El próximo domingo, más de 13 millones de ecuatorianos/as acudirán a las urnas para elegir al próximo presidente y vicepresidente del país, así como a 137 legisladores y cinco representantes al Parlamento Andino para el periodo 2021-2025. El país será el primero en votar en América Latina en 2021, una jornada atípica debido a la pandemia de coronavirus y a las medidas de bioseguridad que se deberán tomar para evitar la propagación del virus.
A pocos días de las elecciones, los ecuatorianos deberán elegir entre 16 candidatos al nuevo jefe de Estado que sustituirá al actual presidente Lenin Moreno. Entre los candidatos, sólo hay una mujer, siendo que este grupo constituye el 51% del padrón electoral.
El escenario del país andino es de hartazgo, acentuado por una crisis económica, política y sanitaria debido a la pandemia, pero también por las diferentes políticas neoliberales que marcaron el gobierno de Moreno, que se caracterizó por intensas protestas, las mayores de las últimas décadas. En las manifestaciones callejeras de los últimos años se destacan las movilizaciones indígenas y populares de octubre de 2019, cuando miles de personas salieron a las calles contra el recorte de los subsidios a los combustibles por parte del gobierno, generando un alza de precios en el país.
Según varias encuestas publicadas hasta el 29 de enero, la carrera presidencial gira en torno a dos candidatos, uno de sesgo progresista, que representa a la Unión por la Esperanza (UNES), Andrés Arauz, que es el favorito para ganar los comicios; y el candidato del partido de derecha Creando Oportunidades (CREO) y del Partido Social Cristiano (PSC), Guillermo Lasso.
Aunque las encuestas favorecen al candidato de la UNES como ganador, también indican que la ventaja puede no ser suficiente para una victoria en la primera ronda. Por tanto, en abril podría celebrarse una segunda votación entre los dos más votados. Según la Constitución de Ecuador, para ganar las elecciones presidenciales en primera vuelta, el candidato debe obtener más del 50% de los votos o más del 40% de los votos, con una ventaja del 10% sobre el segundo.
En la evaluación de los analistas, la disputa electoral se centraría en la lucha por la reconfiguración del Estado, retratada a través de dos lógicas totalmente opuestas. Por un lado, la perpetuación de un modelo neoliberal con todas sus aristas y, por otro, la propuesta progresista encarnada en la recomposición de las fuerzas del Estado. Asimismo, lo que está en juego es la proyección internacional de Ecuador en términos geopolíticos.
Brasil de Fato recopiló información para elaborar los perfiles de los dos principales candidatos en esta carrera electoral para ser el próximo presidente de Ecuador. Conozca quiénes son:
Andrés Arauz, la alternativa progresista
El candidato progresista de UNES, Andrés Arauz, lidera la votación en al menos diez sondeos de opinión. Si gana, se convertirá en el presidente más joven de la historia de Ecuador, con 36 años.
Arauz, según los analistas, representa los intereses del ala más progresista del país, el bloque de fuerzas sociales (sectores populares, trabajadores, indígenas, campesinos, movimientos sociales, pequeños y medianos empresarios, entre otros) que se inclinan más por un modelo de economía social coherente con los derechos individuales, laborales, sociales y ambientales, así como por una redistribución más equitativa de la riqueza concentrada en el sector privado.
No obstante, Arauz, a pesar de liderar las encuestas, también carga sobre sus espaldas un legado que se alimenta de las pasiones y odios que despierta el anti correísmo que es apoyado por la derecha y que en los últimos tiempos ha generado, entre otras cosas, un bloqueo y repudio a la postura política que engloba a los seguidores del expresidente Rafael Correa, quien estuvo al frente del país entre 2007 y 2017.
:: Lea más: Artículo|Cómo se asfixia la democracia ecuatoriana ::
En este sentido, una de las interrogantes sobre Arauz, que hasta antes de su candidatura no era tan conocido en la opinión pública, aunque ocupó varios cargos durante los diez años de gobierno de Correa, es precisamente su vinculación con el ex presidente y el correísmo, que, de hecho, es quien patrocina su candidatura. Además, Arauz no dudó en afirmar recientemente que el ex presidente sería uno de sus principales asesores en caso de ganar las elecciones.
