En el marco de las elecciones presidenciales en Honduras, hablamos con Miriam Miranda, Coordinadora General de OFRANEH (Organización Fraternal Negra Hondureña) en torno a los posibles escenarios que se juegan, y al lugar que ocupa Honduras en la configuración de los sistemas políticos de la región.
Por Claudia Korol y Camila Parodi
Miriam Miranda, reconocida dirigente del pueblo Garífuna, Coordinadora General de OFRANEH, ha tenido junto a Berta Cáceres, un papel fundamental en la articulación de los movimientos sociales, en la resistencia al golpe de estado del 2009. Denunció luego sus modos de institucionalización, así como el nuevo golpe producido en 2012 que destruyó la institucionalidad. El gobierno de Juan Orlando Hernandez fue profundizando el establecimiento de un narcoestado, luego de haber sido denunciado por fraude durante su segunda elección en 2017. Para Miriam, Honduras funciona como laboratorio donde se ensayan las más hostiles políticas de control y saqueo de los territorios, que pueden ser replicadas en otros países. Por eso subraya la importancia de que en el nuevo proceso electoral, se respete la voluntad del pueblo:
“Los golpes de Estado convirtieron a Honduras en un laboratorio político para la destrucción de la institucionalidad. Ahora el capital transnacional se puede apoderar de todos los recursos, de los territorios y de todos los bienes comunes de Honduras a través de ese proyecto económico llamado las Zonas Especiales de Desarrollo (ZEDES)”
El panorama para los próximos días es incierto. Explica Miriam que un nuevo fraude del gobierno de Juan Orlando Hernández podría provocar una nueva y multitudinaria caravana migrante hacia los Estados Unidos. Por otro lado, considera que la candidatura de Xiomara Castro del partido LIBRE, se presenta como una posibilidad real en las encuestas, aunque también es una opción que desde el actual gobierno no acepten entregar el poder acumulado durante los últimos años. Ante este escenario, la respuesta para Miriam Miranda es clara: para refundar Honduras “hay que profundizar la construcción de poderes locales, territoriales, e integrados, que puedan sostener la lucha en esos territorios”.
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En los territorios garífunas
¿Cuál es la situación de los territorios hondureños, y particularmente los que habita la comunidad Garífuna?
Creo que hay que partir del hecho de que, en los últimos dos años -que precisamente coincide con la pandemia- el pueblo Garífuna es el pueblo que ha sido más golpeado en Honduras. Durante los últimos cuatro años han sido asesinadas alrededor de 50 personas, y tenemos criminalizadas a más de un centenar de líderes y lideresas. El hecho más paradigmático fue cuando en abril del año pasado fue encarcelada Marianela Mejia de la comunidad LGTBIQ+ de OFRANEH, junto con su hermana Jenifer Mejia. Fue el detonante de la orden de captura contra 33 personas de la comunidad de Trujillo acusadas de usurpar su propio territorio. Ésas son las acusaciones que hacen contra los pueblos indígenas y, en este caso, contra el pueblo Garífuna. También denunciamos algo que fue atroz: la detención de una señora de 73 años, cuando se estaba trasladando de su comunidad hacia una ciudad.
Creo que esta situación es producto, no solamente de esta práctica que ha venido desarrollando, impulsando y, sobre todo, fortaleciendo este narco-gobierno, la narco-dictadura, sino también un mensaje muy claro a la OFRANEH, una organización que en los últimos años ha jugado un papel preponderante en el país, porque no solamente trabajamos y luchamos por el pueblo Garífuna. Por ejemplo, en el 2019 realizamos un Encuentro Nacional de Mujeres, el primero en el país, en el que participaron más de 1.500 mujeres provenientes de 16 departamentos, de la cual surgió la Asamblea de mujeres luchadoras de Honduras. Eso de alguna manera marca una diferencia, en cuanto a que somos una organización propositiva, que hemos demandado al Estado frente al sistema interamericano, que acompañamos y acuerpamos a una diversidad de luchas campesinas, feministas, obreras, indígenas, en las cuales OFRANEH tiene una presencia con su fuerza espiritual, cultural. Eso nos convierte en un objetivo principal del Estado, no solamente para la persecución política, criminalización, judicialización y asesinato, sino que también somos una organización muy vigilada.
