Por Mario Hernández. La economía nacional, los enlaces con los mercados internacionales y sus consecuencias sobre la clase trabajadora. El futuro del kirchnerismo y los límites del capitalismo en un país que no hizo cambios estructurales.
La economía nacional y el regreso a los mercados financieros internacionales viene siendo tema de discusión desde hace tiempo, así como el impacto que vienen sufriendo los bolsillos de las familias de los sectores más bajos. Desde que las recetas para contener la inflación resultaron insuficientes, las amenazas de suspensiones y despidos afectaron a los trabajadores y el mercado de consumo local no se pudo inyectar -así como tampoco contener la escalada de precios- muchos se preguntan cuál será la salida de un capitalismo que el kirchnerismo no ha sabido superar más allá de sus límites estructurales.
De esto dialogamos con Eduardo Lucita, de Economistas de Izquierda (EDI), quien el pasado 19 de abril publicó un artículo titulado “La ebullición política y el rumbo del Gobierno nacional”, donde esboza algunas líneas que pueden conducirnos a posibles respuestas para este escenario.
Me gustaría que comentaras dos noticias recientes, una sobre el aumento de combustibles -la nafta Premium promediará los 15 pesos por litro en Capital y un aumento regirá para la Súper en localidades del interior-; y la otra, la denuncia que Volkswagen despidió a unos 100 operarios en el marco de un plan donde el sindicato SMATA está negociando con la empresa jubilaciones anticipadas y el retiro de unos 700 empleados.
El aumento de la nafta ya estaba previsto en 3,8% para esta fecha y viene acumulando una serie de incrementos en el último año. Es consecuencia de que se ha reconocido el precio internacional y se ha ido aumentando periódicamente el valor del barril en boca de pozo, apuntando a precios internacionales competitivos. Esta es la condición para que haya inversiones en el sector petrolero. Mantener el subsidio que tenían las naftas en el marco de la crisis no es posible. Si quieren conseguir inversiones internacionales, también los precios deberán ser internacionales y eso es lo que está pasando. El valor de nuestra nafta medido en dólares, se está adecuando a lo que es el precio internacional. Esto se venía planteando desde que asumió Galuccio en YPF. A diferencia de otras veces, que los aumentos de los combustibles eran encabezados por las empresas privadas, ahora es YPF la que está avanzando, lo cual es casi inevitable en el marco de los acuerdos que se han hecho.
Lo de Volkswagen, por su parte, es producto de la crisis de la industria automotriz a nivel latinoamericano. También está cayendo mucho la actividad en Brasil, caen las exportaciones de autos terminados argentinos a ese país y las fábricas ajustan. No estuve al tanto de los despidos.
Fueron declaraciones hechas por el legislador provincial del FIT Christian Castillo…
Lo que sabía es que se hablaba de suspensiones y de una negociación que iba a incluir jubilaciones anticipadas, pero esto es algo que se veía venir. Además, la industria automotriz tiene períodos cíclicos, actualmente agudizados por la situación internacional. Nuestra industria automotriz y la brasilera no son competitivas internacionalmente, sino que están protegidas por el Mercosur. Si levantan los acuerdos, la industria automotriz desaparece en los dos países.
En el caso de la Argentina, es una bomba de tiempo. Importando autos ahorramos dólares porque la balanza del comercio internacional automotriz es absolutamente desfavorable para nosotros. Por cada auto que armamos entre el 60 % y el 80 %, según los modelos, el componente es importado. Por lo tanto, cuando exportamos un auto ese porcentaje es importado.
Una cifra que se menciona poco, se habla más del déficit energético.
Pero el que genera la industria automotriz es mayor. Acá hay dos zonas industriales fuertemente deficitarias, una es la industria automotriz y la otra la de armado de componentes electrónicos en Tierra del Fuego. Ambas generan un déficit similar, con la diferencia que la industria automotriz da empleo a 100 mil trabajadores y en Tierra del Fuego, en cambio tienen de 11 mil a 12 mil trabajadores.
De todos modos, desde que el Gobierno, hace algunos años, levantó los aranceles a los productos electrónicos, los trabajadores en Tierra del Fuego pasaron de 3 mil a 11 mil. Cuando asumió Pignanelli como secretario general del SMATA, dijo que pasaron de 25 mil a 100 mil trabajadores. Desarmar esto es un problema social. Fijate que importamos y ahorramos dólares, pero el costo se cuenta en hombres trabajando, en pérdida de puestos de trabajo. El capitalismo argentino en estos rubros no tiene salida, por eso cada seis meses hay un conflicto con Brasil y tienen que reunirse para ver cómo arreglan el problema automotriz que arrastramos desde hace 30 años, porque los únicos que obtuvieron beneficios reales del Mercosur, son las automotrices.
