Las historias detrás de una de las tomas más grandes del país. Las propuestas feministas para la construcción de barrios seguros y sin violencias.
Por Rocío Prim, Estefanía Santono y Laura Salomé Canteros | Fotos: Jose Nicolini
Este domingo se realizó la cuarta Asamblea Feminista de mujeres, lesbianas, travestis y trans de la recuperación de tierras de Guernica que reúne a 2500 familias. Luego de que fuera pospuesta por las intensas lluvias del sábado, la Asamblea de vecinas que desde el 20 de julio resisten en los terrenos del partido de Presidente Perón se reunió para discutir y organizarse de cara al desalojo previsto para el 1, 2 y 5 de octubre.
Muchas de las mujeres que pese al frío y el temporal se mantienen firmes en su lucha por la recuperación de las tierras de Guernica junto a sus hijes, son o fueron también víctimas de violencia machista. La solidaridad y las redes de contención que fueron tejiendo desde el 20 de julio son las únicas herramientas que hoy en día tienen para garantizar la autoprotección.
También se organizan para sostener las tareas de cuidado, los merenderos, las ollas populares y garantizar el acceso a elementos de primera necesidad como pañales para sus hijes. Algunas de las referentes de la Asamblea son además delegadas de su manzana en cada uno de los cuatro barrios que componen la toma: La Lucha, La Unión, 20 de Julio y San Martín. Estas son algunas de sus voces.
Ante la desidia, respuestas feministas
Ximena es vecina del Barrio 20 de Julio e integrante de la Asamblea Feminista. Relató cómo surgió la necesidad de organizarse para abordar las problemáticas de mujeres, lesbianas, travestis y trans en la toma. “Como principal objetivo, buscamos soluciones ante la ausencia del Estado”, afirmó, “esta es la cuarta Asamblea y contamos con la participación de vecinas y organizaciones que se solidarizan para desde una mirada feminista, construir los barrios que queremos, sin violencia machista y para que podamos independizarnos”.
“En este contexto, la violencia machista se ve mucho más”, sostuvo Ximena, “mujeres solas con sus niñes, que están con parejas violentos, trabajadoras desocupadas; ante esto, planteamos una perspectiva feminista para alcanzar la independiencia económica y brindar acompañamiento ante situaciones de violencias y abusos hacia niñes. Ximena relató además que quienes se organizan alrededor de la Asamblea hicieron justicia feminista y expulsaron a dos agresores sexuales de la toma, una forma de consolidar la autoconvocatoria y las estrategias que se fueron dando entre las y les vecines.
La Asamblea feminista también plantea respuestas ante un eventual desolojo: “vamos a intervenir con organización para resguardar a les niñes, a las mujeres y a las personas ancianas en sus decisiones, porque no quieren dejar sus tierras o porque no tienen dónde ir. Habrá una resistencia organizada, la gente no se quiere mover y lo demuestran aguantando la lluvia y si hay o no un plato de comida. Eso es histórico, estamos levantando el legado de muchas personas. Por eso, no vamos a negociar con nuestros derechos”.
Soledad es docente y acompaña violencias sobre mujeres, lesbianas, travestis, trans y niñeces en la toma desde la Consejería territorial feminista Panambí de Guernica. Contó que comenzaron a participar “porque a quienes estábamos acompañando son compañeras que venían atravesando situaciones de violencia y que a la vez vinieron a tomar tierras”. Relató que las y les acompañan “para que puedan defender sus derechos y reclamar todo lo que les corresponde, como en este caso, el acceso a la tierra y a la vivienda”.
La situación de deuda y falta de respuesta institucional es clara. Soledad relató que “recién tras el último femicidio en la zona, hace un mes, se formó la Dirección de Género” en el municipio de Presidente Perón, que además no tiene presupuesto propio ni desarrollo de políticas integrales ya que además informó que “no se puede acceder al derecho a la Interrupción Legal del Embarazo (ILE)”. “Hay compañeras que están atravesando la situación de violencia y que también padecen el no tener a dónde recurrir”. En Guernica no hay casas refugio ni contención para las que ven sus vidas amenazadas por los violentos.
A Orlanda le dicen “Mili”, es jefa de la familia que conforma junto a su hija, Zoe, de 1 año y 8 meses y sobreviviente de violencias. Nos contó que estaba en situación de calle hasta que se enteró de la acción colectiva en Guernica, que le brindó la esperanza de acceder al derecho a la tierra y vivienda propias. Ahora vive en una de las casillas del barrio 20 de Julio.
“No es fácil pero estoy haciendo esto (resistir en la toma) por mi hija; el frío, la helada, la tormenta, todo estoy soportando por ella, porque quiero darle un techo”. En el barrio habitan quienes ni siquiera acceden a los ingresos de emergencia, como Orlanda, quien contó la solidaridad entre vecines: “me dieron leche y pañales, ven mi situación crítica y me ayudaron”. Dijo que le interesa participar de la Asamblea para escuchar a otras compañeras, “no estoy sola”. Y se refirió al eventual despojo de sus derechos, “espero que no nos desalojen porque somos muchos los que necesitamos y no tenemos dónde ir”.
Yamila tiene 25 años y vive en Guernica desde que nació. Es una de las tantas mujeres que se quedó sin empleo a raíz de la pandemia. Trabajaba en gastronomía y se recibió de Trabajadora Social el mes pasado. “No pude seguir pagando mi alquiler. Los primeros dos meses me gasté todos mis ahorros y después de eso, tuve que volver a la casa de mi mamá, donde somos ocho hermanos”, contó. Cinco de los hermanos de Yamila quedaron en su misma situación: sin trabajo o con el sueldo reducido, tampoco pueden seguir pagando su alquiler, pero su situación es más preocupante porque tienen hijes.
Empezó la pandemia, se quedaron sin trabajo, ese es el común denominador de las mujeres de la toma. “El 90% de las personas que estamos acá pagábamos alquiler. Muchxs quedaron en situación de calle”, aseguró Yamila y agregó, “hay un montón de mujeres que son madres solteras, jefas de familia, el único sostén. Hay trabajadoras de casas particulares que fueron echadas de sus trabajos y otras hacían changas, viviendo el día a día pero sus ingresos se vieron perjudicados desde que inició la pandemia.”
Organizadas, tejiendo estrategias de cuidados, atravesadas por la emergencia social en un contexto donde la pobreza no da tregua, buscan alternativas para fortalecerse, luchan por un derecho básico y fundamental, el derecho a la tierra y a una vivienda digna para continuar con sus proyectos de vida, criar a sus hijxs. El operativo de desalojo tendría fecha. A la par, crece la solidaridad con quienes resisten y tienen derecho a una vida digna.