Activismo comunitario frente a la pandemia
Una de las cosas que impulsamos durante la pandemia, fue un proceso para instalar las casas de atención de COVID 19, desde las cuales se generaba información, se elaboraron y se distribuye té para fortalecimiento del sistema inmune, se distribuyen mascarillas, y se protegieron a nuestras comunidades, cerrando las entradas para evitar que entrara y saliera gente de otros lugares, así mismo se distribuyeron alimentos en esos primeros meses de crisis. Eso provocó el asesinato de un compañero de una comunidad, por negarse a entregar la llave del portón para que entraran personas extrañas a la comunidad. Estamos ubicados en la costa, que es una zona disputada por los cárteles, el crimen organizado, los megaproyectos, la palma africana. Todos estos intereses conviven en donde habitamos. Y por supuesto la comunidad Garífuna es la más agredida.
La “colombianización” de Honduras
Estamos en la costa, la zona de trasiego de drogas en este país. La gran cantidad de droga que transita por Honduras pasa por la costa. Los que vivimos en la costa, no solamente el pueblo Garífuna, somos los más afectados, porque se criminaliza, judicializa, y se genera terror en las comunidades, porque son tomadas incluso por el Ejército y la DEA. ¿Qué significa eso? Que hay un proceso de colombianización en Honduras. Esa estrategia que hace Estados Unidos de “combate al narcotráfico” no es real. Lo vemos con lo que ha pasado en Colombia después de 30 años del “combate al narcotráfico” donde han impulsado y gastado millones de dólares. Honduras se convirtió ahora en un narco estado.
¿Encuentran una relación con el proceso de Golpes de Estado?
En los golpes de Estado no solamente se destruyó la institucionalidad de Honduras, sino que se generó un Estado fallido y la falta de gobernabilidad. Nos hemos convertido en el país con mayor cantidad de personas que migran a través de las caravanas. También se ha impulsado y concretado ese plan del gobierno de Juan Orlando Hernández de rematar el país por pedazos, a través de las “Zona Especial de Desarrollo” (ZEDEs).
Honduras ha tenido tres golpes de Estado en 2009, en 2012, y en 2017. En 2012 el Congreso Nacional dio un golpe a la Corte Suprema de Justicia siendo presidente en ese entonces Juan Orlando Hernandez, para favorecer su política y aprobar la ley de “Ciudades Modelos”. En 2017 se dio el golpe electoral. Hemos tenido tres golpes de Estado sucesivos, que convierten a Honduras en un laboratorio político para la destrucción de la institucionalidad, para permitir que el capital transnacional, pueda apoderarse libremente de los recursos, de los territorios y de todo lo que son los bienes comunes de Honduras.
Las ZEDEs, tal como están planteadas por el gobierno de Honduras, son las mayores violaciones de los Derechos Humanos, porque el poder económico se está asegurando, primero, que nadie va a poder organizarse bajo las leyes nacionales, porque el Estado no tiene control sobre eso. Segundo, que los impuestos no se pagan, o sea, son territorios autónomos dentro de Honduras en los cuales el Estado no va a tener ningún control. Es como dar un pedazo o la mitad de tu casa y tú no tienes nada que ver, ahí no tienes ningún control. Es un riesgo para los Derechos Humanos, para los derechos de las comunidades que podrían, eventualmente, ser desplazadas para la instalación de estas zonas especiales de desarrollo. Es un proyecto político de Juan Orlando Hernández, que responde a la lógica de los libertarios. Entonces ahí podemos ver que sí hay una relación y no es de ahora, sino desde que se dio el golpe en el 2009.
En ese marco, tras 12 años del Golpe de Estado, la situación de vulneración de derechos en Honduras es grave ¿qué se pone en juego en estas elecciones?