Correa también habría sido el candidato a la vicepresidencia. Sin embargo, las acusaciones que se convirtieron en demandas y la orden de detención por el “Caso Soborno” inhabilitaron su candidatura, cambiando la opción por el periodista Carlos Rabascall, que junto a Arauz se autodenominan el “binomio de la esperanza”.
Arauz, a pesar de su edad, tiene una vasta formación académica y ha dirigido diferentes instituciones de la administración pública del Estado. Es licenciado en economía por la Universidad de Michigan, tiene una maestría en economía con especialización en economía del desarrollo por la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO-Ecuador) y un doctorado en economía financiera por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
Con 26 años, el economista se convirtió en director del Banco Central de Ecuador en 2009 y fue ministro de Conocimiento y Talento Humano y ministro de Cultura durante el gobierno de Correa.
Una de las características del candidato de UNES, quizás por su espíritu joven, es su claro sentimiento internacionalista. No ha dudado en apostar por estrechar lazos con líderes y presidentes de la izquierda de la región, como Alberto Fernández en Argentina o Luis Arce y Evo Morales en Bolivia.
El candidato habló abiertamente de su intención de apostar por la integración regional, afirmando su voluntad de reactivar proyectos como la Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR) o fortalecer los mecanismos de relación entre los pueblos y los movimientos sociales de América Latina y el Caribe.
Actualmente, Arauz es también miembro del Consejo Ejecutivo de la Internacional Progresista, organización fundada por activistas, personalidades y organizaciones de diversas partes del mundo. Entre sus miembros se encuentran el propio Rafael Correa, el lingüista y filósofo Noam Chomsky, el senador demócrata estadounidense Bernie Sanders y la periodista e investigadora canadiense Naomi Klein, entre otros.
Si Arauz gana, ha prometido, entre otras cosas, revertir las políticas neoliberales de Moreno y un bono de 1.000 dólares para los sectores de trabajadores más afectados por la pandemia, además de crear oportunidades de trabajo decente y garantizar una educación superior gratuita, de calidad y universal.
En cuanto a los temas relacionados con las desigualdades y la violencia de género, al igual que la mayoría de los candidatos, Arauz presenta una propuesta poco definida para abordar esta realidad, que sigue siendo un problema pendiente en la agenda estatal. Según el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC), el 64,9% de las mujeres en Ecuador ha sufrido algún tipo de violencia.
Sin embargo, en lo que respecta a la comunidad LGBTQI+, un reciente sondeo de opinión mostró que el 46,6% de los encuestados votaría por el candidato de Unes.
Lo que está en juego si Arauz gana las elecciones sería también la responsabilidad de demostrar esa “renovación” que supone en relación con el legado del correísmo. Así que uno de sus roles deberá ser buscar la reconfiguración y unificación del discurso construido en torno a la izquierda, que está totalmente fragmentada en el país. Y, también, pensar en la recomposición del movimiento de base a partir del reconocimiento de una izquierda plural pero articulada.
El banquero Guillermo Lasso
Guillermo Lasso, de 65 años, es un poderoso empresario y propietario de holdings financieros que incluyen el Banco Guayaquil, uno de los más importantes de Ecuador.
Es la tercera vez que intenta ser presidente del país. En 2013, ocupó el segundo lugar después de Rafael Correa – que hoy apoya a Andrés Arauz. En esa ocasión, Correa ganó su segundo mandato con más del 57% de los votos. En 2017, Lasso perdió frente a Lenín Moreno en la segunda vuelta, en aquel momento de la elección Moreno también fue apoyado por Correa, pero luego rompieron vínculos y se convirtió en opositor al ex mandatario.
Desde el punto de vista de algunos analistas, Lasso es el candidato que representa los ideales de quienes desean continuar con el modelo económico neoliberal en el país y, por tanto, cuenta con el apoyo de las élites empresariales y de los sectores más conservadores de la sociedad.
