Por Emiliano Azubel. Independiente no solo vive un momento crítico en lo futbolístico, luego de tres derrotas consecutivas y con insultos en la práctica. La nueva gestión de Javier Cantero empezó con una claro objetivo: desactivar el poder de la barrabrava en el club. Sin embargo, comenzaron las contradicciones y el desafío es mayor.
El flamante presidente del Rojo asumió a fines de diciembre del año pasado e hizo un crudo análisis de la situación del club al afirmar que no hay plata para nadie. Con la mira fija en la barra, Cantero aseguró que no se iba a dejar extorsionar y que no “le daremos un peso”. Por esto, debió soportar una bandera en contra de la nueva comisión directiva en el verano, lo que generó el apoyo de gran parte de los dirigentes del fútbol argentino. Todo en la previa del comienzo del torneo Clausura.
Ya con la pelota oficialmente rodando por las canchas del fútbol argentino, la situación se tornó, por lo menos, difusa. En medio de rumores sobre entrega de entradas a la barra (entre 300 y 450) por parte de algunos dirigentes salió a la luz una “donación” polémica. Con el aval de Cantero, el Club Atlético Independiente le puso la firma a una factura por valor de casi 10 mil pesos, según consignó el diario Olé la semana pasada, para comprar telas que fueron a parar a las banderas que mostró la popular del Libertadores de América en el primer partido de local en el torneo, ante Lanús. “Es cierto: les compramos las banderas, creo que se llaman tirantes. Pero tampoco exageremos, yo sigo firme en no darles plata, en no mantenerlos, pero el folclore del fútbol me gusta, esto es como una donación”, reconoció el presidente.
Esto podría verse como un hecho aislado, incomparable seguramente con el poder de la barra en tiempos de Julio Comparada (presidente durante ocho años), si no fuera porque Cantero había asegurado romper los lazos con los mercenarios del aguante. Unos días después del episodio, el presidente dijo que se equivocó y que aprendió de sus “errores” leyendo el foro del sitio Infiernorojo.com.ar. “Yo dí la autorización para adquirir las banderas y me hago responsable. Comprendo muy bien lo que siente esta persona a la que no le gustó y para mi su texto fue una buena corrección que me sirve para el resto del mandato. No somos de los que defendemos algo que hicimos a rajatabla. Quise hacer lo que prometí en campaña y allí nadie me dijo nada. Pero si nos equivocamos, nos arrepentimos. También sabemos que nos van a comenzar a hacer varias trastadas y operaciones de prensa en las próximas semanas. Pero eso no tiene nada que ver con esta queja legítima y comprensible”, escribió Cantero en el foro en respuesta a varios hinchas.
A esto se le suma que la barra, con la complacencia de la Policía bonaerense y de los inspectores, ingresó a la popular norte del Libertadores de América gracias a que el molinete se liberó. Algo que sucede a menudo en los estadios del fútbol argentino pero que pocas veces se expone.
Mientras tanto, el momento futbolístico del equipo no ayuda. Con tres derrotas seguidas, el disgusto de los hinchas de Independiente crece. Tras la derrota ante Lanús como local, los jugadores fueron despedidos con insultos. Ayer lunes, dos días después de caer en La Plata ante Estudiantes (0-2), el plantel recibió la visita de un grupo chico de simpatizantes que les reciminó el mal momento en el Clausura.
“Dejen de robar”, “devuelvan la plata” y “pongan huevos”, fueron algunas de las frases que se escucharon en Villa Domínico. El defensor Gabriel Milito, uno de los máximos referentes del equipo, junto con alguno de sus compañeros como Hernán Fredes y Facundo Parra, se prestó a dialogar. “La gente ante esta situación se pone nerviosa y expresa su disconformidad, pero creo que no aporta nada. De esto se sale con tranquilidad, pensando muy bien las cosas y sobre todo sin perder la fe y recuperando la confianza, que se da a través de los resultados”, sostuvo Milito.
Con una barra activa y que aún demuestra poder, lo que se suma a los problemas futbolísticos del equipo, Cantero y la nueva dirigencia del Rojo deberán jugar en una cancha embarrada para intentar superar la crisis.