Los límites estructurales del capitalismo argentino
Al comienzo de la entrevista hacía referencia a un artículo tuyo donde analizás tres posibles variantes respecto del futuro político del kirchnerismo…
El análisis parte de la idea que los ciclos económico-políticos tienen un principio y un final. Acá el ciclo económico expansivo se inició a mediados del 2002 y se potenció a partir del 2003, y llegó hasta ahora o un poquito antes con un solo año de fuerte caída que fue el 2009, al comienzo de la crisis mundial. Después la economía ha crecido, el sector industrial más que el promedio, y además se generaron puestos de trabajo. Pero llega un momento que empiezan a pesar los límites estructurales del capitalismo argentino y, como hubo mucho crecimiento pero no cambios estructurales en la economía, esos límites reaparecen.
La situación económica que hay hoy, producto de la restricción externa, es la misma que se ha producido varias veces sobre la segunda mitad del siglo pasado. Siempre explota por el sector externo, rebrota la inflación, el déficit primario, etc.
Sobre esa base hay un ciclo político que ya lleva 12 años, inédito en Argentina. No hay ningún régimen de gobierno que haya durado tanto tiempo en nuestro país, ni siquiera el primer peronismo. El fin de este ciclo ha generado un debate político muy fuerte en todos lados y especialmente en el kirchnerismo. ¿Qué va a pasar a partir del 2015? Todavía falta un año y medio y recién entonces tendremos elecciones.
A grandes trazos hay un sector al que le llaman kirchnerismo puro y duro, que dice que hay que morir con las botas puestas, presentando candidaturas propias aunque pierdan, pero manteniendo una identidad. Hay otro sector que dice: “tengamos candidatos propios pero al interior del Frente para la Victoria (FPV)”, y ahí aparecen una multiplicidad de candidatos: Randazzo, Urtubey, Aníbal Fernández, Uribarri y 4 o 5 más dando vueltas. Un tercer sector dice, esta estrategia está bien pero las primarias (PASO) no las ganamos, por lo tanto, hay que tener la decisión de participar y ganar identidad propia pero finalmente apoyar a Scioli.
Esas son las cuestiones que me parece que están en debate en el oficialismo, posiblemente haya otras, pero lo que está ordenando esta situación es que la presidenta declaró hace varios meses atrás, y lo volvió a repetir ahora, que le faltan dos años para irse y quiere llegar tranquila al 2015.
En la política nacional ha aparecido una especie de “niña bonita” que todos la quieren: el macrismo. Al respecto, se ha abierto un debate importante en el Unen. ¿Cuál es tu análisis?
En todo lo que fue este período histórico, el capital concentró, centralizó y homogenizó para arriba, y fragmentó y dividió para abajo. Por arriba, ha logrado un corrimiento hacia la centro-derecha de todos los partidos políticos del sistema. El sciolismo, el masismo, el kirchnerismo, el FAP-Unen, todos van hacia el centro-derecha. En ese marco, tenés una derecha mucho más clara y explícita como es el macrismo y podés llegar a tener una centro-izquierda que podría llegar a ser el núcleo duro del kirchnerismo.
Dentro de este panorama se ve que las elecciones van a un ballotage y que lo va a definir el macrismo, que aunque coquetea con Scioli y Massa, parece que con este último hay una ruptura.
Por otro lado, el FAP-Unen se da cuenta que para llegar al ballotage necesita más fuerza e intenta incorporar al macrismo, con lo cual garantizará llegar a la segunda vuelta contra alguna fracción del peronismo que será Scioli o Massa. Eso es lo que está en discusión. Hay sectores del FAP-Unen que para llegar a esa instancia no le hacen asco a la cuestión de aliarse con Macri.
En este contexto, ¿cuál es la perspectiva para la izquierda?
El corrimiento al centro-derecha y el abandono de una posición más discursiva, izquierdista, transformadora, del vamos por todo el kirchnerismo, deja una franja que la izquierda puede ganar.
Lo que ha emergido con fuerza es el Frente de Izquierda y los Trabajadores (FIT), que ha hecho una elección extraordinaria en muchos lugares, más importante en el interior que en Capital y Gran Buenos Aires. Por primera vez tiene una identidad nacional, un bloque de tres diputados nacionales, varios provinciales, ha revalidado en un provincia conservadora como Mendoza en las recientes elecciones municipales, esto es un crecimiento indudable. Pero, en mi opinión, el frente trotskista tiene sus limitaciones y una política más amplia, incorporando a todos los movimientos sociales y otros dirigentes, podría ser una alternativa importante por primera vez en la historia.
De todos modos, hay que tener en cuenta que son elecciones presidenciales, mucho más difíciles que las de medio término, pero no deja de ser una oportunidad histórica. No hubo muchas en los últimos 30 o 40 años.