El candidato de CREO también es recordado en la memoria ecuatoriana de dos maneras, por su carrera como exitoso banquero que hizo una fortuna millonaria, y por su papel en el dramático episodio de la crisis financiera de 1999, conocido como el Feriado Bancario.
El feriado bancario fue una de las peores crisis en la historia del país andino y afectó directamente la economía de millones de familias y provocó la devaluación del sucre (moneda nacional) y la dolarización de la economía.
Durante ese periodo, Lasso, que era gobernador de la provincia de Guayas, en la costa de Ecuador, y también vicepresidente de la Asociación de Bancos Privados de Ecuador, se convirtió en ministro de Economía en agosto de 1999, cargo que ocupó durante un mes.
Según la prensa, en esa época Lasso, como miembro del sector bancario, acumuló su fortuna privada, gracias a la especulación del precio en el mercado de valores de los Certificados de Depósitos Reprogramables (CDR), que eran comprobantes entregados a los ecuatorianos tras la congelación de sus cuentas.
El 8 de marzo de 1999, según el decreto del entonces presidente Jamil Mahuad, se congelaron las cuentas de millones de ecuatorianos durante un año para salvaguardar los intereses del sector bancario, que acabó quebrando.
Una medida para la congelación de los depósitos fue la emisión de CDRs a los ciudadanos, donde las personas que necesitaban su dinero pero no podían esperar un año podían canjearlo, pero con una penalización de entre el 40% y el 50% del valor real, es decir, por cada 100 dólares recibían sólo 50 o 60 dólares.
Los banqueros comenzaron a especular con esta tragedia cambiando los mismos CDR por su valor real, lo que significa que los bancos se llevaron los 40 o 50 dólares que no les correspondían. Por si fuera poco, fue el propio Estado el que recompró estos CDR a los bancos por el 100% de su valor, a través de la Corporación Financiera Nacional (CFN).
Entre 1999 y 2002, Lasso aumentó su capital de 1 millón de dólares a 31 millones (gracias a la especulación de los CDR), según información basada en la Superintendencia de Bancos de Panamá y las filtraciones de los Panama Papers. También estuvo vinculado a 49 empresas en paraísos fiscales (offshores) para evadir impuestos, lo que le permitió sumar su riqueza.
Mientras tanto, las consecuencias del feriado bancario tuvieron un impacto radical en la vida de las familias ecuatorianas y provocaron el mayor éxodo migratorio de la historia del país. Más de 2 millones de ciudadanos se vieron obligados a emigrar en busca de mejores oportunidades de vida, a países como Estados Unidos y España.
:: Conozca: Artículo | Ecuador: la necropolítica de un desgobierno ::
Más recientemente, según un informe del Centro Estratégico Latinoamericano de Geopolítica (CELAG), en medio de una pandemia, el Banco de Guayaquil, de propiedad del candidato presidencial, fue también uno de los bancos que más incrementó sus ganancias en el 2020, creciendo un 26% respecto al 2019.
A estas polémicas actuales y pasadas hay que añadir su posición conservadora en temas sociales, ya que es miembro del Opus Dei, el ala más conservadora del catolicismo.
Lasso se ha opuesto abiertamente a la despenalización del aborto, incluso en casos de violación, y ha sido crítico con la prohibición de las clínicas de “deshomosexualización”, centros que operan en la más absoluta clandestinidad, utilizando tácticas de tortura y que han provocado la alerta de la comunidad LGBTQI+ y de los activistas de derechos humanos.
El candidato de derecha está en segundo lugar en las encuestas y, a diferencia de su última candidatura, esta vez logró llegar a un espectro más amplio de la población. Si ganara las elecciones, es probable que su gobierno se caracterice por la continuación del marcado neoliberalismo que presenta la actual administración de Moreno, y quizás más agresivo, encarnando una política de retroceso en temas sociales e incluso de derechos humanos, según el balance de los analistas.
(*) Publicada originalmente por Brasil de Fato
Edición: Vivian Fernandes