Marcha continúa entrevistando a medios independientes, esos que hablan de la comunicación popular, de la polarización, de las necesidades y de las identidades. Hoy responde Burra, la revista de cumbia que más que papel es “un modo de vida”. Ellos, los de la “contracultura que todavía no existe”.
Todo pasa a través de la cumbia porque los/nos “interpela como latinoamericanos”, explican desde la página (burrarevista.com.ar) los integrantes de Burra al hablar de esta revista que actualmente se encuentra en la difusión de su cuarto número. Lo entienden como un modo de vida, no se trata de escribir así (como se escribe en sus páginas), se trata de ser así, de hablar de temas en clave de cumbia, de combinar lo popular con lo intelectual, de generar un material atractivo, porque además hay que ser “vendible” para continuar produciendo.
Ellos, los que dicen que como mucho la comunicación popular puede tirarle piedras a la polarización, son los mismos que subsisten y continúan generando un producto cercano, uno que no se repite, que le hace frente a todo lo demás.
Burra se subió al bondi de la autogestión y se encontró con Marcha en el asiento de al lado. Desde ahí, el ciclo de entrevistas los tuvo como protagonistas. Fijate.
¿Qué los motivó a comenzar con su proyecto comunicacional? ¿Cómo se organizan internamente?
No existe otro leimotiv que la subversión. La idea es atravesar todas las dialécticas posibles por medio de la cumbia.
De alguna manera creemos ser parte de una contracultura que todavía no existe. No queremos repetirnos y trabajar en esa especie de “canon de la comunicación”, que es la proto-crítica de lo aparentemente artístico, lo aparentemente literario, lo aparentemente periodístico. Queremos que ese desertor de la carrera de periodismo, que abandonó porque no le daba para semiología, pero si para escribir como si estuviésemos en 1983, redacte una reseña sobre nosotros, nos ame, nos compare con cosas que nunca leyó, con canciones que pasa de largo en su mp3, con series que le dijeron que tenía que ver. Queremos que el canon de la comunicación se preocupe por nosotros, porque en suma, en una especie de juego críptico y circular, Burra es propuesta y ruptura, somos arrogantes y desde la comunicación, desde la pretensión de ser escuchados, desde la ambición de regentear nuestro propio medio. Nos hacemos cargo de esa arrogancia y no te vendemos una legitimidad que radica en una presunta verdad.
En la práctica, Burra nace cuando dos amigos se dijeron “hola” hace unos años, por primera vez y en la Universidad Nacional de Lomas de Zamora (U.N.L.Z.). Todavía la desidia no había instaurado Introducción a la Comunicación, el precio del papel era otro, el precio de la vida era otro, el precio de haber elegido una carrera donde la mitad de los alumnos admiran a Germán Paolosky era otro. Ellos no lo sabían, pero Burra ya había sido creada. Porque era un modo de vida ¿Ser vegano es un modo de vida? ¿Ser fan de Fugazi es un modo de vida? Burra es un modo de vida. No escribimos así, somos así. Sólo que ahora toma forma de papel, fotos, publicidades, letritas.
No existe una organización interna, Burra se vuelve tan autorreferencial que elimina todo lo que no tiene que ver con ella. Sólo Burra sabe que es Burra, quien es Burra y que puede hablar de Burra.
¿Por qué consideran importante comunicar desde un medio autogestivo?
Comunicar desde un medio autogestivo es una práctica banal e innecesaria, pero casi todos los demás medios son basura y basura escrita de la misma forma en que se viene escribiendo basura desde que los cavernícolas pintaban rupestre con fórmulas trilladas y en primera persona. Así que, más allá de lo horrible que es el panorama mediático mainstream en la galaxia, para Burra laburar una revista es mostrar que se puede hacer de otra manera, que no es tan difícil no dar asco, que si tenés gente, huevos, sos pillo para conseguir guita (o tenés guita de por sí) y te das maña, podes poner a andar una revista, o un programa de radio, o un portal. Podemos hacer laburar proyectos que se desmarquen del resto del panorama incluidas muchas revistas independientes que, al igual que la escena indie, se repiten y se repiten y se repiten. Matar a un medio falopa para vengar a la autogestión.
¿Cómo ven el panorama de los medios autogestivos en la actualidad?
Si se va todo a la mierda hay que bailar sobre las cenizas. A nosotros nos agarró la devaluación, nos agarró un gobierno pelotudo, más bien, pero no nos vamos a poner a llorar. No nos consideramos necesarios. Si tenés un medio y lo consideras necesario, preocupáte y mucho.