Eso es importante de entender, porque estamos en este momento en una situación muy complicada, a las puertas de un proceso electoral que va a definir, en gran medida, el futuro de este país. Puede ser que tengamos la primera presidenta de Honduras, pero puede ser también que el gobierno y los nacionalistas no quieran entregar el poder. Si bien es cierto que puede ser que Estados Unidos -por todas las reuniones que hemos venido haciendo nosotros, ya que por el premio otorgado a OFRANEH por el Instituto de Estudios Políticos en Estados Unidos, hemos tenido la oportunidad de tener reuniones con algunos congresistas- no esté apostando por Juan Orlando Hernández. Esto se debe a una situación muy clara: el tema migratorio, que define muchas cosas en este momento, ya que si no se respetan los resultados el próximo 28 y hay fraude, el 29 se van a ir caravanas de 50 mil hasta 100 mil personas. Eso lo sabe Estados Unidos y no está dispuesto. A ellos no les importa lo que pasa en Honduras, lo que quieren es tener esos territorios bajo su control.
Nos encontramos en varios escenarios difíciles en esas elecciones. Hay una campaña fuerte contra el comunismo, contra el aborto, y eso fortalece la intolerancia, se fortalece todo ese sistema contra el cual hemos venido luchando junto a las organizaciones feministas. Porque el fundamentalismo religioso se ha exacerbado, en este momento, contra Xiomara Castro. Eso lo han utilizado muchísimo los medios, la Iglesia y todas las redes.
¿Los movimientos sociales se han posicionado frente a este escenario electoral?
Claro que sí, es importante. A pesar de que, por ejemplo, la OFRANEH es una organización apolítica partidista, no podemos negar de que éste es un momento histórico, y que tenemos que posicionarnos frente a una situación real. Hay personas del movimiento social que están haciendo campañas para que se vote. Es un tema importantísimo, porque el problema es que si la gente no sale a votar, va a ser más fácil que se quede Orlando Hernández. Ellos están haciendo una campaña también, porque el Banco Mundial y el BCIE desembolsaron millones de dólares, y los están entregando justo ahora, a una semana de las elecciones, 7.000 lempiras por persona. Nosotros hicimos una denuncia a través de la Mesa Ciudadana exigiendo que el BCIE no repartiera esa plata, pero no tuvimos eco. Hay toda una estrategia de compra, y eso ha contribuido, diría hace 2 meses, a que algunas organizaciones y personalidades se posicionaran también por LIBRE. Incluso, hay algunas compañeras de la Asamblea de Mujeres y otras de mujeres que están organizadas que se presentan como candidatas de LIBRE.
¿Cómo valoran la candidatura de Xiomara Castro?
Hay un primer elemento: que sea una mujer la candidata de la oposición, contribuye para nosotras. Pero en este mundo misógino y anti patriarcal existe una visión de que los hombres siempre tienen que tener la razón, y eso se convierte en un riesgo. Sobre todo en la zona rural, el tema del machismo lo vemos todos los días y se ha usado también contra Xiomara. Dicen que ella no es la que manda sino que es Mel Zelaya, y toda una serie de desprestigios que fueron terribles durante el proceso electoral. Sin embargo, es una esperanza en el sentido de que hay una gran participación de mujeres como candidatas.
Nos preocupa comprobar que hay un deterioro tan fuerte del ejercicio de la democracia. Vemos que, por ejemplo, a los que toman decisiones, como el sistema judicial, se lo ha fortalecido a favor de la clase política económica de este país. Eso lo vemos con lo que está pasando con los presos políticos de Guapinol que los mantienen privados de su libertad por una orden de un juez ¿Y por qué? Porque responde a los intereses de la clase política sobre nuestros territorios.
Con la posibilidad latente de que el partido de LIBRE gane y, en caso de que se aceptara ese triunfo, ¿Qué tipo de gobierno se puede prever?
Es una cuestión complicadísima, porque el tema de las alianzas y con quién te alías es una de las cosas más complejas. No hay certezas, por la gente que está alrededor, por la gente con la que se hizo la alianza de oposición, etc. Yo digo que será un gobierno muy complicado, no solamente por la composición de la alianza sino porque se encuentra con un país totalmente destruido. Si no hay capacidad de generar, por parte de Xiomara como presidenta o como oposición, algún tipo de convergencia de todos los sectores, para el futuro no va a haber ninguna posibilidad de que salga. Hay una destrucción total de la institucionalidad, hay un vaciamiento de los territorios tomados por los narcotraficantes o por el crimen organizado, hay una crisis sin precedentes.
