira. De todos los recitales en esta gira, este en particular lo recordaremos por mucho tiempo. Porque no es solo el último recital de la gira. Es el último recital que vamos a hacer.
El tres de julio de 1973 David Bowie llevó al engaño en la música a uno de sus puntos más altos. Sobre el final del último recital de la gira anunció que no tocarían más. Los gritos del público después del anuncio se parecieron más a una súplica que a una ovación. Al día siguiente los diarios hablaron del retiro de Bowie. Tenía 26 años.Lo que no sabían el público ni la prensa, es que Bowie no se refería a su retiro. Estaba matando, frente a miles, a su personaje más celebre: Ziggy Stardust.
Un año y un día antes, Bowie había golpeado las estructuras de la cultura inglesa. Su presentación en el programa Top of the pops fue vista por un cuarto de la población de Inglaterra. El pelo naranja como una señora de cincuenta años, una guitarra azul y vestido con un mono, verde naranja y azul y unas botas rojas hasta la mitad de la pierna. En el coro abrazaba sensualmente a Mick Ronson, el guitarrista de la banda. Fue la presentación en público de ese tal Ziggy Stardust. “Las preguntas aparecen ¿Qué es él? ¿De dónde vino? ¿Es una criatura de un poder externo? ¿Es un raro? ¿Es peligroso? ¿Es inteligente? ¿Tonto? ¿Bueno con sus padres? ¿Es real? ¿Está loco? ¿Hombre? ¿Mujer? ¿Robot? ¿Qué es esto?”, se pregunta un periodista de la época en el comienzo de Moonage Daydream.
Bowie se declaraba abiertamente bisexual en una época que no estaba preparada para eso. Eran los años que forjaron el ascenso de Margaret Thatcher. Cuando hablaba de sus relaciones personales, nunca hacía referencia al género de la otra persona. Incluso antes de la explosión popular de Ziggy, Bowie aparecía en sus videos o en las tapas de sus discos vestido de mujer. No vestido como una mujer. Vestido de mujer. Sus rasgos le permitían jugar con la androginia. Y así romper con la heteronorma de su época. No solo mostró que los hombres podían usar plataformas o maquillarse. Le hablaba a un sector de la juventud que no era escuchado. Los raros. Cincuenta años después se puede caer en el error de creer que su música está destinada a un público culto e intelectual. Pero a principios de los setenta era profundamente popular. Sus discos eran comprados por los hijos e hijas de la clase trabajadora. “Millones de mini-Hamlets retraídos que vivían su propio infierno sin amor en todo tipo de aldeas, pueblos y ciudades oyeron esas palabras y quedaron atónitos”, escribió el filósofo Simon Critchley en su libro Bowie. Critchley fue uno de esos adolescentes descontentos con el mundo que los rodeaba, que sintió como Bowie le hablaba a él.
“Bowie/Ziggy recalibró la sexualidad de un modo disoluto pero destilado, decididamente atrevido, pero lleno de refinamiento”, describe Critchley. No solo acompañaba a quienes sentían que nadie los miraba, sino también mostraba un mundo no binario. Una forma de ser por fuera de las etiquetas y los rótulos que la sociedad inglesa tenía listo para pegar en la frente de las personas. La mayoría de las entrevistas de la época tocaban el tema de su bisexualidad. Lo acusaban incluso de pedante por declarar que le gustaban hombres y mujeres. Hay una de ellas donde el entrevistador intentó llevarlo hacia ese lugar durante todo el reportaje. “Those are men shoes or women shoes? (¿Esos son zapatos de hombre o zapatos de mujer?)”, pregunta el periodista en un momento. Bowie le sonríe y mira hacia abajo. “They are shoe shoes, silly (son zapatos de pies, bobo)”, responde con una sonrisa juguetona.
Bienvenido a la realidad
Brett Morgan plasmó en Moonage Daydream el pensamiento de David Bowie. A través de las entrevistas logró captar las mutaciones que fue a experimentando con el correr del tiempo -normalmente de manera frenética, año tras año-, en sus ideas sobre el arte, la espiritualidad, el rock, la música o la relación con su público. Su percepción del mundo varía, incluso hasta la contradicción, a medida que el documental transcurre. Pero Morgan no buscó la linealidad, ya que esto iría contra la propia concepción de Bowie del arte. O de la realidad. O de las dos cosas. Morgan rompe canciones, fragmenta entrevistas, juega con la idea alienígena que orbita alrededor de Bowie.
Durante el éxito de Ziggy Stardust en 1972, Bowie pensó en llevar la historia al teatro. La realización tenía ciertos problemas, como el hecho de tener que representar “agujeros negros” o “infinitos”. Pero además, la búsqueda narrativa de Bowie complejizaba más su realización. “Estaría bien que los personajes y los actores aprendieran todas las escenas y las barajáramos en un sombrero en el momento de la actuación y las interpretáramos como el azar decidiera ese día”, comentó en una entrevista junto a William Burroughs en esos años.
Después del asesinato público de Ziggy Stardust, Bowie siguió creando personajes. Algunos trascendieron las canciones y se apoderaron del escenario, como Aladdin Sane o el Duque blanco. Otros habitaban algunos temas para no volver a aparecer. Quizás el personaje más extraño creado por Bowie fue uno que no tenía nombre. Incluso fue el que más se confundió con el propio músico: el Bowie modelo ochentas. Rubio, impecable y con ganas de simplificar sus canciones. Optimista y simpático en las entrevistas. Cansado seguramente de tanta búsqueda. Tratando de buscar un lugar donde acomodarse, hacer recitales para cientos de miles de personas y giras mundiales. El Bowie más antibowie de todos. Al que, años más tarde, también se encargaría de asesinar.
Cinco años tardó Morgen en realizar el documental. Con un infarto en el medio. Su objetivo, creo que cumplido, no fue abarcar la vida entera de Bowie, sino realizar su propio recorte. Fragmentar y destruir la realidad mundana a través del músico. Intentar meter, aun con las limitaciones que el cine tiene en este sentido, todo junto y al mismo tiempo. Y que eso tenga una idea narrativa detrás. Agarrarse a trompadas con Cronos. Mostrar al ser de las mil caras de la forma más directa posible.
¿Dónde ver?
El documental puede ser visto en CineMark Palermo, y de forma rotativa puede aparecer en otros cines. Todavía no hay fecha para su estreno en plataformas streamings. Recomendación: Este finde largo, incluilo en los planes