Se realizó en Chubut la primera marcha en defensa del agua y contra la megaminería, en vísperas de que se habiliten las sesiones extraordinarias en la Legislatura para el tratamiento del proyecto megaminero.
Por Vivian Palmbaum | Foto: No a la mina
La provincia de Chubut, a pesar de ser la segunda provincia del país en producción de hidrocarburos, está atravesando una grave crisis económica de larga data. Lejos de las promesas de campaña, la situación se fue agravando durante la gestión del gobernador Mariano Arcioni, cuyas únicas propuestas para resolverla vienen de la mano de la megaminería.
Ni el verano ni la pandemia detienen a las y los habitantes de la provincia de Chubut que resisten el avance de la voracidad extractivista. Este martes 26 de enero se realizó la primera marcha del año Contra La Megaminería en los distintos pueblos y ciudades de la provincia para darle visibilidad al rechazo popular a una iniciativa que no contempla a la vida. Juntaron más de 30 mil firmas que se oponen al proyecto minero.
El gobernador de la provincia, Mariano Arcioni, busca imponer el proyecto de megaminería resistido ampliamente por el pueblo chubutense. El pasado jueves 21 de enero, el gobernador se reunió con el Presidente de la Nación que respaldó el proyecto: “Quiero que digan que me parece un excelente proyecto y que no entiendo cómo no lo trató aún la Legislatura”, afirmó Alberto Fernández luego de que fuera presentado el plan estratégico, rechazado por numerosas organizaciones y colectivos académicos, científicos, de la salud, comunidades de pueblos originarios, entidades religiosas, fundaciones, ONG’S, numerosos sindicatos y partidos políticos.
Las asambleas nucleadas en la Unión de Asambleas de Comunidades de Chubut (UACCh) se reunieron durante el fin de semana y, en un comunicado, expresaron su rechazo a “la farsa de debate sobre el proyecto de zonificación minera promovida por el gobierno provincial la última semana y repudiamos el rol del Gobierno Nacional en la figura del presidente Alberto Fernández que, con sus declaraciones públicas y mediáticas, sigue promoviendo la violación de los Derechos Humanos en nuestros territorios”. Además, repudiaron la criminalización de la protesta que ejercen en tándem el gobierno y los medios de comunicación hegemónicos y denunciaron, una vez más, la presencia de infiltrados en las marchas y la persecución policial y judicial de quienes se oponen a las políticas del gobierno.
Recordaron la desaparición forzada de Raimundo Pino, la desaparición seguida de muerte de Santiago Maldonado o el asesinato por la espalda de Rafael Nahuel, defensores del territorio.
Integrantes de la asamblea No a la Mina de Esquel enviaron una carta documento a lxs senadorxs Alfredo Luenzo y Nancy González y a lxs diputadxs nacionales Estela Hernández, Santiago Igon, Gustavo Menna, Rosa Muñoz e Ignacio Torres, exigiéndoles “trabajar por la paz social en nuestro territorio”. El proyecto megaminero de la provincia de Chubut, que es resistido desde hace 18 años, hoy impulsa la rezonificación de la meseta, lo que compromete el principal y único curso de agua.
La meseta no es zona de sacrificio, si bien es la zona menos desarrollada de la provincia, donde sus comunidades reclaman su legítimo derecho a una mejor vida, a empleos dignos, que ni siquiera fueron consultadas porque las decisiones parecen tomarse en escritorios alejados de la población. Lo que les ofrecen es perder su único curso de agua, el Río Chubut.
Hace pocos días se conoció un informe técnico del INTA, impulsado por la fundación El Páramo, sobre el análisis del suelo y agua de más de diez campos ubicados en la meseta chubutense. El INTA señala que el agua analizada “es optima para bebida animal y apta para riego de cultivos”.
Desde la fundación El Paramo impulsan una mesa de diálogo porque consideran que es posible promover otra matriz productiva, con la producción agroganadera de alimentos sanos y sustentables para la población chubutense.
El agua vale más que el oro no es solo la consigna que visibilizan quienes resisten a la megamineria. Antes de finalizar el año pasado tuvo gran difusión la noticia de que el agua comenzó a cotizar en Wall Street. El agua, un bien escaso y no renovable, se convirtió en mercancía que cotiza en los mercados a futuro. Ahora los inversionistas pueden apostar sobre la escasez o abundancia del agua para un futuro cercano.
La experiencia en otros territorios donde el extractivismo es una realidad cotidiana es indiscutible. La asamblea Jáchal No Se Toca denuncia continuamente la falta de agua a causa de la extracción megaminera que además ha producido continuos envenenamientos con cianuro por los derrames incontrolables. A lo largo y ancho del país las comunidades se oponen, como por ejemplo en Jujuy, donde el impulso del extractivismo de litio es resistido por el pueblo kolla porque amenaza su subsistencia. O como en Mendoza, donde amplios sectores de la población se opusieron al proyecto megaminero que representa un peligro para la provisión de agua en una región donde el recurso es escaso. Los ejemplos abundan no solo en la Argentina sino en toda la región. La organización de las comunidades constituye el límite para el avance de un paradigma que no cesa de reproducirse.