Entonces, hay que entender que se necesita ir más allá de tener una presidenta, porque también están los poderes territoriales, y si no se llega a un nivel de alianzas, de convergencias, para poder construir desde los territorios algo diferente, esto es muy complicado. Si bien es cierto que este país no aguanta un nuevo golpe de Estado, hay otras formas de no permitir que la gente pueda ejercer su gobierno. Ya lo hemos visto en América Latina con lo que pasó en Bolivia. Hay que profundizar, entonces, en la construcción de poderes locales territoriales integrados que puedan sostener la lucha en esos territorios, porque de lo contrario se vuelve bastante complejo.
¿Y los narcos están teniendo algún tipo de acción para el acceso al Parlamento como en Colombia y en otros lados?
No es tan claro, porque tampoco aquí se tiene identificado, muchos diputados han sido involucrados. En el sistema de Narco, de hecho algunos están investigados en Nueva York. Por ejemplo, vemos políticos que han sido señalados como ligados al narcotrafico, tal es el candidato Yani Rosenthal del Partido Liberal que estuvo privado de libertad por 2 años en Estados Unidos acusado de lavado de activos y ahora es el candidato del Partido Liberal. Es otro tema para trabajarlo en el futuro, construir algunos criterios y principios de la gente que es candidata, porque eso es como normalizar la situación. Por ejemplo, hace unos meses hicieron una reforma al Código Procesal Penal, precisamente pensando en las elecciones, en la que no debe haber ninguna movilización para evitar que la gente pueda llegar a las manifestaciones. Se criminaliza todo lo que son las movilizaciones. Eso lo hizo el Congreso Nacional reciente, y entró en vigencia para que la gente no salga a las calles como en el 2017 donde fue brutal la represión.
Es claro que hay mucho terror, pero también hay esperanza de que la gente pueda tomar sus decisiones, porque aquí han estado entregando incluso hasta camas, estufas, de todo. Hay algo muy certero: este gobierno está con miedo, porque hay todo un movimiento de personas que sí quieren rendición de cuentas. También es cierto que hay una diferencia con el 2017: la gente no tiene miedo. El miedo cambió de bando, ahora lo tiene el gobierno. En 2017 hubo gente a la que secuestraron, que hasta asesinaron cuando salían a denunciar, pero este año la gente no tiene miedo, está harta, harta, porque tampoco es posible seguir viviendo en estas condiciones de vida, hasta de vulnerabilidad ambiental, por eso creo que son elecciones muy particulares.
¿Cuál es la situación de las defensoras?
Nos encontramos en el país con mayor violencia hacia las defensoras y defensores de derechos humanos. Honduras en proporción geográfica es el país más violento y más inseguro para las defensoras y defensores a nivel mundial. Entonces ésa es una de las cosas que hay que tomar en cuenta, por eso estamos tejiendo redes. Hay muchas personas observadoras que han llegado al país así como los organismos de Derechos Humanos de las Naciones Unidas y otras instancias, que están visitando a muchos de los líderes y lideresas para hablar un poco sobre el contexto.
Teniendo en cuenta lo que nos decías de la candidata Xiomara y de las compañeras feministas que ocupan las listas, así como el ataque desde posiciones fundamentalistas y patriarcales, daría la impresión que va a ser muy relevante el papel que tengan las feministas, no sólo de Honduras sino de todo América Latina ¿Hay un llamamiento o acción específica de los feminismos de Honduras?
Yo creo que el llamamiento general es a respetar la voluntad del pueblo, a garantizar la no violación de los Derechos Humanos de las mujeres porque recordemos que en estos últimos años, el femicidio aquí ha crecido potencialmente y hay muchas violaciones a la Derechos Humanos de las mujeres luchadoras. El llamado es ése, a que haya garantía y seguridad para que las defensoras no vayamos a ser atacadas.
