Por Jesica Farías. Desde 2011, la Mesa del Oeste brinda a esa porción del Conurbano datos sobre el derecho de las mujeres a decidir sobre su cuerpo. También recolecta firmas que apoyan el proyecto de Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo.
Fue un sábado, casi al final de junio. Lo recuerdan como el más frío del año: el cielo gris, la vereda humedecida por el agua nieve y los abrigos que apretaban pero que aun dejaban escapar los verdes pañuelos que cada militante colgaba en su cuello. Pensaron que salir a la calle para hablar del derecho que se les viola a las mujeres no sería tan fácil. Tres años después, no tienen freno. O sí, sólo el Congreso y sus integrantes, que todavía no discuten lo que las calles ya debaten: la interrupción voluntaria de las gestaciones.
Y si los cuerpos y las decisiones son de las mujeres, ¿qué mejor que al abortar estén empoderadas y cuenten con información segura? “Brindamos datos sobre salud sexual y reproductiva que son promovidos por ministerios nacionales y la Organización Mundial de la Salud pero no nos quedamos ahí, también acompañamos para que quienes se acerquen, se apropien de la información”, explicó a Marcha Florencia Maffeo, integrante del Espacio de Géneros de El Transformador de Haedo, una de las organizaciones que, junto a otras y a independientes, le dan vida a las cuatro patas que los segundos sábados de cada mes –y desde 2011- se instalan en las plazas de Morón, San Justo, Hurlingham. Este año se sumaron Merlo, Moreno y La Tablada.
Tres años atrás, explicaban que el objetivo era “multiplicar y difundir la información”. Y así también llegaron a San Miguel, un feudo en donde el Opus Dei lleva ventaja. De la plaza sanmiguelina quisieron correr a la Mesa y la respuesta fue inmediata: acción contra la censura. Sandra Hoyos, de la Escuela de Psicología Social de San Miguel –otra de las organizaciones que agitó el espacio- contó sobre la situación: “Mientras colocamos una bandera blanca con la leyenda ‘Educación sexual para decidir, anticonceptivos para no abortar, aborto legal para no morir’ –el lema de la Campaña Nacional- se acercaron inspectores diciendo que era un pasacalle y que la ley municipal lo impedía”. Una semana después, eran 40 militantes por el derecho negado que dispusieron de trapos, material y pañuelos verdes. Todo fue seguido por funcionarios del municipio que lidera Joaquín de la Torre, desde autos y detrás de filmadoras.
No fue la cigüeña
El trabajo territorial empezó con apenas dos reuniones previas. “Nos agrupamos bajo el paraguas de la Mesa por el Aborto Legal, Seguro y Gratuito del Oeste y con esa identidad nos organizamos y trabajamos de manera colectiva, participando de la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto”, señalaron desde la Mesa Oeste. Allí, las organizadoras evidenciaron que la calle era el espacio para lograr la conquista. Lo pensaron tres organizaciones: Mujeres Conurbanas, Las Juanas (hoy sin continuidad) y 13 Ranchos. El segundo encuentro se abrió a otras y también a independientes. Este año son una veintena, tantas que hasta llegaron hasta Merlo, otro municipio anti derecho. Y no cualquier día: la plaza, ahí, a metros de la estación de trenes, al lado sur, las y los reunió un 8 de marzo.
“Como cada año nos encontraba un Día de la Mujer en Merlo sin actividad, sin hacer, sin siquiera pestañar; una localidad dormida donde nacimos, crecimos y hasta -algunas- nos reproducimos. Entonces pensamos en varias formas de expresarnos ante una necesidad urgente, la de saldar la deuda que la democracia tiene en relación al aborto legal. Así fue que nos acercamos a las compañeras de la Mesa y abrimos la convocatoria a todas las organizaciones que desearan despertar a una localidad donde el silencio prima”, evocó Mariana Pérez Britos, la merlense que le puso el cuerpo junto a otras dos. El primer sábado de marzo, el espacio público no tuvo flores: la información y los preservativos, junto con la voz y el debate tomaron escena.
Desde la primera mesa, en 2011, pasaron numerosas actividades que dejaron huella. Por ejemplo, las militantes, junto a un médico amigable, repartieron información e intervinieron los vagones y las estaciones del tren Sarmiento. Meses después, frente a la negación de un Aborto No Punible (ANP) a una niña entrerriana se derritieron bajo los 45 grados de un febrero acalorado y exigieron justicia. Corsos feministas en Castelar, charlas y obras teatrales, y radios abiertas en plazas y parques fueron algunas de las acciones. También lo son las consejerías pre y post aborto y la línea informativa Rosa Te Escucha, que brinda datos seguros y acompaña.
Sin dudas le ponen el cuerpo a la frase: con ellas y ellos, en el Oeste está el agite.
Pata por pata
En la Mesa también se disponen planillas para sumar apoyos –mediantes firmas- al proyecto de Ley de la Campaña Nacional, el que se presenta por cuarta vez, el mismo que sigue sin discutirse a pesar de que el trabajo territorial de militantes lo lleva al debate ahí mismo en donde las necesidades son urgentes: la calle.
Y una muy transitada, Rivadavia –esquina Callao- fue en donde se situó la primera de las mesas. Antes de que la Campaña se lanzara en 2005, fue la Comisión por el Derecho al Aborto la que sobre cuatro patas juntaba firmas. Enfrente, el Congreso, el recinto que enmudece cuando la cuestión a tratar es un derecho que apunta a darle calidad a la vida, salud y decisiones de las mujeres.
La idea prendió en el Oeste. “Le decimos Mesazo porque demuestra el tamaño de la actividad que arrancamos a la mañana y cerramos a las 18 o 19 en diferentes municipios, con radio abierta en algunos casos, juegos, muestras fotográficas”, remarcaron desde la colectiva que asume la falencia del cuerpo legislativo que acompaña con más de 60 firmas pero no con un debate serio y, entonces, omite responsabilidades.