Hace 10 años de esta nota, en un día que marcó un antes y un después para la izquierda argentina. La muerte de Néstor Kirchner nos trajo un millón de preguntas sobre la construcción de una alternativa política de izquierda popular, que incluyera a los movimientos sociales de nuevo tipo y al mismo tiempo pudiera representar una opción de poder. Esta nota anunciaba un diálogo eminente entre la izquierda no partidaria y sectores del kirchnerismo.
Por Martín Azcurra*/ Foto Víctor Bugge
Amigos, ¿debo ocultar que estuve deprimido estos días ante lo que pasó? ¿Significa que mi corazón no es marxista? ¿Por qué me movilizó tanto? ¿Por qué fui a la plaza, escondido para que nadie me viera, bajo la excusa de “chusmear”? A cada rato, un pensamiento horrible atravesaba mi conciencia: “¿Soy kirchnerista?!!!!”… nooooo…. ¿cómo entender esta contradicción? Cuando murió Alfonsín no se me movió un pelo. Pero la verdad es que me sensibilicé mucho con la gente que está dolida, que siente que el cielo se cae sobre su cabeza, que de repente se encontró huérfana (según palabras de Evo), muchos de los cuales son amigos míos, gente comprometida, inteligente, solidaria, militante, un poco confundidos quizás desde mi punto de vista, pero muy buena gente… y otros son intelectuales y artistas que, con diferencias, uno debe sacarse el sombrero (Osvaldo Bayer, Juan Gelman, Miguel Bonaso) y preguntarse (como dijo un compañero) con quién estaría hoy Rodolfo Walsh, Hector G. Oesterheld, el Gringo Tosco…
Y no puedo evitar poner del otro lado al llamado establishment o derecha argentina, su discurso tan primitivo, tan abominable, y repudiarlo enérgicamente, lo cual me hace solidarizarme con el primero. Mi dolor tiene que ver también con la ineptitud de nuestro lado de construir una tercera alternativa. Si la tuviéramos, podríamos repudiar a unos y abrazar a otros, sin el temor de caer en reformismos. Pero ya que hablamos de miedo, también siento que algo se tambalea en el país…
No recuerdo un momento donde la clase dominante estuviera tan dividida por símbolos políticos, ya que en el fondo, el modelo económico no es muy diferente. Es cierto que “los matices” pueden ser importantes en términos de ganancias, y ya sabemos lo que son capaces de hacer por un par de beneficios. ¿Pero por qué tanta rivalidad? ¿Por qué los festejos? ¿Ven una gran posibilidad de meter su discurso fascista en el modelo que ya está armado?
Kirchner fue el responsable de la recomposición de la crisis política de 2002. Pudo, como gran peronista, darle un nuevo aire al progresismo y a la izquierda del peronismo, con planes sociales de carácter más universal (muy superador de los planes de gobiernos anteriores, generador de cooperativas, jubilaciones masivas), grandes símbolos (Madres y Abuelas, juicios por DDHH) y reformas importantes (Ley de medios, Estatización de AFJP, Ley de matrimonio igualitario), y por otro lado, darle a la derecha cierta recuperación manteniendo un modelo estable, lo cual es un montón en este país. ¿Qué pasa ahora que no está? ¿Qué es el kirchnerismo? ¿Y qué es el kirchnerismo gobernante? El trotskismo y la derecha dicen que se abrió una crisis política. Y la verdad que tengo miedo de que así sea.
¿Es bueno o es malo, para la izquierda revolucionaria, que se abra una crisis política en la clase dominante?… Está claro que eso depende del momento. Y este no es el mejor momento, justo cuando muchas organizaciones están construyendo, lentamente, y rediscutiendo la forma de organizarse, bajo un paraguas de estabilidad social relativa, encontrando un nuevo discurso opositor-alternativo (sin compararlo con los gobiernos anteriores lamentables) y exigiéndole entre otras cosas que socialice los planes sociales y se despegue de lo peor del peronismo (sindicatos burocráticos mafiosos y punteros municipales), y denunciando la impunidad que existe. Es decir, mostrando la contradicción del gobierno para que lo que venga después sea superador de eso, y así hasta que podamos consolidarnos (la clase como clase) en un proyecto político gobernante… y bla bla bla todo lo que sabemos.
¿Y ahora? ¿Qué postura tendremos con esta nueva religión alrededor de San Kirchner? ¿Ocultaremos el dolor que sentimos cuando vemos llorar a la gente en la plaza? ¿Escribiremos editoriales correctas, ubicándonos en el medio entre el gobierno y la derecha, justo ahí donde no hay nada? ¿Haremos una lista de las cosas que faltan, para que las bases no se confundan, para que este dolor que sienten no se transforme en un apoyo incondicional? Como siempre, estaremos fuera de todo, en los rincones marginales de la historia, sin poder articular dos palabras que puedan ser escuchadas por alguien.
*Publicada originalmente en Prensa de Frente