No le hemos dado la debida atención a esta situación de haber convertido un país en un laboratorio político que puede ser replicado en otros países. No le hemos puesto atención, no lo hemos analizado como debe ser, y de hecho luego de esta experiencia vino Paraguay, Brasil, Bolivia. El fascismo y la ultraderecha se están posicionando cada día más en nuestras Américas. Por eso es necesario construir otros pactos de convivencia. Por qué tenemos que pensar que la única forma en la que se puede construir poder o participación es a través de un proceso electoral. Hoy, en América Latina, la democracia electorera se encuentra totalmente desgastada porque ya la gente no va a votar, no llega a votar. Ya no creen ese proceso y eso hace mucho daño, como en este caso.
Cuando hablamos en el 2016 nos comentabas, justamente, que había que abrir debates sobre los modelos democráticos. Después salió Ecuador a las calles, luego Chile, Paraguay, Guatemala, Colombia, un año antes la caravana en Centroamérica, y no sólo salieron, sino que también buscaron nuevas formas de organización. Vemos experiencias que de alguna manera se enfrentan a la falta de respuestas que tienen las democracias ¿Cómo vieron este proceso de revueltas y cómo se imaginan que podría continuar?
Estos procesos que se han dado en los últimos años en algunos países de América Latina, es como cuando se dice “la gota que colmó el vaso”. Una cuestión de expresión de la gente que ya está harta, es la necesidad de seguir construyendo esos otros procesos, modelos diferentes. Modelos autónomos, espacio territoriales de autonomía, soberanía alimentaria. No podemos nosotros replicar los errores que se han cometido en las últimas décadas. A la par de que nosotros estamos hablando de inclusión, participación, de soberanía alimentaria, tenemos que hacerlo en la práctica. Es lo mismo cuando se habla de los derechos de las mujeres, tú no puedes hablar del derecho de las mujeres si tú como mujer no ejerces primero esa libertad que es tan difícil porque tenés que romper esquemas.
Por eso, nosotras hemos venido trabajando en un espacio territorial que se llama “Vallecito” para ejercer nuestra autonomía, nuestra soberanía alimentaria. Estamos construyendo en este país algo que sirva para mostrar, que sí podemos y debemos generar espacios territoriales, autónomos y autogestionarios. Incluso aún en las ciudades, también hay territorios, lo que pasa es que no lo hemos sabido construir. Los barrios, las colonias son territorios. Tenemos que romper eso que pasa en las ciudades con el individualismo, de no saber quién está a tu lado.
El tema de la refundación de Honduras, que tanto hemos hablado en su momento con Berta y con vos, es uno de los proyectos políticos más importantes que tal vez, se ponga a la orden, porque en cualquiera de los dos escenarios, gane Xiomara y se legitime ese gobierno o no gane por fraude será necesaria esa construcción de un modelo político diferente…
No vamos a resolver el problema de Honduras con que gane Xiomara. Algunos creen que sí, pero entonces ahí es donde está esa cuestión de lo que tenemos que analizar dónde está el peso político, dónde está el peso de la toma de decisiones, quién toma las decisiones. Porque Xiomara puede llegar a ser presidenta, pero cómo va a gobernar cuando toda una plataforma de poder económico, político, militar, etc. va a estar siempre luchando contra ella. Por eso, gane quien gana tenemos que ir construyendo otra forma de convivencia, pactos diferentes que nos permitan salir adelante y que podamos enfrentar temas claves como por ejemplo la crisis climática. Las empresas están destruyendo el hábitat y están saqueando todos los recursos naturales. Ahí hay que construir conciencia por un lado, pero también toma de decisiones sobre esa empresa que está destruyendo tanto la naturaleza. Es un debate que se está dando a nivel de todo el mundo.
Entonces ahora me pregunto yo, cuál es el poder que tendrá ella si no está acompañada de un movimiento social que pueda posicionarse contra esto. No es únicamente una decisión ejecutiva, estamos hablando de que a nivel territorial, deben crearse las condiciones para que las comunidades estén empoderadas territorialmente, comunitariamente, para poder enfrentar la voracidad del capital que destruye dia a dia nuestros recursos y nuestra vida, y asi construir con autonomía un proyecto popular, que es la base para la Refundación de Honduras.