El problema al que se enfrentan nuestros colegas es que les van a romper el orto con el papel -como a nosotros- y van a tener que buscar más guita -como nosotros-. Entonces entra a jugar un hermoso glosario de palabras que si las tirás en la FLIA (Feria del Libro Independiente y Autogestiva) salen todos carpiendo: competitividad, mercado, valor agregado, laburo. Siempre a grandes rasgos, en términos de competitividad, los medios autogestivos compiten más con los nuevos snacks de Saladix -10 millones de pesos en inversión de investigación y desarrollo, un packaging vistoso y un sabor y textura adictivos- que con publicaciones como Inrockuptibles o Rolling Stones. El público que compra esas revistas, busca lo que esas revistas le dan. Es muy probable que les chupe un huevo la cultura autogestiva porteña o conurbana, podemos prescindir de ellos o, más inteligentemente, no considerarlos como porción de posibles compradores que hay que disputar. Además, el segmento que consume esos medios no se va a quedar sin cobertura de Osde Binario por comprar alguna de nuestras revistitas. El point está en tener el know-how para hacer de tu medio un medio atractivo, comprable. Le tenés que poner tetas a tu revista, tenés que diferenciarla galácticamente de las otras revistas, desde la agenda, sí, pero mucho más desde el registro que tengas.
Con un producto (uy, dijo producto, dame el Raid) que sea distinto, el resto del camino es en bajada. Buscar publicidad va a ser menos vergonzoso, por ejemplo. La autogestión tiene que entender que no tiene que perder. Calculamos que casi ningún medio es rentable y no hace ganar un mango a nadie: ¿te vas a preocupar por cuidar lo que te digan? Tampoco es que queremos poner rifles en manos de los editores, pero siempre vamos a llamar a subvertir.
¿Qué lugar ocupa en la actualidad la comunicación popular en la sociedad?
Así como los antiguos egipcios esperaban en los faraones la expresión concreta de la divinidad, un adlátere de los dioses sobre las arenas, el argentino medio -no se sientan tocados- espera la venida del Carlos sobre un alazán alado. En este contexto, los medios populares no ocupan un lugar primordial en el circuito de comunicación del argentino corriente que, básicamente, consiste en levantarse, querer dormir, desayunar, viajar, trabajar, trabajar, viajar, querer dormir, Guido Kaczca, cenar, querer dormir, Intratables, dormir, despertar, Pare de Sufrir, apagarla TV, dormir. No obstante, la comunicación popular vino creciendo y mucho durante los últimos años, pero ese sprint todavía no alcanzó a romper la barrera del sonido de Radio Pop. Sí ha llegado al ámbito académico, sí al periodístico, pero por condiciones inherentes a un medio popular, no puede masificarse ni ponerse a la par de los órganos de difusión que todos conocemos. ¿Qué hacer? Laburar, hermano. No usar las herramientas que tenemos a mano, explotarlas, ir a disputarle terreno a toda la gilada, buscar la manera, medios populares que no comparten las lógicas de poder de sus pares tradicionales, que no se deben a nadie más allá de sus convicciones y al ideal de su público.
¿Cómo observan desde la comunicación popular a la situación del periodismo en estos tiempos de polarización mediática, en el marco de los debates entre el gobierno nacional y sus multimedios afines, y multimedios privados?
La comunicación popular lo más que puede hacer es tirarle piedras a la polarización mediática. Si adquiere la tecnología, utilizar hondas o lanzar bólidos en llamas contra un Orlando Barone de 40 metros que avanza destruyendo edificios y vomitando bolas de lava. La polarización mediática es otra guita, es una guerra de intereses que no deberían tocar a los medios populares porque 1) los medios populares no deberían actuar por intereses -intereses en el sentido Clarín/Spolszky, claro-, sino por convicciones 2) los medios populares no deberían recibir condicionamientos económicos de ninguna parte porque dejarían de ser populares para pasar a ser Julia Mengolini 3) a las partes que protagonizan la guerra les chupa olímpicamente un huevo lo que hagan los medios populares.
¿Cuál es el cambio fundamental que se daría con la Ley de Fomento de Revistas Culturales Independientes?
Aumento en el precio del papel. No: si está la guita va a ser un bálsamo para un montón de publicaciones que juntan sope por sope para pagar la impresión, les daría más estabilidad y más aire para llevar la experiencia de la revista a otro nivel, traducirlas en actividades, festivales, desarrollo de otros canales de difusión, etc. Lo que le hace falta a la movida son dos cosas: creatividad y teca. Una cosa jamás garantiza la otra, que se den los subsidios no necesariamente significan más y mejores publicaciones pero sí permitiría no tener la soga el cuello y pensar más tranquilos, porque no le vas a pedir a un chabón que es monotributista que invierta la matriz cultural de una ciudad. La Ley podría ser el punto de partida de una forma nueva de encarar la cultura desde los medios gráficos. Ojalá.
¿Qué acciones llevan a cabo para profundizar el vínculo con otros medios autogestivos?
Comprar birra y maní para bancar los eventos a los que nos invitan y que son un plomo, querernos, hacernos reír, compartir una comida con nuestras señoras. Irles a las presentaciones y movidas y darles manija en nuestros perfiles en las redes, obvio, pero, por ejemplo, a Revista Velociraptors la vendemos junto a nosotros en la UNLZ. Eso es una consecuencia de que podríamos juntarnos a jugar al truco con ellos o ir al casino flotante, no los tomamos como editores, sino como gente copada y esa es nuestra forma de relacionarnos: compartiendo códigos, formas de acercarnos o alejarnos de las cosas.